Alfredo Casero golpea con su puño cerrado una mesa repleta de periodistas, lideres de opinión, políticos y otros apóstoles de los medios. Como en una última cena que desbarrancó antes del brindis, se pone de pie, despotrica, y con dos frases derriba a Goliat.
“¿Nunca has visto un corazón? Parece un puño mojado en sangre.” Afirma Larry, en la famosa obra Closer. Ese puño golpeando la mesa, bien podría ser el corazón de Alfredo Casero, un corazón vilipendiado por la actitud burlona e irreverente del conductor a cuyo programa fue invitado.
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“Un título plástico y eficaz, el que puso el escritor italiano Carlo Levi a su libro de denuncia sobre la situación en Sicilia en los años 50 ( trata el fenómeno criminal del bandolerismo): «Las palabras son piedras». Una expresión, que tomada en su riqueza y variedad de significados, nos recuerda que las palabras deben tener su peso, su fuerza y eficacia; deben tener una correspondencia biunívoca con la realidad, es decir, con los conceptos y las cosas” según la periodista Anna Conte.
“Todo lo que están haciendo en éste país, todo lo que vienen haciendo, los periodistas, los políticos…Ustedes lo saben”.
Palabras como piedras, en la honda de un David abrumado, un pastor ungido en secreto, un soldado, un actor “cancelado”, un ciudadano harto y comprometido. Un David con mil caras.
Hermano leal, pequeño David con corazón de Rey, que pasa perdido entre las hordas cargando alimentos y medicina para los heridos y hambrientos.
Palabras como piedras, en manos de aquel pastor, palabras que derriban a un Goliat policéfalo, mercenario poderoso, eterno, invencible.
“Todo lo que están haciendo…ustedes lo saben”, y Goliat cae estrepitosamente frete a la mirada atónita de propios y ajenos, de guerreros cansados, acobardados y abatidos.
Alfredo ha tirado la primera piedra, y ha sido suficiente para derribar al monstruo del poder mediático, político, el statu quo yace inerte, su enorme tamaño no le ha servido de mucho, por el contrario, semejante volumen lo ha vuelto inflexible y pesado, siglos y siglos de gula, impunidad y condescendencia, de poder a “la carta”, lo han vuelto vulnerable frente a la nobleza y la honestidad intelectual de un David desencajado, pero con muy buena puntería.
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Aún no sabremos si la verdad desnuda que Alfredo arroja a las mil cabezas del monstruo, será lo suficientemente poderosa, pero sabemos que su objetivo es noble, y sabemos que alguien debía decirla:
“Todo lo que están haciendo en éste país, todo lo que vienen haciendo, los periodistas, los políticos…Ustedes lo saben”.
Palabras como piedras, para derribar a un Goliat se será recordado por su tamaño inútil.
