OPINIóN
A 210 años

Así comenzó la Batalla de Tucumán

Mientras las tropas de Tristán avanzaban confiadas, Belgrano los esperaba con una gran táctica de guerra.

Belgrano 2020618
Manuel Belgrano | REDES

Llegado a Tucumán, el Gral. Manuel Belgrano comenzó los preparativos para un encuentro decisivo. El Gral. José María Paz recordaba: “Debo advertir que, por las singulares peripecias de este sangriento drama, es el de Tucumán uno de los combates más difíciles de describirse, no obstante el corto número de los combatientes. Pienso que para hacerlo comprender mejor es preferible decir en pocas palabras que la izquierda y centro enemigo fueron arrollados; nuestra izquierda fue rechazada y perdió terreno en desorden”.

El ejército patriota estaba ubicado al Norte de la ciudad de Tucumán, para enfrentar a los realistas que amenazaban atacar desde ese punto.

Al poco tiempo, el teniente Gregorio Aráoz de Lamadrid, que mandaba una partida de observación, informó a Belgrano que los realistas giraban hacia el Sudoeste, siguiendo el Camino del Perú, zona de espesos bosques de yungas y pastizales secos.

Lamadrid, para dificultar el tránsito enemigo, incendió los pastizales próximos. Por el viento, se levantaron gruesas columnas de humo, impidiendo la visibilidad. Ello arrojaría aún más confusión a una batalla ya difícil de describir.

Manuel Belgrano
Juan Manuel Belgrano.

Belgrano movió su ejército hacia el Sudoeste, al Campo de las Carreras, por donde debía aparecer en cualquier momento el Ejército del rey. Allí se desplegó con la infantería en el medio y la caballería a cada lado, para impedir maniobras de flanqueo, del enemigo.

Juan Ramón Balcarce, comandando la caballería patriota del ala derecha, ocultó a sus hombres en medio de los árboles y bosques. La infantería quedó al descubierto junto a la caballería gaucha de la izquierda.

Empezó así una tensa espera de que, en cualquier momento, apareciera el enemigo en el horizonte. Los minutos debieron haberles parecido horas a los hombres que, expectantes, aguardaban su destino mirando a su general, que recorría la línea.

Lamadrid voló con su partida para tomar su lugar en el campo de batalla. Formó con su unidad, los Dragones del Perú, bajo el mando de Balcarce, en la caballería del ala derecha.

 

¿Qué hacía el general realista Pío Tristán?

Luego de arribar al Ojo de Agua, en medio del tierral, el humo, el calor y el cansancio bajo un sol abrasador; hizo un alto en el camino, detenerse y refrescarse, aprovechando el agua que vertía el manantial, a cuya orilla se había detenido. Cuenta Lamadrid que en ese momento se encontró allí con un aguatero, que cargaba sus cántaros con agua. Le dio una buena propina y le pidió que llevara agua al domicilio de un amigo suyo, en la ciudad, a la tarde, ya que quería darse un baño refrescante, después de la batalla, que creía iba a ser sólo un trámite.

Éxodo jujeño: defensa patriótica y la táctica "tierra arrasada"

Abrevadas las tropas y los caballos, el ejército del rey emprendió nuevamente la marcha, con total tranquilidad y parsimonia. Tan confiado estaba que no se había tomado la molestia de destacar partidas de observación, que le hubieran anoticiado que, a pocos kilómetros de allí, su ex compañero de facultad Manuel Belgrano lo esperaba  con su raquítico ejército formado en línea de batalla, apoyando sus espaldas en los límites de la ciudad.

Belgrano se había quedado también sin “bomberos”, como se llamaba entonces a las partidas de observación, ya que Lamadrid volvió volando a reincorporarse al ejército, para no perderse la acción.

Tristán hizo avanzar primero la caballería y detrás, su numerosa infantería, bien armada con fusiles y con las armas descargadas. Su artillería aún estaba montada en los lomos de mulas y marchaba con tranquilidad.

 

¿Por qué tanta confianza tenía Tristán?

Creía el Gral. Paz que no se le había pasado por la cabeza que un ejército tan pequeño, como el de Belgrano, saliera a su encuentro, con intención de disputar el terreno en un combate campal. Es más, Tristán imaginaba a su adversario recluído y fortificado en la ciudad, dispuesto a resistir hasta el final.

De hecho, éste era el plan B de Belgrano. En efecto, su idea originaria (seguramente acordada con sus hombres de mayor confianza) era enfrentar a los realistas en las afueras de la ciudad y causarles allí el mayor daño posible. Recién cuando la situación se tornara insostenible, debido a la gran diferencia numérica a favor de los realistas (que era de una proporción de dos a uno), realizar una retirada ordenada hacia el microcentro de San Miguel de Tucumán; aglutinar a sus tropas en torno a la actual Plaza Independencia, que se encontraba entonces foseada y con la mayor parte de la artillería allí destacada, para resistir hasta el último cartucho, la invasión realista y concluir con honor.

El Ejército del Norte a principios de septiembre de 1812

Cuando Belgrano divisó que se aproximaba la columna realista, ordenó aprontar a sus hombres, pero sin romper el fuego aún. Balcarce se ocultó con sus Dragones en las arboledas circundantes. El frente que Belgrano ofrecía a los ojos de Tristán parecía el de una corta vanguardia y no el de todo su ejército completo.

Por eso, cuando Tristán advirtió que había escasas tropas enemigas, interponiéndose en su trayecto hacia la ciudad, no le dio mayor importancia. Tampoco ordenó calar bayonetas, o cargar sus armas; ni ordenó desmontar y armar sus cañones o disponer su caballería en posición de batalla. Simplemente adelantó a su caballería de Tarija, que venía adelante, pensando envolver, por su izquierda, a los que creía desguarnecidos infantes de Belgrano, que lo aguardaban ansiosos, en línea, formados, de espaldas a la ciudad.

Recién cuando el barón Eduardo de Holmberg, comandante de la artillería patriota, advirtió a Belgrano que los enemigos se encontraban a tiro de cañón, y al alcance de la desperdigada artillería patria, que el barón había tenido el desatino de dispersar en los huecos que había entre cada cuerpo del Ejército del Norte; comenzó la batalla en sí.

Barón Eduardo de Holmberg 20220924
El barón Eduardo de Holomberg.

En ese momento comenzaron a disparar las piezas de Belgrano, de mayor calibre que las realistas y Pío Tristán se dio cuenta, tarde, que lo que él había pensado sería un paseo; iba a complicarse irremediablemente ese día.

*Juan Pablo Bustos Thames. Abogado, Ingeniero, Profesor Universitario, Director de la Cámara de Comercio Exterior de Tucumán, estudioso e investigador de la historia, escritor, realizador y conductor televisivo y de documentales. Miembro de la Fundación Federalismo y Libertad y la Fundación Universitaria del Río de la Plata (FURP). Facebook: https://www.facebook.com/juan.p.thames/ Instagram: jpbthames / Linkedin: Juan Pablo Bustos Thames.