OPINIóN
Gentrificación

Buenos Aires tiene 20.000 hogares nuevos por año

Edificios modernos reemplazan viejas casonas y restós sofisticados a los clásicos almacenes de barrio. Todo cambia, llegan vecinos nuevos, los históricos se van y nacen zonas residenciales. Las cuatro áreas que germinaron con esta nueva ola.

Villa Crespo se prepara para un gran proyecto inmobiliario 20250425
Villa Crespo se prepara para un gran proyecto inmobiliario. | Maker Crespo

En los últimos años, la Ciudad de Buenos Aires ha experimentado visibles transformaciones. La oferta gastronómica es cada vez más variada, los cafés de especialidad se multiplican en las esquinas y los espacios de trabajo ya no se concentran en el Microcentro.

Si bien estas cuestiones las puede ver cualquiera que habita en Buenos Aires, hay algunos barrios que atravesaron transformaciones profundas, marcadas por cambios en el perfil poblacional y urbano: viejas casonas reemplazadas por edificios modernos o almacenes de barrio convertidos en restaurantes sofisticados. Esos procesos, en algunas situaciones, implican no solo la llegada de nuevos residentes, sino también el desplazamiento de los habitantes históricos, que ven aumentar el precio de los alquileres y de los productos del supermercado.

Desde los estudios urbanos, a este fenómeno se lo denomina “Gentrificación” y ha ganado notoriedad ya que sucede en muchas ciudades del mundo y refleja las tensiones propias del crecimiento de una ciudad. Es un concepto que surge en Europa, y fue dado por la socióloga británica Ruth Glass en el año 1964, mientras reflexionaba sobre las transformaciones urbanas en Londres. En ese contexto, comenzó a observar cómo en ciertos barrios de tradición popular, empezaban a instalarse familias de clases medias y altas.

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Una investigación que realizamos desde el Centro de Estudio de Economía Urbana (CEEU-UNSAM) en conjunto con la investigadora Mercedes Di Virgilio, nos ayuda a entender dinámicas de este tipo en la Ciudad de Buenos Aires. Utilizando datos del Censo 2010 y 2022, analizamos qué zonas de la ciudad han tenido un fuerte cambio en el perfil social y económico de la población.

Esta metodología nos llevó a identificar, en primer lugar, que zonas específicas de la ciudad (una o dos cuadras) habían mostrado cambios en las características de la población residente. Luego analizamos, con procedimientos estadísticos, qué cambios responden a escalas más extensas y no sólo a un cambio circunstancial de una manzana.

El análisis nos dio como resultados cuatro zonas:

  • Chacalermo: el corredor entre Córdoba y Niceto Vega desde Godoy Cruz hasta Jorge Newbery.
  • Donado-Holmberg: una zona de un desarrollo inmobiliario que comenzó en 2013 y cambió fuertemente el perfil del residente
  • Villa Ortúzar: la zona cercana a la estación de la línea B (inaugurada en 2003)
  • Villa Crespo Sur: la zona alrededor de la avenida Warnes entre Juan B. Justo y Acevedo

Estas zonas se caracterizan, además, por un aumento de la densidad poblacional, es decir, ahora hay más personas viviendo ahí que antes, ya sea porque un edificio reemplazó a una casa o porque los usos industriales se convirtieron en residenciales. También identificamos un aumento de hogares unipersonales (de un solo miembro) y de inquilinos, dos características típicas de la nueva demografía y los nuevos modos de acceso a la vivienda en la ciudad.

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Para que se generen estas nuevas zonas residenciales atractivas fue fundamental el rol del Estado. Podemos considerar la ampliación de la línea B de subte hacia la zona de Villa Urquiza o las obras hídricas para que Palermo no se inunde como en otras épocas. Por su parte, el corredor de Donado-Holmberg es el resultado de una política urbana de renovación de infraestructuras en la que se vendieron terrenos que pertenecían a la traza de la fallida AU3 para la realización de viviendas de calidad.

Estos procesos muestran tensiones típicas en el crecimiento de las ciudades a lo largo del mundo. Formas identitarias históricas y locales, se ven tensionadas por la llegada de culturas globales que suponen otras formas de consumo y de habitar el espacio, donde la consecuencia última es el desplazamiento de residentes históricos.

La agenda de la renovación urbana también tiene su sentido. Ante una ciudad que cada año tiene un aumento aproximado de 20.000 hogares, es fundamental generar nuevas centralidades, que aumenten la cantidad de viviendas disponibles y no genere una suba en su precio, sobre todo para el alquiler.

Ante escenarios cada vez más complejos en términos de acceso a la vivienda, con cada vez más inquilinos y gente viviendo en situación de calle, los gobiernos locales deben tener un rol más activo en la política habitacional. Contemplar todas las dimensiones que implican los procesos de renovación urbana, buscando construir una ciudad justa y equitativa. Invertir en zonas con “potencial inmobiliario”, pero también en aquellas que necesitan mejoras básicas de infraestructura. Retomar la ciudad como espacio de integración.

*Economista. Coordinador de investigaciones y analítica urbana en CEEU-UNSAM