OPINIóN
Columna

Fasos, mates y abrazos: el mundo antes de la pandemia

Cada tecnología en su tiempo. A medida que su desarrollo se acelera, los objetos digitales que usan los personajes nos permiten identificar la fecha de una producción o de un mundo narrativo con una precisión extraordinaria.

Películas recomendadas semana 6 julio 20200707
Para atrapar al ladrón. | CEDOC

El Homo sapiens ha desarrollado la capacidad de identificar el género de una producción audiovisual con solo mirar un fotograma. Desde que existe el comando a distancia y la posibilidad de surfear los canales de televisión, fuimos optimizando nuestro aparato perceptivo hasta aprender a reconocer en un par de microsegundos si lo que estamos viendo es un western, una comedia, un documental o un thriller. Es más: después de haber visto miles y miles de películas y series podemos incluso identificar la década a la que pertenecen. Más allá de las grandes evidencias -una película muda o con encuadre fijo nos remite inmediatamente a la prehistoria del cine-, a menudo son los pequeños detalles los que delatan cuánto tiempo pasó desde su estreno. Más que Homo sapiens, somos Homo zapping.

Arte online: cine y performance

Fumadores

La prohibición de fumar marcó un antes y después en la historia del cine y la televisión. Hay géneros que, si los personajes no fuman, no existen. Los policiales en blanco y negro de los años 1930-50 parecen un spot de las grandes tabacaleras. Y si durante el zapping aparece la inolvidable cara de Humphrey Bogart, listo, ya no hay posibilidades de equivocarse a la hora de identificar el género y ubicación temporal de la producción. En cambio, si el personaje está fumando y lleva pantalón con pata de elefante, lo más probable es que se trate de una película de los años 1970 (o de un vídeo de Capusotto).

Hoy sabemos que si en una película o serie aparece un personaje fumando en una oficina o bar, esa producción fue realizada o está ambientada en el siglo XX. Los personajes del siglo XXI cometen muchos pecados, desde secuestrar jóvenes indefensas hasta ocupar la elegante casa donde trabajan, pero no fuman en lugares cerrados como hace el Joker en el camerino antes de entrar en el set de televisión para interpretar el número más importante de su vida.

Pobre Bogart. Los mejores personajes que interpretó, desde Duke Mantee (El bosque petrificado) hasta Sam Spade (El halcón maltés), Roy Earle(High Sierra) y Rick Blaine (Casablanca), eran empedernidos fumadores. Además de castigarse con dos atados al día, el Bogart de carne y hueso no le hacía asco a la bebida. Murió de cáncer de esófago el 14 de enero de 1957 en Los Ángeles. Solo tenía 57 años.

Entertechment, o la nueva industria del espectáculo virtual

 

Tecnologías

Otra forma de reconocer cuándo fue realizada una producción, o en qué época está ambientada, es prestando atención a los objetos tecnológicos. La escena final de Sospechosos Habituales (1995), con el identikit de Keyser Söze (Kevin Spacey) saliendo impreso de la máquina de fax, es un buen ejercicio de arqueología mediática. Un par de años después esa misma imagen hubiera aparecido en la pantalla de una computadora,encuadrada en el Internet Explorer, dentro de una base de datos policial. Y una década más tarde, el identikit de Keyser Söze estaría en la minipantalla de un smartphone.

En un cuento del 2008, Hernán Casciari reflexionó sobre los efectos colaterales del uso de los teléfonos móviles en la narrativa: “Hansel y Gretel se descubren solos en el bosque, perdidos, y comienza a anochecer. Mi hija me dice, justo en ese punto de clímax narrativo: ‘No importa. Que lo llamen al papá por el móvil’.Yo entonces pensé, por primera vez, que mi hija no tiene una noción de la vida ajena a la telefonía inalámbrica. Y al mismo tiempo descubrí qué espantosa resultaría la literatura —toda ella, en general— si el teléfono móvil hubiera existido siempre, como cree mi hija de cuatro años. Cuántos clásicos habrían perdido su nudo dramático, cuántas tramas hubieran muerto antes de nacer, y sobre todo qué fácil se habrían solucionado los intríngulis más célebres de las grandes historias de ficción”.

Cada tecnología en su tiempo. A medida que su desarrollo se acelera, los objetos digitales que usan los personajes nos permiten identificar la fecha de una producción o de un mundo narrativo con una precisión extraordinaria. Ni hablar si en la pantalla aparece un smartphone. Gracias a estos dispositivos se puede hasta reconocer el año en que transcurre la historia. ¿Alguien se imagina a James Bond usando un iPhone 4 en una película del 2014, el año en que se lanzó el iPhone6 Plus?

 

Atravesar la turbulencia pensando en el mañana

Abrazos, besos y mates

En la escena final de La odisea de los giles, Fontana (Luis Brandoni) le ofrece un mate a Fortunato Manzi, el desagradable personaje exquisitamente interpretado por Andrés Parra. Algo tan simple como “compartir un mate” se convertirá en un motivo visual de la era pre-Covid. También un gesto tan natural como darle la mano a una persona a la hora de presentarse. Y ni hablar de abrazarse con amigos a los cuales no se ve desde hace mucho tiempo. Esos fotogramas delatarán que esa película o serie son un eco del pasado, de la Vieja Normalidad.

El gesto de “dar la mano” viene de los tiempos antiguos, incluso hay registros prerromanos, pero se terminó de instalar en la Edad Media. Según cuentan los historiadores, servía para indicar que no se llevaban armas y como declaración de las intenciones amigables de los interlocutores. Los pactos también se cerraban con un apretón de manos (amicitiae dextram dedit). Anoche, al inicio de un horroroso partido de fútbol en un estadio vacío, vi como Lionel Messi saludaba a los árbitros y al otro capitán con un choque frontal de puños… por no hablar de los encuentros diplomáticos donde la articulación del brazo ejerce de zona amigable de contacto. ¿Se reconocerán las películas y series de la Nueva Normalidad porque sus personajes sellan los acuerdos a golpe de codazos?

Descubrieron un libro de Julio Cortázar en la película Las alas del deseo

En Argentina la gente se saluda(ba) con un beso. En España o Italia, la costumbre es(era) saludarse con dos. Cuando un argentino arriba(ba) a Europa, se queda(ba) sorprendido por el segundo beso que llega(ba) sin avisar, y cuando un europeo mediterráneo desembarca(ba) en la Argentina, se queda(ba) colgado esperando el segundo beso. Sí, todos estos gestos son parte del pasado. Pónganlos entre paréntesis por tiempo indefinido, sin fecha de caducidad. O directamente olvídense de ellos. Las películas y la series post Covid-19, como la vida misma, serán asépticas, harán un culto de la distancia de seguridad y permitirán a los espectadores del futuro identificar que se trata de una producción posterior al año 2020. El año de la peste.

 

 

* Profesor de la Universitat PompeuFabra - Barcelona. @cscolari