OPINIóN

Guía práctica para saber en quién confiar

La confianza es un tema complejo y este tiempo de cuarentena no ha ayudado a reconstruirla. Saber cómo detectar ciertas conductas puede ser de enorme ayuda para evitar decepciones.

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Confianza. | Cedoc Perfil

Hemos escuchado una y mil veces “el problema es la falta de confianza”. Cuando se habla de políticos, gobernantes, dólar, miembros de un equipo, allegados, la confianza es clave para tomar decisiones. A favor o en contra del objeto, organismo o la persona.

Un individuo puede confiar espontáneamente por una cuestión de “piel” o quizás por una construcción mental que vaya a saber por qué parámetros se maneja. La confianza la deposita sobre una persona, una propuesta, una idea…una comunidad.

También encontramos la confianza prefabricada, es esa que se construye especialmente para los advenedizos. Esas personas que saben que, demostrando confianza hacia alguien o algo, obtendrán un beneficio seguro. Por lo tanto, el sistema para generar este tipo de confianza es el más simple de todos: dádivas.

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Cuando cada uno de nosotros trabaja en la generación de confianza es vital saber que del otro lado nos encontraremos con algunas personas, o comunidades, con características diversas que no nos harán fácil el honesto trabajo de demostrar que somos confiables.

La confianza en las marcas en tiempos de coronavirus

El incauto: confía siempre ya que su confianza parte de su emocionalidad. No necesita más comprobación que su propio punto de vista y su parecer con respecto a algo o alguien. Muy fácil de convencer. No le interesa el historial del sujeto de su confianza.

Como contrapartida del anterior, está el escéptico. Con actitud negativa por naturaleza. Desconfía por más que tenga pruebas suficientes de cumplimiento de promesas ejecutadas por la otra parte.

El cauteloso o desconfiado, es otra tipología – habitual en nuestra comunidad – que ha sufrido sinsabores con todo aquel que le ha prometido algo. Digamos, un argentino típico, que forman – junto a los escépticos – la gran parte de la población.

Y finalmente, el confiado. Aquel que no ha tenido malas experiencias. A quien extrañamente le han cumplido casi siempre. Que detenta una actitud positiva en general y entonces brinda su confianza.

¿Cómo construir confianza? Haciendo un historial de promesas cumplidas.

Esta eterna cuarentena, multiplicada, nos ha demostrado que es muy difícil conceder confianza. Cada dos semanas venimos sufriendo el posponer de la cuarentena bajo argumentos muy pocos claros. El espejo del resto del mundo nos refleja otros resultados, aun en aquellos países que fueron más afectados que Argentina.

No es tan fácil. Estamos demasiado acostumbrados a la distribución masiva de “fake news”, a escuchar a la misma persona decir el opuesto a lo que dijo ayer, a negar aspectos que están visibles para el común de los mortales, a que traten de explicar lo inexplicable. Un historial de promesas cumplidas, en nuestra sociedad, es prácticamente imposible. Sobre todo, en estos tiempos donde la tecnología (videos, audios, etc.) se convierte en verificador de las promesas: cumplidas o no.

Congreso y jueces, las instituciones que menos confianza generan

En algún momento nosotros debemos conceder confianza. Es una forma de avanzar.

Tratando de abstraernos de la cotidianeidad en nuestra sociedad, cada uno de nosotros necesita confiar en alguien en algún momento. Un dirigente, un proveedor, un amigo, un empleado, serán sujetos de nuestra confianza en una u otra instancia. Para poder confiar hay una serie de parámetros que conviene seguir.

  • ¿Conoce, sabe? La persona en la cual nosotros depositaremos nuestra confianza tiene la capacidad como para llevar adelante el proyecto que le vamos a confiar.

  • ¿Es creíble? Puede ser que la persona elegida posea todas las virtudes de capacitación. Pero quizás sea una de esas personas que le dicen sí a todo y luego no pueden cumplir. ¿Qué grado de sinceridad tendrá su respuesta?

  • ¿Cuán responsablemente se comporta? Suponiendo que: aquel en el cual vamos a depositar nuestra confianza cumple los puntos anteriores, como se maneja con los compromisos asumidos. Debemos verificar un manejo responsable.

  • ¿Se compromete? Este es un reclamo habitual en nuestros días. El compromiso, con ideas, proyectos, procedimientos, está en duda siempre. La lealtad de los individuos en nuestra sociedad, y generalizando, es lábil. Antes de confiar, hay que contrastar los hechos históricos y verificar que grado de lealtad o compromiso ha tenido el individuo con ellos.

Si antes de confiar en alguien, para emprender cualquier acción a futuro, utilizamos este filtro, tendremos mayores posibilidades de que nuestro acto de confianza no sea defraudado. No tendremos el 100% de certidumbre, pero nos acercará bastante a lo que buscamos, en la medida que podamos dominar la carga emocional en este tipo de decisiones.

Sería interesante para el lector realizar un ejercicio. Solo para comprobar si este esquema le es útil.

¿Cuántas figuras populares, dirigentes, políticos, gobernantes, amigos, empleados… ahora que los conoce, pasarían estos filtros?. 

De su respuesta depende la definición de sociedad en la que quiere vivir.