Tras décadas de progresos, a partir de 2014, la pobreza y la pobreza extrema rural han vuelto a aumentar en América Latina y el Caribe, según datos divulgados esta semana en Buenos Aires por la FAO, la agencia de la ONU para la Agricultura y la Alimentación.
Este año la CEPAL publicó que en América Latina, a pesar de que solo 2 de cada diez personas habitan en zonas rurales, 3 de cada diez pobres viven en el campo. Esa estadística sobre pobreza rural en la región aparece condensada junto a otras recientes, en el “Panorama de la pobreza rural” presentado esta semana en el marco de “La Semana de la Agricultura y la Alimentación. Desafíos futuros para América Latina y el Caribe” que se desarrolla en el Hotel Sheraton de Buenos Aires.
Solamente la Argentina produce alimentos para 440 millones de personas, diez veces su población, y sin embargo más de un millón 700 mil argentinos padecen hambre. En la región están en esa situación 39 millones de personas (casi el equivalente a una Argentina entera), según el Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional publicado hace dos semanas por la FAO, FIDA, UNICEF y PMA.
Una década marcada por el boom de las commodities como la soja o el petróleo, no alcanzó para revertir el esquema. El crecimiento económico no llegó acompañado de una redistribución. Según dice la FAO en su informe, hubo “impactos asimétricos del crecimiento económico por limitantes estructurales” y “los estados de América Latina y el Caribe no han tenido la capacidad de llevar servicios básicos esenciales a las poblaciones más vulnerables e históricamente postergadas”. La agricultura familiar, los pueblos originarios y las mujeres fueron y siguen siendo, según el organismo, poblaciones especialmente vulnerables.
“Los estados de América Latina y el Caribe no han tenido la capacidad de llevar servicios básicos esenciales a las poblaciones más vulnerables e históricamente postergadas”
Carolina Trivelli fue Ministra de Desarrollo e Inclusión Social de Perú durante el gobierno de Ollanta Humala y formó parte de la “Semana de la Agricultura y la Alimentación”. En su gestión se logró bajar la pobreza rural: “si hay pobreza en el campo, no hay desarrollo sostenible”, opina ahora en Buenos Aires. Propone seguir varios ejes: ampliar la protección social, implementar paquetes integrados de infraestructura y lograr una gestión más sostenible, incluyente y eficiente de los sectores agrícolas y los recursos naturales.
Para Julio Berdegué -subdirector general de la FAO además de Representante Regional- la solución para el hambre en la región es “una cuestión de voluntad política” que no depende de izquierdas o derechas: “no hay que hacer una súper transformación de un país para erradicar la pobreza, es algo posible en todos los proyectos políticos”.
Estrategias coordinadas
Uno de los problemas centrales en la región es la falta de coordinación entre las instituciones y agencias dedicadas al desarrollo rural, la agricultura, la producción y la seguridad alimentaria y nutricional, y el diálogo insuficiente entre los diversos actores involucrados: “Es como si para tratar un problema grave el médico no hablara con los enfermeros o los radiólogos: así no hay cura posible”, reconoció Berdegué.
Además de mayor “coordinación”, varios especialistas coincidieron en que hace falta una “revisión de interpretación acerca de las personas en situación de pobreza rural”. Aún en la pobreza extrema “las personas tienen capacidad productiva, invierten en sus medios de vida, mucha gente piensa que no y eso los excluye del proceso de desarrollo” opina la mexicana Ana Paula de la O Campos, asesora estratégica para la reducción de la pobreza en FAO.
Ana Paula dijo que todo ese esfuerzo implica “un reto para la propia FAO” para “dar el ejemplo”. Trivelli agregó que para reconocer a las personas pobres como personas con capacidades productivas es necesario “salir de un modelo asistencialista”.
Zoila Bustamante Cárdenas, una representante de los pescadores artesanales de Chile, pidió la palabra durante el plenario “Un campo sin pobreza” para apoyar la idea de Trivelli: “lo que necesitamos son políticas públicas”.
A pesar de que volvió a aumentar la pobreza y de que la OCDE revisó su previsión y cree que la región crecerá menos de lo pensado en los próximos años, la situación en América Latina sigue siendo más favorable a la de regiones como la India o el continente africano. Eso, según Paolo Silveri, afecta la financiación internacional de proyectos en América Latina.
Silveri es economista regional del FIDA (Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola: una agencia especializada de las Naciones Unidas) que financia proyectos rurales y busca incidir en las políticas públicas además de articular sector privado y público. Para Silveri de lo que se trata es de “darle valor cultural al origen de los alimentos y crear cadenas de valor inclusivas”.
La Semana de la Agricultura y la Alimentación incluye mesas de trabajo sobre agroecología, cambio climático y alimentación saludable entre otras. A una semana de que los líderes de los países del G-20 se reúnan en Buenos Aires, cada mesa de trabajo de la FAO va dejando apuntes y recomendaciones para que en la región más desigual del planeta, el hambre cero vaya más allá de la demagogia.
Para Roberto Angulo, un colombiano experto en desarrollo, lejos de estar “sobre-diagnosticados”, en general falta información precisa sobre las particularidades de la pobreza rural, que se suele pensar -equivocadamente según él- de manera separada de la pobreza urbana: “los indicadores no son para la academia, deben motivar a la acción”.
Varios funcionarios de alto rango del gobierno de Mauricio Macri oficiaron de anfitriones y participaron de actividades durante la semana, como el secretario de ciencia Lino Barañao y el secretario de agricultura Miguel Etchevere.
En el prólogo al “Panorama de la pobreza rural”, Julio Bardegué escribe que los 33 países de América Latina se comprometieron en la ONU a erradicar la pobreza rural: “es perfectamente posible lograr esa meta para 2030”.
C. P.