OPINIóN
17 de octubre - 75 años

¿Cómo se fue gestando ese día histórico?

En apenas una semana, el coronel Juan Perón pasó de ser un cadáver político a candidato a presidente y líder de los trabajadores. El desarrollo de una crisis que estalló a partir de la designación de un amigo de Evita al frente del Correo y se fue acelerando hasta dar a luz al peronismo.

20201017_peron_pablotemes_g
Juan Domingo Perón. | pablo temes

Todos sabemos qué es lo que ocurrió el 17 de octubre de 1945. Durante décadas muchos intentaron comprender si la movilización popular de aquel día fue espontánea u organizada. Tiempo después llegaron las notas que derribaron un mito: las fotos que nosotros conocemos de la plaza del 17 de octubre fueron tomadas en 1946, al conmemorarse su primer aniversario. ¿Hubo durante el día tanta gente como creíamos? Estas discusiones pueden resultar interesantes para algunos, son datos de color necesarios en toda historia nacional pero lo único importante es que hace setenta y cinco años, el miércoles 17 de octubre de 1945, fue un día que cambió la historia argentina. 

Juan Domingo Perón se despertó esa mañana en una cama de un hospital creyendo que su carrera política había terminado y se fue a dormir después de ser consagrado candidato a presidente por una multitud reunida en la Plaza de Mayo.

¿Cómo se llegó a aquella jornada? ¿Cuáles fueron los eventos que se fueron sucediendo y terminaron generando el 17 de octubre?

La chispa. Oscar Nicolini es el nombre de un funcionario que, seguramente, muy pocos recuerden. Sin embargo, su designación el 5 de octubre de 1945 al frente de la dirección de Correos y Telecomunicaciones funcionó como la chispa que encendió el fuego. En pleno contexto de finalización de la Segunda Guerra Mundial, la democracia había ganado en el mundo y en la política local cada vez eran más las presiones para poner fin al gobierno militar y convocar a elecciones. La Dirección de Correos y Telecomunicaciones fue siempre una agencia especialmente sensible dentro de los procesos electorales, ya que eran los encargados de trasladar las urnas desde los lugares de votación hasta donde se efectuaba el recuento y, como habían enseñado las décadas anteriores, ese proceso de traslado de los votos era el momento ideal para realizar fraude. Por eso, si alguien tenía alguna intención de influir en los resultados electorales, controlar esa Dirección era decisivo.

Nicolini era amigo de Eva Duarte y fue a través de ella que llegó a Perón, quien lo recomendó en el puesto. Para ese momento, Perón ocupaba simultáneamente los cargos de secretario de Trabajo y Previsión, ministro de Guerra y vicepresidente, lo que lo convertía en el hombre más fuerte del gobierno. Cuando los militares de Campo de Mayo se enteraron del nombramiento de Nicolini lo hicieron responsable a Perón y exigieron su renuncia. Hacía tiempo que estaban molestos por sus ambiciones políticas, su actitud personalista y esta designación agotó su paciencia. 

Félix Luna en su fantástico libro en el que reconstruye todo el año 1945 ensayó diferentes razones por las cuales Perón pudo haber decidido el nombramiento de Nicolini: todo parece posible, desde la posibilidad de que no hubiera estado al tanto hasta que fuera un modo de medir su propia fuerza.

Lo cierto es que el 6 de octubre, Eduardo Ávalos -general de brigada y comandante de Campo de Mayo, lo que lo convertía en uno de los militares más influyentes del país- fue al Ministerio de Guerra a hablar con Perón y le pidió que dejara sin efecto el nombramiento. Frente a la negativa de Perón, Ávalos visitó a Farrell, quien no se quiso hacer cargo de la situación y le aconsejó que volviera a conversar con Perón.

El 8 de octubre Perón cumplía 50 años y lo esperaba en el Ministerio de Guerra una entrevista con Ávalos. Los dos militares habían sido colaboradores cercanos durante mucho tiempo. Pero esa amistad había quedado en el pasado y en la reunión que mantuvieron quedó claro que no había suficiente lugar para ambos en el gobierno, alguno de los dos debía renunciar. En principio pareció que Perón ganaría la pulseada, pero con la amenaza de que los oficiales de Campo de Mayo marcharían sobre Buenos Aires, el escenario se modificó y Perón fue obligado a presentar su renuncia.

Clima. Estos conflictos palaciegos no habían sido publicitados por la prensa, por lo que el alejamiento de Perón generó una enorme sorpresa y abrió una serie de acontecimientos difíciles de reconstruir. Como había Estado de sitio y los diarios solo publicaban lo que se les permitía la recreación de los hechos es incompleta pero, sin embargo, vale la pena intentar explicarla ya que nos ayuda a entender cómo se fue generando el clima que hizo posible el 17 de octubre.

El 10 de octubre se aceptó la renuncia de Perón a todos sus cargos y se designó a Ávalos ministro de Guerra. ¿Qué pasaría con la Secretaría de Trabajo? Perón solicitó autorización para dar un discurso de despedida, con el objetivo de agradecer y tranquilizar a los trabajadores. Cuando se le permitió hacerlo, se improvisó un palco y los sindicatos movilizaron a sus hombres, que escucharon un discurso en el que Perón aseguró que los logros obtenidos durante su gestión estaban asegurados. Antes de dejar sus funciones había elaborado dos decretos ambiciosos: uno organizaba las asociaciones profesionales y el otro aseguraba un aumento de sueldos y salarios, el salario básico, vital y móvil y la participación de los trabajadores en las ganancias.

Muchos diarios publicaron en aquel momento la noticia de la renuncia, sin señalar que se trataba de un alejamiento que se le había exigido. Para mucha gente los motivos de la renuncia de Perón no resultaban claros y circulaba la teoría de que había sido su idea, acompañada de la complicidad de Ávalos, para despedirse en este acto frente a la Secretaría y tener la oportunidad de narrar todos los beneficios otorgados a los trabajadores. ¿Había sido una estrategia de Perón para alejarse del gobierno en una coyuntura en la que se estaba llamando a elecciones? ¿Estaba preparando su propia candidatura? Algunos pensaban eso y esa imagen volvió a molestar a Campo de Mayo. En vez de alejar a Perón de los acontecimientos políticos parecía que estaban dándole un lugar central.

Elecciones. El 12 de octubre el gobierno decretó la convocatoria a elecciones nacionales para elegir presidente y vicepresidente, gobernadores y legisladores. Puso fecha: serían el 7 de abril de 1946. Ávalos había asegurado el día anterior que no habría un candidato oficial sino que, por el contrario, los candidatos serían la expresión de la voluntad general.

Los dirigentes partidarios se preguntaban qué era exactamente lo que había ocurrido esos días. Perón había renunciado y el gobierno convocaba a elecciones. ¿Se pediría la renuncia de Farrell? ¿Se le entregaría el poder a la Corte Suprema como reclamaban muchos de ellos hacía tiempo?

El 12 de octubre se decidió el arresto de Perón y su traslado a la isla Martín García. Los militares de Campo de Mayo seguían molestos con él y la mitología dice que existieron amenazas de asesinarlo. En el Círculo Militar se realizó una reunión de militares de alto rango activos y retirados que, luego de un largo debate, pidieron su arresto, ya que consideraron que Perón debía estar alejado de la coyuntura política. De este modo, sin que quedara del todo claro si lo arrestaban porque algunos podían llegar a querer atentar contra su vida o, simplemente, para que no fuera un actor políticamente activo en ese escenario tan complejo, Perón fue confinado a prisión.

Los eventos se sucedieron con rapidez, el tiempo parecía estar acelerado, como sucede en los momentos más críticos. Ya llevaba unos días el rumor de que el ministro del interior, Hortensio Quijano, presentaría su renuncia, pero lo que terminó sucediendo es que no solo él se alejó del gobierno sino que lo acompañaron todos los miembros del gabinete. 

Trabajadores. La secretaría de Trabajo y Previsión seguía sin tener a alguien al frente. El sábado 13 de octubre nombraron al reemplazo de Perón. Su nombre era Juan Fenantes y la noticia de su designación fue recibida por los trabajadores al mismo tiempo que se enteraron de que Perón estaba preso. Los gremios interpretaron las novedades como una amenaza a los beneficios obtenidos en el último tiempo y el primer discurso del nuevo secretario reforzó estos miedos. Luego de escucharlo, los trabajadores decidieron preparar una huelga general para el 18 de octubre. En la convocatoria se enumeraban múltiples reclamos -el mantenimiento de las conquistas sociales, la firma del decreto de aumento de salarios y participación en las ganancias, la negativa a la entrega del gobierno a la Corte, el pedido de levantamiento del Estado de sitio e, incluso, la reforma agraria- pero no hubo ninguna mención específica a Perón. 

Terminó el fin de semana y cuando se volvió a las fábricas algunos trabajadores decidieron ir hasta el centro de la ciudad y hasta la puerta de la Secretaría de Trabajo para pedir por Perón. El ex secretario seguía aún en la isla Martín García pero, para aquel momento, ya comenzaba a exigir que se le explicitaran los cargos en su contra y se le explicara por qué estaba detenido fuera de su jurisdicción, en una isla controlada por la Marina. En medio de estos reclamos, Perón aseguró sentirse mal y solicitó ser trasladado a un hospital. Su pedido fue escuchado por Farrell y la noche del 16 de octubre la pasó en Palermo, en una habitación del Hospital Militar. 

Todo era desconcierto, no se sabía bien quién manejaba el gobierno nacional ni cómo quedaría conformado el nuevo gabinete. Tampoco se terminaba de comprender la situación de Perón ni la estabilidad de los beneficios obtenidos. El clima creado y la cadena de comunicación que se armó entre los dirigentes sindicales permitió que la mañana siguiente, el 17 de octubre, se comenzara a organizar una movilización, que de a poco alejó a los trabajadores de sus fábricas y los fue conduciendo hacia la Plaza de Mayo, hasta llegar a la noche a reunir allí a una multitud que clamaba por Perón.

De cadáver político a candidato a presidente, una semana álgida terminó en una movilización que funcionará de ahí en más como parteaguas: esa jornada nació el peronismo y, en esa plaza, Perón encontró a su pueblo que, en ese mismo instante, lo designó su conductor. 

*Doctora en historia, profesora de Pensamiento Político Argentino (UBA).