OPINIóN
17 de octubre - 75 años

La huelga que se vio anticipada por las bases

Si la movilización popular del 17 de octubre fue el acta de nacimiento del “peronismo”, al día siguiente nació, con el paro general de la CGT, el partido Laborista que llevaría al entonces coronel Juan Domingo Perón a la presidencia del país, apenas cinco meses más tarde, por el voto popular.

20201017_peron_huelga_trabajadores_cedoc_g
Mensaje. Toda la agitación había comenzado cuando Perón fue removido de la Secretaría de Trabajo y Previsión. Para la CGT, todo era parte de “una ofensiva patronal para arrasar con las conquistas gremiales” que el movimiento obrero había obtenido. | cedoc

El jueves 18 de octubre de 1945 era, en realidad, la fecha señalada. El día del paro general dispuesto por la CGT  para exigirle al régimen militar imperante la recuperación de las conquistas laborales “amenazadas por la reacción de la oligarquía y el capitalismo”,  y en oposición a  la entrega del gobierno a los civiles, adquirió, sin embargo, un significado inesperado por los acontecimientos del miércoles 17. Miles de personas no se movían de las calles en distintas  ciudades y la pueblada de la víspera le daba otro cariz a la convocatoria gremial, confirmando  que estaba ocurriendo en el país algo imprevisto . Algo que trascendía tanto  la demarcación trazada por una de las centrales obreras como la evaluación que realizaban, en los despachos oficiales, los funcionarios de una dictadura en retirada, a la que se le escapaban las cosas de las manos.

La CGT había proclamado oficialmente que el 18 se realizaría una huelga nacional, respaldando así el paro que de hecho habían concretado un día antes grandes sectores de la clase obrera. Los acontecimientos del 17 y 18 de octubre habían comenzado a gestarse al producirse la remoción de Perón de la Secretaría de Trabajo y Previsión y su posterior detención en la isla Martín García. El secretariado de la CGT había analizado estos acontecimientos y advertido la existencia de “una ofensiva patronal para arrasar con las conquistas gremiales”. 

El martes 16 de octubre se reunió el Comité Central Confederal de la CGT para considerar, como único punto, la convocatoria a una huelga general para el 18 de octubre. La decisión de la CGT llegó tarde: apenas terminada la votación –era la una de la mañana del 17– grupos de trabajadores de todo el país se movilizaban en forma espontánea, alentados por una nueva camada de líderes gremiales entre los que se destacaría Cipriano Reyes. El motivo del paro fue “Defender las conquistas sociales frente a la reacción”. Y el de la gente en la calle, buscar a Perón para que volviera a la Secretaría de Trabajo.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

 

El paro general. La declaración de la huelga general del 18 expresaba: “Contra la entrega del Gobierno a la Corte Suprema y contra todo el Gabinete de la oligarquía; formación de un gobierno que sea una garantía de democracia y paz y que consulte a las organizaciones de trabajadores; realización de elecciones en la fecha fijada; levantamiento del Estado de Sitio y libertad a todos los presos civiles y militares que se hayan distinguido por sus claras y firmes convicciones democráticas y por su identificación con la causa obrera; mantenimiento y ampliación de las conquistas sociales y aplicación del decreto ley de aumento y salario móvil”.

El paro no era una huelga reivindicativa más. Tuvo la activa participación de otros núcleos sindicales, como la de los gremios integrados en la USA y la de los sindicatos autónomos. Así lo dilucida Juan Carlos Torre en su obra La vieja guardia sindical y Perón. La pueblada del día anterior resignificaba los objetivos de la central sindical. Si el 17 de octubre estaría destinado a convertirse en la instancia fundacional de una nueva presencia política en la Argentina, el 18 mostró a la dirigencia que la movilización popular iba por delante. El historiador Mariano Plotkin, en Mañana es San Perón, apunta que “aunque la huelga había sido declarada para el día 18, ya desde el 16 la agitación de las bases de algunos sindicatos se había tornado difícil de controlar”. 

 

El 18 en las calles. Al amanecer del 18 de octubre, los habitantes de La Plata se encontraron con un espectáculo que no tenía precedentes. Las calles céntricas no habían sido limpiadas por los barrenderos y se veían o vidrios rotos y puertas y ventanas despedazadas.

Contingentes provenientes de Berisso y Ensenada pasaron la noche durmiendo en las plazas, parques de la ciudad y se decía que los que habían retornado a sus hogares marcharían otra vez sobre La Plata durante el día. Desde temprano, algunos cronistas reportaban que pequeños grupos de adolescentes deambulaban por las calles con piedras y garrotes en las manos, cantando el nombre de Perón y ordenando a los comerciantes que no abrieran las puertas de sus establecimientos. También fueron atacadas ese día muchas casas particulares, y cerca de las diez de la mañana fue invadido el depósito principal de la fábrica de cerveza Quilmes, y se distribuyeron grandes cantidades de cerveza. A medida que iba creciendo la muchedumbre, volvía a descargar su ira sobre los mismos blancos escogidos en la jornada anterior: el diario El Día, los bares y confiterías céntricos fueron los objetivos favoritos aunque también se asaltaron panaderías y otros negocios de zonas menos elegantes.

Las escaramuzas continuaron hasta las 22:30, cuando centenares de huelguistas, con emblemas donde se leía la consigna “Esta noche quemaremos El Día”, arrojaron piedras y bombas molotov contra el edificio del diario platense. A medianoche, por primera vez en dos días consecutivos, había plena presencia policial en las calles y los manifestantes desaparecieron, muchos de ellos por simple agotamiento. El Día, que recién el 20 de octubre publicó su relato de lo sucedido, hizo una enumeración de las propiedades dañadas. Allí se contabilizaban 167 incidentes principales, la mayoría en la zona céntrica.

 

El día después. El viernes 19 de octubre, los dirigentes de la CGT reanudaron las sesiones del Comité Central Confederal para evaluar los acontecimientos y realizar un balance de la huelga general que había sido convocada tres días antes.

Como lo hemos subrayado en trabajos anteriores, el acta de aquella reunión de la central obrera revela un detalle significativo: en su transcurso se hace mención a lo ocurrido el 17 de octubre en la Plaza de Mayo, pero en ningún momento alude al coronel Perón. ¿Era un signo del quiebre entre la primera línea de la “vieja guardia sindical” y las bases de un proletariado que se había expresado en las calles coreando el nombre del desplazado Secretario de Trabajo y Previsión y vicepresidente? ¿Podían esos dirigentes hacerse cargo, al calor de lo ocurrido, de convertir a quien hasta una semana antes era el hombre fuerte de la dictadura militar en referente de las luchas obreras?

Durante las tres horas que duró el encuentro en el edificio de la Unión Tranviaria, el secretario general, Silverio Pontieri, llevó la voz cantante haciendo un resumen de lo acontecido. Señaló entonces que “el paro fue absoluto, y puedo afirmar que jamás se hizo en nuestro país y posiblemente en ninguna parte de América un movimiento de huelga tan unánime, ordenado y disciplinado como el que efectuamos”.

Se refiere al día anterior, el 18: “A partir de las 10 horas del día jueves empezaron a parar los medios de transporte y 30 minutos después, prácticamente el paro ya era absoluto (…). Considero que la CGT ha conquistado su triunfo más rotundo desde que existe como central de los trabajadores del país (…)”.

 

El Diario de la CGT. En el primer número del boletín CGT aparecido después del 17 no se mencionan ni los acontecimientos de esa jornada ni a Perón. Toda la atención, en cambio, está centrada en la huelga del 18, la que, según el periódico, “quedará grabada en la mente de los trabajadores”. Perón era el gran ausente en la interpretación de los hechos. Sin embargo, como hemos visto, Perón ya había cambiado el significado de la huelga transformándola en celebración del reencuentro entre el líder y su pueblo. 

En años sucesivos, el 18 sería declarado feriado por decreto, incorporado a la liturgia política peronista. La única mención hecha a los sucesos del 17 por parte de CGT fue la publicación en página central de una “declaración pública de la CGT” donde se menciona que las razones que motivaron la declaración de la huelga habían sido atendidas por el Presidente, según se podía deducir de su discurso del 17; desde el balcón de la Casa de Gobierno. Era un reconocimiento implícito de que la huelga del 18, que CGT intentaba caracterizar como un momento crucial, había, de hecho, perdido relevancia respecto a lo sucedido un día antes. Sin embargo, en esas deliberaciones estaba alumbrando el surgimiento de una nueva formación política –el Partido Laborista-, que daría su plataforma para el lanzamiento de la candidatura presidencial de Perón, consagrado como “el coronel de los trabajadores”. 

 

“Insólito y vergonzoso espectáculo”

S.S.G./F.B.

El día después del 17 de octubre Clarín titulaba “Una jornada dramática vivió ayer Buenos Aires. Farrell anunció nuevo gabinete, y debajo: El coronel Perón habló desde los Balcones de la Casa Rosada”. En recuadro al pie, destacaba: “No se entregará el Gobierno a la Corte, dijo el Presidente”. En edición especial, La Época, con sus grandes titulares, anunciaba que Perón había sido “ungido por un millón de argentinos” en Plaza de Mayo. No saldrían los tres vespertinos críticos del gobierno: Crítica, La Razón y Noticias Gráficas.Tampoco se editaron El Día y El Argentino, de La Plata,  ni  los dos diarios cordobeses La Voz del Interior y Córdoba.  La Prensa no se pronunció sobre los episodios del 17 y 18 en forma editorial y sólo empezó a dar  amplio espacio a las declaraciones de repudio por los hechos de violencia aislados que empezaron a difundirse cuatro o cinco días más tarde. El 19, La Nación  aludió tangencialmente a la concentración sin mayores detalles, refiriéndose a los grupos que “en esta ciudad han acampado durante el día en la plaza principal, en la cual, en la noche, improvisaban antorchas sin ningún objeto, por el mero placer que les causaba ese procedimiento”. Con el paso de los días el tono se  endurece  y se condena también editorialmente, “el insólito y vergonzoso espectáculo de los grupos que se adueñaron durante un día de la Plaza de Mayo, el asalto a diarios en varias partes del país, el ataque a residencias particulares y el saqueo de varios comercios…”.

 

Perón, en la tapa del New York Times

S.S.G./F.B.

The New York Times, a través de su corresponsal en Buenos Aires, Arnaldo Cortesi, sigue de cerca el torrente de hechos de esos días, desde el desplazamiento de Perón y los conciliábulos militares que le suceden, el multitudinario mitin de despedida frente a la Secretaría de Trabajo y Previsión que se lleva a cabo el miércoles 10 y es transmitido por la cadena nacional de radio y televisión; la ofensiva opositora que también moviliza gran cantidad de gente exigiendo la entrega del Gobierno a la Corte Suprema en Plaza San Martín frente al Círculo Militar el día 12; el arresto de Perón al día siguiente, su fugaz detención en la isla Martín García y el posterior traslado al Hospital Militar; la efervescencia social y la contraofensiva gremial con la convocatoria de la CGT al paro del día 18, acrecentada por el respaldo espontáneo de columnas de trabajadores que salen a la calle reclamando la liberación del coronel detenido. El miércoles 17 de octubre, al calor de los acontecimientos, Cortesi escribe una extensa crónica, que se publica al día siguiente en la primera página del principal diario norteamericano: 

“El Coronel Juan Perón, quien hace sólo ocho días fue echado del Gobierno argentino por el Ejército y fue luego enviado como prisionero a la isla Martín García, protagonizó un sensacional regreso hoy y confirmó que es ‘el hombre fuerte’ en Argentina. No sólo obtuvo su propia liberación sino que también despidió al General Eduardo Avalos y al Vicealmirante Héctor Vernengo Lima, quienes habían tomado posesión del gobierno después de su renuncia.

Perón restableció a sus amigos y partidarios dentro del Gabinete, aunque él mismo se mantiene fuera del Gobierno, al menos hasta el presente. Mas aún, él ha renunciado al Ejército. El está partiendo para un descanso de quince días en el territorio de Chubut, después del cual, dice, se dedicará exclusivamente al pueblo argentino-lo cual se presume que significa que empezará su campaña presidencial”.
 

*Periodistas e historiadores. Colaboró: Vittorio Hugo Petri.