La pandemia trastocó la política argentina; no es la economía. Aunque el mundo entero enfrentó al virus, en el país la situación fue particularmente severa y la gestión de nuestros líderes, especialmente cuestionable.
Javier Milei emerge como una respuesta a lo vivido en la pandemia, y su ascenso está emparentado con el crecimiento descomunal de la abstención. La desconfianza en la política clásica, se volvió tan marcada que, sumando abstencionistas y votantes de Milei, dos tercios de la población parecen haberse desvinculado del panorama político tradicional. No es un voto bronca, es algo más profundo.
En la corriente del pensamiento “Desilusionista”, el término “sonambulismo” describe la cadena diaria de hábitos que hace indistinguible un día de otro, una suerte de dormir despierto. Con la pandemia, este sonambulismo fue abruptamente interrumpido para la mayoría de nosotros con la flagrante excepción de un selecto grupo que pudo mantener su estilo de vida intacto: los dirigentes políticos.
Reconozco que el confinamiento fue una medida necesaria, pero hay aspectos del manejo de la crisis que generaron una profunda desconfianza, y más aún, el sentirse traicionados, entre ellos:
- El negacionismo científico del gobierno a priori sobre la posible llegada del virus a la Argentina
- Información falsa sobre la protección de los barbijos caseros
- Eventos escandalosos como la fiesta de Fabiola Yáñez
- Comprar las vacunas basándose en ideologías (Sputnik vs Pfizer)
- Vacunaciones preferenciales y falta de transparencia (el vacunatorio VIP)
- Pérdidas personales y la prohibición de acompañar a seres queridos en momentos críticos incluyendo el último adiós
El hecho de que hasta hoy no haya habido responsables, ni mea culpa oficial, añade al recelo ya coagulado de la gente.
Para la gente de a pie, los líderes nacionales estaban, y todavía lo están, desconectados de la realidad del confinamiento, mientras que el resto luchaba con sus graves consecuencias emocionales y económicas.
Coronavirus Milei
La juventud, ese segmento que votó masivamente a Milei, fue especialmente afectada. El confinamiento en soledad magnificó el sufrimiento y sus inevitables secuelas, como las vividas por presos en celdas solitarias.
La percepción general es que la gestión nacional, más que la provincial o municipal, fue la responsable de las medidas más estrictas y eso explica la divergencia representada por el corte masivo de boleta entre Milei, los intendentes y gobernadores.
En conclusión, dos tercios de los argentinos sienten una profunda desconexión con los líderes del gobierno y oposición por igual. No se trata de la inflación desatada sino principalmente de una combinación de lo vivido y lo perdido durante la pandemia junto a la profunda crisis económica que impiden volver a sonambulear.
Si este grupo estuviera simplemente embroncado, lo manifestaría en las calles.
Pero más que enojados, parecen haberse exiliado de la vieja sociedad conformando una mayoría que se adivina impenetrable. Es una fantasía del peronismo y de JxC pensar que si usan el miedo y las otras armas electorales clásicas (prebendas, cartas de grandes economistas y filósofos auto-percibidos) lograrán revertir el fracaso en ciernes. Las cosas como son.
