La devaluación registrada por el tipo de cambio oficial durante los últimos meses no depende exclusivamente de la incertidumbre electoral como única causa. Durante los periodos de elección históricamente se observa un aumento en la volatilidad del dólar. Sin embargo, hoy podemos observar un fenómeno diferente.
La caótica estrategia de estabilización de precios realizada por el gobierno tuvo marchas y contramarchas, pero sin dudas estuvo dominada por el uso del atraso del tipo de cambio como driver estabilizador de precios. En este último año y medio se desaceleró la inflación a la par de que se registró una fuerte inflación en dólares convirtiéndonos en un país caro para extranjeros y locales. Muchas veces se ha utilizado en las últimas décadas a la tasa de cambio como estabilizador de precios, siempre con resultados nefastos. Esta vez no será diferente.
La batalla menos pensada de Milei en contra de Lady Market y los bancos
Durante el año y medio del Gobierno de Javier Milei, los precios han crecido en promedio a un ritmo del 6% mensual en tanto que durante los últimos meses la desaceleración de la inflación permitió que dicho promedio bajara al 2,3%. Nada muy distinto de lo sucedido en 2017 con Macri y que termino muy mal. Más allá de la eficiente comunicación oficial, la inflación en Argentina sigue siendo alta, pero con un dólar pisado y un déficit oculto detrás de la capitalización de los intereses de la deuda de tesorería, todo lo cual esconde el riesgo de un regreso no esperado.
Dado que el objetivo es contener el dólar a toda costa antes de los comicios, el gobierno ha iniciado una serie de errores de implementación y de consistencia de sus políticas monetaria, cambiaria y financiera. Si bien técnicamente teníamos un sistema de flotación entre bandas, el Banco Central y el Tesoro no han parado de intervenir directamente e indirectamente sobre el tipo de cambio, es decir han recurrido -una vez más- a medidas de neto carácter intervencionista y por demás alejadas de los discursos en favor de la libertad que pregonan. En otras palabras, la desprolijidad ha dominado las acciones del Banco Central y del Tesoro contribuyendo aún más al clima de incertidumbre.
Poniendo las cosas en su lugar, queda claro que el gobierno ha abandonado los mecanismos ortodoxos de estabilización para parecerse en su accionar a los gobiernos que más detesta. Nada tiene que envidiar de la venta de futuros del final del gobierno de Cristina, el manejo de las mesas de dinero de Massa o la fiesta de cuasifiscal del gobierno de Macri. Eso sí, disfrazado con un antifaz donde todo es más complejo e intrincado, digno de una ingeniería financiera que intenta maquillar la realidad el máximo tiempo posible más que evitar el colapso financiero que se avecina.
La ausencia de reservas netas del Banco Central, el no haber comprado las reservas prometidas al Fondo, el ocultar el déficit financiero con letras capitalizables, el aumentar los encajes bancarios a más del 50% y ahora la intervención directa en el mercado con dólares que no tienen, dejan en evidencia la debilidad del programa.
El gobierno ha abandonado las bandas de flotación para fijar un tipo de cambio discrecional, fijo e indeterminado sin reservas para defenderlo. Esto es sin dudas la antesala del inicio de una crisis de balanza de pagos que culminara con una fuerte corrección cambiaria que elevara el tipo de cambio real de manera abrupta. En poco tiempo pasaremos de ser caros como Paris a ser tan baratos como Etiopia.
Queda por determinar cuál será el impacto inflacionario de esto. Para que el tipo real de cambio suba, los precios deberían crecer menos que el dólar. No es disparatado esperar entonces que luego del salto cambiario vuelvan las restricciones a la cuenta de capital (nuevo cepo) y algún tipo de restricciones al sistema bancario para evitar la corrida sobre los depósitos.
Lo que viene no es bueno ni promisorio. Seguramente la inflación retornará a valores más altos que los actuales, pero sin explotar. La pobreza volverá a subir y se acabaran los viajes al exterior para comprar ropa y celulares baratos. La incógnita será lo que suceda con el sistema bancario, pero no dudamos que los encajes podrían ser más altos compensados por el retorno del dinero remunerado.
Como vemos, todo vuelve en Argentina como un eterno círculo perverso que nos hace cada día más pobres y desesperanzados.
* @CalixtoLiber, Economista, Profesor de Economía Monetaria Internacional, Universidad del CEMA
** @Dofipaz, Abogado, Asesor de Empresas, Profesor de Derecho Constitucional, UBA.
Los puntos de vista de los autores no necesariamente representan la posición de la Universidad del CEMA ni de la UBA.