OPINIóN

Cuando la Marina Militar italiana fortaleció la amistad con Argentina

Benedetto Brin, ministro de la Marina italiana a fines del siglo XIX, tuvo un papel clave en los esfuerzos de nuestro país para aumentar nuestro poder naval en un momento difícil en la relación con Chile.

Benedetto Brin
El ministro de marina italiano, Benedetto Brin | Cedoc Perfil

La visita del buque escuela de la Marina Militar italiana “Américo Vespucio” a la ciudad de Buenos Aires constituye una oportunidad para recordar un momento importante de la histórica relación entre Italia y Argentina, que involucró a las Armadas de ambos países y donde tuvo particular y decisivo protagonismo una prestigiosa figura: el ministro de Marina del Reino de Italia, Benedetto Brin.

Entre 1878 y 1902, Argentina y Chile se hallaron ante el riesgo de una inminente confrontación por diferencias limítrofes sobre el vasto territorio patagónico; lo que provocó una carrera armamentista que se manifestó especialmente en el ámbito naval. 

Hacia 1895, el poder naval de Chile era superior al de nuestro país, lo que obligó al gobierno argentino a intensas y urgentes negociaciones para fortalecer la Marina de Guerra, las cuales se desplegaron con especial ritmo entre 1896 y 1898.

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Aquellas gestiones se orientaron especialmente hacia el Reino de Italia, país que mantenía estrechos lazos de amistad con Argentina por la llegada de crecientes flujos de inmigrantes italianos desde mediados del siglo XIX, quienes formaron una importante y activa colectividad entre la población argentina.

Las operaciones argentinas para adquirir buques de guerra en Italia (1896-1898), encontraron el decisivo y generoso apoyo del ministro de Marina, Benedetto Brin, un prestigioso ingeniero naval y relevante político y hombre de Estado italiano quien tuvo un papel clave en los esfuerzos para aumentar nuestro poder naval en circunstancias tan críticas. 

Si con su sólida formación técnica y profesional, además de sus dotes de estadista, logró renovar y modernizar la Marina Militar italiana -volviéndola potencia naval-, por qué no podría ser también el artífice decisivo en la transformación de Argentina en este aspecto.
En su vasta labor como ingeniero naval y ministro, Brin diseñó y promovió estudios y proyectos de nuevos y avanzados buques de guerra; fundó la Academia Naval de Livorno; fortaleció la Escuela Superior Naval de Génova para formar ingenieros navales; impulsó las industrias mecánica, metalúrgica y siderúrgica para crear una industria naval nacional que adquirió prestigio y reconocimiento internacional; fundó fábricas de acero, corazas, artillería, torpedos y máquinas; estimuló la Marina Mercante y estableció premios para construcciones navales en el país. Acorde al espíritu de la época, consideraba que una fuerte Marina de Guerra daba prestigio y otorgaba a un país el rango de Potencia.

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Aquel era el hombre con quien nuestros políticos, diplomáticos y marinos trataron entre 1896 y 1898 para comprar buques de guerra y alterar la superioridad de la Armada chilena. Las gestiones fueron complejas y difíciles, pues estuvieron atravesadas por críticas internas, manejo de influencias, espionaje, intrigas e imprevistos de todo tipo.

En un clima de gran tensión, Brin asumió una postura firme y decidida en favor de Argentina y defendió con éxito en el Parlamento la venta de buques de guerra a nuestro país, la cual había provocado críticas de algunos miembros del cuerpo legislativo.
Así, fueron vendidos a la Armada Argentina cuatro modernos y excelentes cruceros acorazados, construidos en los astilleros Ansaldo y Orlando bajo los diseños de Brin. Destinados inicialmente para la Marina Militar italiana,estos buques combinaban protección, velocidad y poder artillero. 

Cabe destacar que, gracias a las gestiones del ministro, fueron cotizados para Argentina al mismo precio que para la Marina Militar italiana y con amplias facilidades de pago. Su incorporación a nuestra Armada (1896-1898), con los nombres de “Garibaldi”, “San Martín”, “Belgrano” y “Pueyrredón”, contrarrestaron el respetable poder naval de Chile y contribuyeron a la paz con los Pactos de Mayo en 1902.

Lamentablemente, no pudo presenciar totalmente sus logros. El 24 de mayo de 1898 falleció Benedetto Brin, el distinguido italiano que, gracias a su decisiva ayuda, permitió fortalecer nuestra Armada en momentos muy difíciles y crear las condiciones para la paz en Sudamérica. Una calle de la ciudad de Buenos Aires recuerda, con justicia, a este prestigioso y sincero amigo de la República Argentina.


* Magister en Defensa Nacional y profesor de Historia en UADE