OPINIóN
Adiós al expresidente

La ambición política de Menem

El Mercosur fue también un gesto audaz de Carlos Saúl, para encarar la relación con Brasil, pero el contrabando de armas a Ecuador y Croacia y la nula transparencia en los procesos de privatizaciones de las empresas públicas oscurecieron su gestión.

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Mercosur en 1991 | CEDOC

La desaparición de Carlos Menem obliga a una recapitulación sobre una figura que dominó la escena política argentina durante una década en la cual el país sufrió importantes transformaciones. La nominación como candidato del Partido Justicialista, precedida por una conflictiva campaña, puso de manifiesto una clara ambición de poder y la capacidad de convocatoria en un momento donde la Argentina atravesaba una grave crisis económica.  Los dos primeros años de gobierno estuvieron marcados por la indefinición que contradecían la seguridad exhibida en los actos proselitistas.

Las dificultades del comienzo mostraron su capacidad de acción y determinación para adoptar decisiones que en la mayoría de los casos fueron opuestas a su programa de gobierno. Los nombramientos sucesivos de Miguel A. Roig, Néstor Rapanelli, Antonio E. González y  Domingo Cavallo como ministros de economía en un plazo menor de dos años dan cuenta de las vicisitudes para encontrar un rumbo. En ese período se aprobaron el Acuerdo con el FMI,  las Leyes de Emergencia Administrativa y Económica y el Plan Bonex, la privatización de YPF y la Reforma del Sistema Jubilatorio produciendo una drástica alteración  del Estado. Todos estos cambios que contaron con el apoyo del Partido Justicialista mostraron su capacidad de manejo para torcer voluntades a pesar de contrariar los lineamientos del partido político que lo llevó al poder y sostuvo durante sus diez años de gobierno.

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El Mercosur fue también un gesto audaz para encarar la relación con Brasil. La Declaración de Foz de Iguazú firmada por  los Presidentes Alfonsín y Sarney en 1985 se transformó en el Tratado de Asunción rubricado el 26 de marzo de 1991 dando origen al más importante proyecto de integración en la historia argentina. La concreción de Mercosur, el legado que puede ser calificado como el más importante,  requirió temeridad porque a pesar de los declamados principios de integración hubo que vencer resistencias para acordar el programa de integración, y que hoy incluso después de treinta años, sigue despertando recelos para concretar el mercado común.

Los indultos, el contrabando de armas a Ecuador y Croacia y la nula transparencia en los procesos de privatizaciones de las empresas públicas oscurecieron la gestión durante esos años. Los indultos formaron parte del proceso iniciado por el Presidente Alfonsín con las  Leyes de Punto Final y Obediencia Civil enmarcados en los levantamientos militares ocurridos entre 1987 y 1990. El último golpe fue reprimido con severidad condenado a los cabecillas y consolidó el control civil sobre las fuerzas armadas eliminando definitivamente los riesgos de otros levantamientos.   El contrabando de armas culminó con la voladura del arsenal de Río Tercero en 1995, y los negocios de las privatizaciones facilitaron el surgimiento de una burguesía nacional, en palabras de Malena Galmarini,  asociada al poder político.

Carlos Menem tenía la virtud de su sencillez en el trato con la gente, su amabilidad por fuera de las jerarquías

La ambición política le permitió a Carlos Menem alcanzar el puesto más alto al cual puede aspirar un político pero también el deseo de permanencia,  al cual todos los de la misma casta son adictos, lo llevó a no  darse cuenta de cuáles son los límites que impone la realidad. El Presidente Menem tuvo la audacia de modificar sus posturas cuando las circunstancias requirieron encontrar soluciones en condiciones adversas pero quizás la tenacidad no lo ayudó a ver el desgaje que iba sufriendo su base de apoyo, principalmente a  partir de 1995, y la necesidad de ceder para preservar su sitial en la historia.

La ambición política le permitió a Carlos Menem alcanzar el puesto más alto al cual puede aspirar un político pero también el deseo de permanencia

En las elecciones de 2003,  Menem sólo obtuvo el 24% de los votos seguido por Kirchner con el 22% en una sutil maniobra para eliminar las internas en el Partido Justicialista. No supo reconocer que su tiempo había pasado y que los amigos de antaño en los cuales había confiado aspiraban a reemplazarlo. Carlos Menem tenía la virtud de su sencillez en el trato con la gente, su amabilidad por fuera de las jerarquías. Pero sufrió el síndrome de todos los líderes, y hoy al momento de su desaparición su paso por la presidencia continúa siendo objeto de polémica después de veinte años. Quizás su experiencia debería llamar a la reflexión para que otros u otras sepan discernir cuándo es el momento de abandonar el podio para facilitar la reconciliación entre los argentinos.