OPINIóN
Disturbios en el Capitolio

Donald the Clown y los blancos desclasados de Estados Unidos

Muchos norteamericanos adoran los payasos de las películas de terror, como aquel en el que se ha convertido el presidente y que representa muy bien a una clase de marginados.

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Los payasos del terror son muy populares en la cultura popular norteamericana. | Cedoc Perfil y Agencia Afp

Donald Trump construyó su carrera política en base al personaje de un payaso. El presidente saliente de Estados Unidos se insertó en el inconsciente colectivo norteamericano, en la estructura cultural nacional, a través de decenas de “cameos” en series televisivas y filmes de Hollywood. Desde hace ya varias décadas, todo el mundo conoce a The Donald.   

Hace poco tiempo se conoció incluso la historia de su participación en “Home Alone 2” (la secuela de “Mi pobre angelito”), en una famosa escena que comparte con Kevin en el lobby del Plaza Hotel, de Nueva York.

El Plaza era en aquel momento, hacia fines de 1991, propiedad de Trump, quien se acercó a los encargados de la producción y prácticamente les impuso su participación en la película a cambio del permiso para filmar en el hotel.

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En 2004, su brillo de celebridad se hizo cegador cuando produjo y protagonizó “The Apprentice”, un “reality show” que marcó época en Estados Unidos por su liviandad y crueldad.

Para entonces, Trump estaba dejando de ser un payaso común y se convertía en uno de esos clowns de película de terror que tanto gustan a los norteamericanos, como Pennywise, el protagonista de “It”, Billy the Puppet de “Saw” o el Clown Doll de “Poltergeist”.

Lo problemático de este “guión” de película de terror es que Donald the Clown terminó convirtiéndose en el líder de un enorme sector desclasado de la sociedad estadounidense, el de los blancos pobres y con poca educación, el segmento que había querido conquistar el Tea Party a partir del 2009, sin mucha suerte.

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Son los blancos del interior del país, de los estados que nunca aparecen en filmes o televisión, los pequeños productores agrícolas de Oklahoma o Idaho, los que se quedaron sin trabajo en las fábricas automotrices de Detroit, ex miembros de las fuerzas armadas que jamás lograron reinsertarse en el mercado laboral.

Todos ellos ya habían sido olvidados por el Partido Demócrata, que fue el campeón de los trabajadores a mediados del siglo pasado pero que los dejó de lado prefiriendo el glamour de Nueva York y California.

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Un proceso muy bien explicado en el libro “What's The Matter With Kansas?”, de Thomas Frank, una pintura de cómo aquellos blancos desilusionados, pobres y deprimidos fueron seducidos por el creciente populismo de los republicanos.

Pero ese proceso nunca había cristalizado: a estos blancos desplazados nunca los representó George W. Bush, y Barack Obama pasó su presidencia despreciándolos.

Llegaron las elecciones del 2016, Trump era demasiado parecido a Krusty the Clown y el personaje ideal para que este submundo político blanco detuviera al elitismo de Obama y Hillary Clinton. Llegó el 6 de enero del 2021 y los más extremistas de estos seguidores del presidente dijeron “fuck it”, y lo convirtieron en un nuevo payaso de película de terror.