OPINIóN
Intereses

Seguimos fracasando con todo éxito

Con la expropiación de Vicentin no se explica demasiado en qué beneficia al futuro del país.

Vicentin
Vicentin | Cedoc

Argentina, ejemplo notable de transformación de lo que era un país “condenado” al éxito, en un fracaso que sumergió 50 años de grandeza, y a generaciones de argentinos  en la desilusión y la frustración después de 80 años.

Si bien las soluciones, siempre complejas, están en el imaginario de la mayoría de nosotros, la soberbia de millonarios de antaño no nos deja ver nuestra pobreza actual. Esta falta de visión de la realidad nos lleva a aquello que sabiamente decía mi padre, “cuando al rico le falta plata, le saca el hueso al perro”. Así es como vemos a los distintos gobiernos que sucedieron aquellos 50 años de grandeza, proponer permanentemente leyes e impuestos de la variedad que el imaginario no alcanzaría a cubrir, en lugar de  intentar corregir los errores que nos trajeron a la catástrofe de hoy.

Podría mencionar cientos de horrores institucionales cometidos por el Congreso Nacional, muchos de ellos sugeridos por el Poder Ejecutivo de turno, convalidados por un silencio cómplice del Poder Judicial, pero siempre lejos de cuidar el delicado balance de proveer igualdad de trato a todos los ciudadanos. La expropiación de Vicentin muestra la misma incertidumbre que la Intención de modificar la ley de Hidrocarburos, y en ambos casos la desconfianza de no saber a quién beneficia la decisión. Tampoco se explica demasiado en qué beneficia al futuro del país y las consecuencias de una decisión tan autoritaria como extemporánea en un país cada día menos integrado al mundo.

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Siendo un profesional de la energía debería interesarme que se hiciera una ley que modernizara la vieja 17319 de Junio de 1967, que suma 53 años regulando la industria de los hidrocarburos. Pero no es este el caso, en mi opinión, es más importante el cumplimiento de las leyes que la formulación de nuevas, algo a lo que los gobiernos no han demostrado ser muy afectos en la Argentina. Los partidos políticos priorizan una cuestión ideológica al beneficio colectivo. Es el gobierno de turno quien según los intereses y convicciones “impone” sus “ideales” generalmente en línea con compromisos y apetencias partidarias, personales o de grupos afines a sus inclinaciones. Si tuviéramos un poder legislativo que trabajara con la seriedad y honestidad que se le requiere, no sería tan grave, ya que se aseguraría la calidad institucional que claramente Argentina hoy no tiene.

Es común escuchar a la política hablar de la “gente” como si ellos representaran a la totalidad del pueblo, pero jamás someten la idea a la compulsa popular

Es común escuchar a la política hablar de la “gente” como si ellos representaran a la totalidad del pueblo, pero jamás someten la idea a la compulsa popular, porque un resultado negativo expondría su condición partidaria o ideológica. Los ciudadanos reclaman leyes que no forman parte de la agenda política, podría mencionar la ley Impositiva, la ley Electoral, la Ley de presupuesto, y tantas otras más absolutamente necesarias para asegurar sustentabilidad, claridad e institucionalidad.

En lugar de hacer jueguitos para la tribuna con leyes que buscan primariamente aumentar la recaudación, como la nueva ley de Alquileres, o la imposición de un barril criollo, utilizando excusas tan inverosímiles como mantener un standard de precios que permita el desarrollo de Vaca muerta, o vaya a saber que otra imaginativa excusa del funcionario de turno, pero que realmente esconden un impuesto extra que inevitablemente pagara cada ciudadano a la hora de adquirir cualquier producto en la cadena de abastecimiento.

Mi percepción sobre las leyes que ha tratado el congreso en los últimos tiempos, buscó un principio de entretenimiento de la opinión pública y los medios a fin de tener tiempo para ir a fondo con transformaciones en otros órdenes que atendían a sus propias ambiciones. El ejemplo palmario es el ajuste de las jubilaciones. Vemos con espanto que lo que fue el aporte de años para asegurarnos una vejez tranquila, se distribuye en no tan ancianos planes sociales para gente que debería poner su esfuerzo juvenil para sostener el país y ayudar a los ancianos con más aporte.

Las leyes que ha tratado el congreso en los últimos tiempos, buscó el  entretenimiento de la opinión pública y los medios a fin de tener tiempo para ir a fondo con transformaciones en otros órdenes

Me niego a reconocer que en Argentina hay otras formas de vivir mejor y con menos esfuerzo. Pude ver crecer a generaciones de sindicalistas, generaciones de políticos, generaciones de jueces,  generaciones de gente políticamente correcta, que a través de guardar silencio o ampararse al calor del poder de turno, crecieron en su capacidad económica sin importar el nivel de educación y el esfuerzo que habían aplicado para lograrlo. Es inexplicable que los argentinos pensemos que el problema no es la fórmula, sino quienes hacen los cálculos, esperando que algún iluminado logre un resultado diferente. Mientras tanto tenemos ministros que sin vergüenza dicen que “hay que hacerse el boludo”, o que tenemos menos pobreza que Alemania, diputados que no han terminado su secundaria, y jóvenes en los 30 que interpretan las necesidades de los ancianos manejando sus aportes y obra social con el único mérito de pertenecer a una agrupación afín con el gobierno, pero de honestidad, idoneidad, antecedentes profesionales, esfuerzo y sacrificio por el país nada. El resultado es claro, seguimos fracasando con todo éxito.

*Ingeniero con Especialización en petróleo y Gas y un Máster en Administración de Empresas (MBA) de la Universidad de Texas en Austin. Ingeniero mecánico.