OPINIóN
Desafíos de representación

El Congreso que viene

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Lentamente, el Congreso intenta recuperar su lugar en la toma de decisiones a nivel nacional. Con la sesión de la Cámara de Senadores y la Cámara de Diputados este miércoles pasado, comenzó el camino hacia la que podría definirse como la fase 3 de la cuarentena institucional.

La fase 1 de cuarentena institucional supuso el receso de las instituciones de gobierno casi en su totalidad. En período de sesiones ordinarias del Congreso, no existían los dispositivos para lograr funcionar en aislamiento social preventivo y obligatorio. Imposibilitados de circular, ni los legisladores ni los trabajadores legislativos tenían la opción de continuar con su trabajo. El Poder Judicial también entró en una extendida feria judicial, limitando su actividad a cuestiones excepcionales. La urgencia de la emergencia sanitaria a fines de marzo hizo que la representación quedara subsumida ante la impronta unilateral del Ejecutivo. La pregunta sobre la esencialidad de la labor legislativa y representativa del Congreso Nacional no fue puesta sobre la mesa hasta pasados treinta días de cuarentena.

La fase 2 de la cuarentena institucional vino aparejada a esta discusión. ¿Debían sesionar las cámaras? A la distancia parece una pregunta con respuesta sencilla: Sí, debían hacerlo. Sin embargo, la apertura que supuso la fase 2 fue dificultosa. Travesías por la democracia de los legisladores, reclamos en redes sociales de los ciudadanos, indefiniciones de la Corte Suprema y una demora en la decisión efectiva de las autoridades de ambas cámaras de implementar un sistema de sesiones semipresenciales derivaron en una discusión de más de dos semanas sobre la importancia de reactivar el Congreso.

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La fase 3 de la cuarentena institucional podría definirse como de reapertura cooperativa. Luego del intento fallido, hace dos semanas, por parte de la Cámara de Diputados de implementar un sistema semipresencial –que dejó de manifiesto que algunas suspicacias respecto a la propuesta tenían asidero–, ambas cámaras avanzaron sobre la adaptación de los protocolos internos para habilitar las sesiones y tratar órdenes del día limitados temáticamente a aquello que urge en este momento: transitar la emergencia epidemiológica. En Diputados se optó –cual si fuera una nueva prueba piloto– por avanzar sobre la aprobación del nuevo protocolo de sesiones virtuales y dos proyectos directamente vinculados con la pandemia. La condición de posibilidad de tratamiento de ambos proyectos pareció ser la de contar con unanimidad de los bloques. No fuera cosa que volviera a fallar el sistema. En el Senado se dieron a la muy relevante tarea de ratificar los DNU emitidos por el Ejecutivo en el marco de la emergencia sanitaria, remarcando así su función de control dentro del régimen republicano. De veinte decretos a revisar, solo dos presentaron posiciones divergentes entre oficialismo y oposición. En esta fase de la cuarentena institucional, en su primera sesión, ambas cámaras decidieron mostrarse cooperativas con el Ejecutivo.

El desafío que enfrenta hoy el Congreso ya no es la adaptación al mundo que viene, con distancia social y la mitad de los legisladores en 2D. Ese desafío, el miércoles quedó demostrado, está superado. La fase 4 de la cuarentena institucional tendrá que ver con el ejercicio efectivo de la representación, más allá de la cooperación. Animarse a la disidencia, al debate, al cuestionamiento. En fin, restablecer el equilibrio de poderes, para así recuperar el rol representativo y garantizar que la nueva normalidad guarde referencias con la antigua. Y así recuperar ese espacio central que el Congreso fue adquiriendo en estos últimos años como arena de decisión política. Queda por ver si los legisladores estarán a la altura de las circunstancias. Si se animarán a alzar su voz para representar a los ciudadanos, los que apoyan y los disconformes, o si el tapabocas se convierte en silencio.

 

*Doctora en Ciencia Política. Profesora de Fundamentos de Ciencia Política y de Introducción al Conocimiento de la Sociedad y el Estado (UBA).