Todo camino electivo de por sí conlleva una carga emocional por tener que enfrentar el acto y la responsabilidad de elegir. Aquí aparece, como dice Renata Salecl: "La angustia de la elección. Una angustia que nace del miedo a equivocarse y de tener que hacerse cargo del resultado de esa elección. De no aceptar que cuando se elige una cosa, se deja de lado a otra; porque no se puede tener todo, ni tampoco, hacer todo."
Aquí nos enfrentamos a sabiendas o no, con algo importante, que es la realización vivencial de un duelo. ¿Por qué un duelo? Porque en todo duelo elegir a “A” implica que dejo de lado o no elijo a “B”, “C” o “D” y como el duelo es un proceso que conlleva un tiempo, donde se transitan distintas emociones, nos vamos a encontrar con la aceptación o arrepentimiento de nuestra elección.
Ahora bien, si a esto que es natural, se le agrega la movilización emocional por el bombardeo que se padece diariamente desde todos los medios de comunicación, nos llevaría a producir un voto netamente emocional. ¿Qué significa esto? Que la emoción nubla la razón, por lo que lo elegido, no es, necesariamente, lo querido desde un punto de vista racional.
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Acá podríamos analizar en nuestro hoy, cómo la infodemia incide, con sus mensajes, en nuestras determinaciones. Porque si se escucha hablar "esta opción o el caos", acompañado de imágenes y noticias de violencia callejera, desmanes, saqueos y, por añadidura, anuncios de incertidumbre económica proyectada a todas las áreas, será muy difícil para el común de la gente, poder elegir de forma clara y con discernimiento entre las distintas propuestas electorales, despojado de la impregnación de la angustia, la ansiedad y, por supuesto, el omnipresente miedo.
Todo lo expuesto anteriormente pondría de relieve cómo aspectos emocionales como la ansiedad, la angustia y el miedo serían, hoy, los determinantes de la elección a realizar. Sabiendo que no queda otro camino que el elegir, aunque en muchos casos, se preferiría evitar el tener que estar sometido a la presión de tener que hacer este acto.
Lo cual, también, hace al libre albedrío "elijo no elegir". ¡Oh, dilema! Sin importar bajo qué condición se haga, si racional o emocional, el hecho es que siempre se está eligiendo.
