OPINIóN
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En materia de cambio climático, el capital debe seguir el liderazgo de África

El sistema de desarrollo global atraviesa un cambio estructural que deja a África frente a un desafío histórico: impulsar su transición energética con recursos propios y apoyo internacional.

Cambio Climático 25092025
Un océano de paneles solares azules ondula sobre las dunas ocres del desierto de Kubuqi, en Mongolia Interior, un ejemplo brillante de la casi inconcebible transición energética de China. | AFP

NUEVA YORK – El sistema de desarrollo global posterior a la Segunda Guerra Mundial ha cambiado de manera drástica, un tema central de debate en la reciente Asamblea General de las Naciones Unidas y en los encuentros sobre cambio climático. Los bancos multilaterales de desarrollo están sobrecargados, mientras que los principales donantes —como Estados Unidos y la Unión Europea— reducen sus presupuestos de ayuda exterior.

La falta de recursos es particularmente grave en el apoyo al desarrollo sostenible y a la transición verde de los países emergentes. Solo las naciones africanas enfrentan una brecha de financiamiento de 2,8 billones de dólares para alcanzar sus objetivos climáticos.

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Aun así, los líderes africanos están escribiendo el próximo capítulo de la acción climática: emprendedores en Nairobi, gestores de fondos en Lagos, innovadores de base, inversores públicos y privados, y reformadores políticos en todo el continente se están movilizando para construir una economía verde.

Con su abundancia de recursos naturales y una fuerza laboral en rápido crecimiento, África tiene el potencial de lograr una transición hacia la energía limpia que impulse un desarrollo sostenible e inclusivo. Pero la pérdida del financiamiento tradicional del desarrollo hace más urgente que nunca que inversores, filántropos y actores del sector privado apoyen esta revolución verde regional.

En este sentido, desde el Fondo de Desarrollo Económico Soros (SEDF) estamos redoblando nuestra apuesta por soluciones lideradas por africanos, como motores de crecimiento económico sostenible y prosperidad compartida.

La energía limpia está en el centro de estos esfuerzos. Actualmente, unos 600 millones de personas en África todavía carecen de acceso a la electricidad, un obstáculo clave para el desarrollo de economías resilientes capaces de generar empleo y movilidad para los millones de jóvenes que ingresan al mercado laboral cada año.

Sabemos qué funciona. Escalar tecnologías comprobadas —como la energía solar descentralizada y la infraestructura resiliente al clima— podría catalizar lo que James I. Mwangi, de Africa Climate Ventures, llama “crecimiento climático positivo”. Sin embargo, la implementación a gran escala de estas tecnologías sigue siendo demasiado lenta. África posee el 60% de los recursos solares del planeta, pero representa solo 1% de la capacidad instalada y 2% de la inversión global en energía limpia.

Estas brechas se deben en gran parte a riesgos reales y percibidos que han desalentado la inversión pública y privada. En el SEDF, creemos que el mayor riesgo es la inacción. Aunque África contribuye solo con 2 a 3% de las emisiones globales de CO₂, es el continente más vulnerable al cambio climático. Para 2030, hasta 118 millones de personas que viven con menos de 1,90 dólares diarios podrían quedar expuestas a sequías, inundaciones y olas de calor extremo.

Con una población proyectada a casi duplicarse hasta los 2.500 millones en 2050, y una urbanización acelerada, la demanda de energía aumentará significativamente. Sin energía limpia e infraestructura resiliente, este crecimiento demográfico podría transformarse en una catástrofe de carbono. Además, los gobiernos que no logren ofrecer prosperidad y resiliencia compartidas enfrentan mayores riesgos de inestabilidad, migración y crisis políticas.

Por eso invertimos: no a pesar de los riesgos, sino por ellos. Hasta la fecha, el SEDF ha comprometido 55 millones de dólares en iniciativas lideradas principalmente por inversores y emprendedores africanos, con nuevos compromisos en camino. En algunos casos, asumimos posiciones de primera pérdida para atraer a más socios comerciales.

Esperamos que, con el tiempo, la evidencia de impacto y rentabilidad atraiga a un conjunto más amplio de inversores, liberando más capital para el crecimiento verde de África. Cada inversión busca fortalecer la infraestructura de los mercados de capital locales mediante alianzas innovadoras y duraderas, como la Alianza para la Infraestructura Verde en África y la Iniciativa Hardest-to-Reach de Acumen.

Es esencial consolidar este modelo, especialmente ante la creciente demanda de minerales críticos y tierras raras del continente, y la oportunidad de que esa riqueza se traduzca en prosperidad compartida.

En síntesis, apostamos a un futuro en el que el crecimiento africano, inclusivo y favorable al clima, beneficie a todos.

*Directora ejecutiva del Fondo de Desarrollo Económico Soros y conductora del podcast Capital for Good en la Escuela de Negocios de Columbia.

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