OPINIóN
Oficialismo y oposición

Escenario político, economía y elecciones: ¿estaremos por dar el primer paso?

No basta con sentirse o ser ganadores, porque la gente empieza a exigir un plan. Nadie del gobierno y de la oposición tiene claridad.

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Unidos. La vicepresidenta reunión al Frente de Todos detrás de su figura. Ya se habían mostrado con el mismo discurso tras el pedido de 12 años de condena en la causa Vialidad. | Presidencia/Senado

Hoy estamos subidos a un mundo de información que nos abruma y muchos de nosotros no logramos entender qué está sucediendo, estamos saturados de datos tanto por la superabundancia de medios informativos tradicionales como por la de redes sociales. La repetición en estos medios hace que ciertas declaraciones se conviertan rápidamente en discurso público interpretado y usado por todos (desde los medios periodísticos hasta los políticos y otros sectores involucrados).

Por eso, es un momento de recuperar la claridad en medio de este construccionismo social que estamos viviendo a puro retweet y me gusta.

Yuval Noah Harari en su libro ‘21 lecciones para el siglo XXI’ dice que “en un mundo inundado de información irrelevante, la claridad es poder”. La falta de claridad es un problema en el mundo que toca a las interpretaciones de la Guerra Rusia-Ucrania,  la política europea, el problema energético mundial y los asuntos entre EE.UU. y Corea. Pero como todo lo que pasa afuera, en la Argentina parece encontrar una caja de resonancia amplificada por el drama local de pensar solamente en las elecciones y no en el futuro. Nuestra querida patria es un enredo de declaraciones rimbombantes y en el que claridad, que escasea en el resto del mundo, acá no aparece ni por asomo.

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¿Alguien tiene los votos para suspender las PASO?

En Argentina la política ha perdido claridad y, en este lío, lo único que se distinguen son las disputas electorales. Lo que debería funcionar como una máquina de gobierno es pura cartelería política. Así, los políticos buscan alianzas para ganar una elección. Sin un plan a la vista, lo que los seduce son los cargos y prebendas prometidas para llegar al poder. El resultado es que se lotean los gobiernos incluso antes de ganar las elecciones y que después solo se puede decidir a muy corto plazo porque lo decide quien logra imponerse por un momento en la disputa continua. Entonces no hay objetivos de largo plazo ni un plan de gobierno sólido. 

Esto se ve en el oficialismo que está partido y donde el gobierno se lo reparten entre quienes lideran cada uno de los espacios que conforman el frente.

Cristina perdida entre sus múltiples causas judiciales se hunde en la falta de poder real porque cada día necesita más de Sergio Massa para que no se caiga la estantería económica y porque, para conseguir tres votos en la Corte, terminó perdiendo uno, eso se llama debilidad 

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Cristina Kirchner y Sergio Massa tras su nombramiento como ministro de Economía.

Mientras nada prospera y las PASO dividen absolutamente a todo el gobierno, el único atisbo de un plan es la desesperada búsqueda de dólares de Sergio Massa, en la que no duda en frenar la economía productiva con restricciones para atraparlos.

Los ministros buscan la salvación en el regreso a sus intendencias, aunque no la tienen fácil porque se las copó ¨La Cámpora”. Juanchi Zabaleta y otros que quieren jugar su última ficha de poder logrando un  ministerio, como se ve en Ariel Sujarchuk intentando la jugada de crecer para lograr desarrollo social.

Nadie del gobierno tiene credibilidad, que cada ministerio parece parte de un gobierno distinto, sino que tampoco parecen ya tener un horizonte muy claro al interior de cada una de las partidas. Las partidas de cada área se sub-ejecutan o se inflan no de acuerdo a los prioridades del momento, sino a partir de qué cantidad de poder tiene el que está a la cabeza de cada ministerio u organismo. Lo que guía las decisiones es el poder y no el gobierno, las disputas políticas y no las múltiples necesidades de una Argentina tan carenciada.

La oposición sufre de la misma falta de claridad, egoísmo y soberbia. Estos son síntomas del poder porque la oposición no sabe todavía cómo ni con quién pero está muy confiada en que ganará las próximas elecciones. Aunque todo indica que eso sucederá, puede que como a la lechera de la fábula que, por pensar en todo lo que ganaría al vender su producto, tropezó con una piedra y el cántaro se rompió derramando toda la leche. Puede que pierdan por sus disputas internas o más probablemente y, peor aún, (al menos para nosotros) asuman con la misma tensión que ahora desarma al frente electoral del oficialismo.

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La oposición se prepara para las elecciones de 2023.

No basta con sentirse o ser ganadores, porque la gente empieza a exigir un plan y, ante el desgobierno de Alberto Fernández, va a elegir y sostener a quien pueda demostrar un gobierno y una dirección a seguir. Empieza a importar poco quién está a la cabeza y, mientras los políticos de la oposición se enfrentan para ver si encabeza Larreta, Bullrich, Macri, Morales, Manes o vaya uno a saber quién, la gente está pendiente de que les muestren un plan y les digan la verdad porque ya se dan cuenta de que esto no se arregla en un año. Quien gane debe poder mostrar con tranquilidad qué camino tomará durante las décadas que se necesitan para solucionar nuestros problemas. No basta con derrotar a Kirchnerismo como la mayoría cree, porque no podemos quedarnos en la de mínima, se trata, además de vencer, de gobernar y tener éxito. Esto lo van a lograr diciendo la verdad y no vendiendo relatos y angustias porque hay un pueblo que observa, compara y decide, mientras ya hay otro grupo de argentinos que decidió abandonar el barco y buscar oportunidades en nuevas  tierras en el exterior.

Mientras se piensa en el corto plazo electoral, se venden relatos para que la gente compre ahora. Pero aunque la gente no compre información ahora y se vuelque por los relatos, los relatos, que son la contraparte de la claridad, tarde o temprano serán lo que decepcione y socave el poder ganado en las elecciones. La claridad debe ser el plan para la gente porque solamente con la verdad se puede sostener un plan a largo plazo que es lo que hace rato vienen declamando todos los políticos pero nunca se sientan a pensar en serio.

-La confusión es el primer paso hacia la claridad.-Syd Field. ¿Estaremos por dar el primer paso?