Héctor Cámpora fue uno de los hombres de confianza de Evita y quien formó parte de su círculo más cercano. Pero también forjó una especial relación con Perón y, años más tarde, fue clave para su regresó a la Argentina y a la presidencia.
Los inicios en la actividad política de Héctor Cámpora fueron en la provincia de Buenos Aires. Nació en Mercedes en 1909, donde pasó sus primeros años, y luego se trasladó a San Andrés de Giles. En su juventud, estudió la carrera de Odontología en la Universidad Nacional de Córdoba y, al recibirse, regresó a la ciudad en la que creció y donde ejerció la profesión. En aquellos días conoció a la que, años más tarde, se convertiría en su esposa, María Georgina Acevedo, con quien tuvo dos hijos, Héctor y Carlos.
Su afinidad con el partido justicialista no tardaría en llegar. La revolución de 1943 y la aparición de Perón como secretario de Trabajo y Previsión junto con sus medidas sociales fueron determinantes para que Cámpora simpatizara con la figura del coronel. En 1944, la suerte de Cámpora cambiaría radicalmente. Fragueiro Olivera, miembro del nuevo gobierno bonaerense, lo nombró intendente de San Andrés de Giles luego de un sondeo entre los vecinos del pueblo. Durante su intendencia, Perón visitó la localidad y nació una relación política y personal que duró 30 años. En las elecciones de 1946, Cámpora fue electo diputado nacional y entabló una relación de mucha confianza con Evita, que lo catapultó a la presidencia de la Cámara de Diputados entre 1948 y 1953. Ese vínculo también lo hizo formar parte del grupo de confianza de Eva junto a Oscar Nicolini, Raúl Apold y José Espejo.
En 1955, con el derrocamiento del gobierno del General Perón, la Revolución Libertadora detuvo a Cámpora y fue encarcelado en la cárcel de Ushuaia, de donde se fugó en marzo de 1957 junto a José Espejo, Jorge Antonio, John Cooke y Guillermo Patricio Kelly. Chile fue el destino al que llegaron como exiliados políticos y, un año más tarde, regresaron al país luego de la amnistía promulgada por el presidente Arturo Frondizi. Sin embargo, Cámpora se mantuvo alejado de la actividad política.
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No obstante, su tarea no estaba agotada. En 1965, el gobierno de Illia permitió que el peronismo participara en las elecciones legislativas de ese año y los peronistas de San Andrés de Giles le propusieron a Cámpora volver al ruedo como candidato a concejal, en el que obtuvo un contundente triunfo. Con Perón exiliado en España, en 1970 Cámpora vio con simpatía la irrupción de la juventud peronista porque sostenía que era necesaria para que el expresidente regresara definitivamente a la Argentina.
Por aquellos años, el delegado de Perón en el país era Jorge Daniel Paladino, un héroe de la resistencia peronista, pero que no entendía el aluvión de la juventud al igual que Cámpora. En este sentido, Perón entendió que el ciclo de Paladino estaba terminado y nombró a Cámpora como su delegado personal y a Abal Medina, secretario general del Movimiento Justicialista. Cámpora junto con José Rucci en la CGT y Lorenzo Miguel en las 62 organizaciones peronistas formaron un equipo que, a pesar de los diferentes matices, tenían una gran coincidencia: la misma lealtad a Perón. Todos ellos fueron una pieza clave para que el 17 de noviembre de 1972 Perón pudiera pisar nuevamente suelo argentino.
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El dictador Lannuse había llamado a elecciones nacionales para el 11 de marzo de 1973 aduciendo que no había proscripciones de ningún partido político. Sin embargo, firmó un decreto que indicaba que para poder ser candidato a presidente había que fijar residencia en Argentina antes del 25 de agosto de 1972. Eso indicaba una proscripción directa a Perón. Lannuse pensaba que sin el General como candidato, el justicialismo podría perder las elecciones.
La proscripción era un hecho y buscar un candidato que lo representara ante los trabajadores significaba un gran desafío para Perón. Tenía cinco precandidatos en la mira: el exministro de Comercio de Perón, Antonio Cafiero, avalado por la CGT y las 62 organizaciones; Jorge Taiana padre, amigo y médico de Perón; el neurocirujano Raúl Matera, el correntino Antonio Benítez; y, por último, Cámpora. Cafiero era el candidato natural por el apoyo que le brindaba la CGT con Rucci a la cabeza y las 62 organizaciones, pero el problema era que Perón se había enterado que el exministro se había juntado con Lannuse sin su permiso en la quinta de Olivos. Además, Lannuse declaró a sus colegas de armas que Cafiero había asegurado que Perón no volvía al país. El dirigente Luis Longhi, asiduo concurrente a Puerta de Hierro, relató en sus memorias que después de aquel episodio, el exministro de Comercio fue a ver a Perón y no lo dejaron entrar a la mítica residencia madrileña.
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No había mucho tiempo para perder porque el calendario electoral empezaba a correr. Perón mantuvo una charla con su amigo y hombre de confianza, Jorge Antonio, en la que analizaron a los cinco postulantes. “Mire Jorge, Cafierito es un buen muchacho pero va mucho por embajada, no me gusta, y se lo dije a los muchachos de la CGT. Materita es un famoso neurocirujano, Benitez es leal pero no tiene perfil para ser candidato, Taiana es el mejor, es brillante, pero el otro día me acordé de Evita, que días antes de morir lo llamó a Cámpora y me dijo: ‘Juan no te alejes nunca de él porque es uno de nuestros soldados más fieles.’ Le voy hacer caso a ella, el candidato va a ser Cámpora, él no me va a traicionar.”
Fue así como el 16 de diciembre de 1972, el Congreso del Justicialismo anunció la fórmula Héctor Cámpora - Vicente Solano Lima para las elecciones del 11 de marzo de 1973. Cámpora ganó por amplio margen y asumió el 25 de mayo de ese año. Pocos meses después, el 13 de julio, renunció para darle paso a Perón como nuevo presidente.
No importaron ni el tiempo ni las circunstancias, 20 años después de su muerte, el rol de Evita fue determinante en el pensamiento de Perón para la elección de Cámpora como candidato presidencial.