OPINIóN
Análisis

Argentina, más allá de los barcos

En el falso mito del país blanco y europeo, existe el desafío concreto de plasmar en la realidad, que esta vasta geografía, la octava del mundo, sea una Nación desarrollada e integrada multidimensionalmente.

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inmigrantes llegando a la Argentina | Cedoc Perfil

Domingo Faustino Sarmiento, cinco años antes de morir en el exilio en 1888, o sea, repitiendo las historias de Alberdi, Moreno y San Martín, escribe una de sus obras menos conocidas pero más interesantes, puesto que en 1883 publica Conflictos y armonías de las razas en América y en ellas señala con estos párrafos, su perplejidad ante la profundidad del tema:

“Es acaso ésta la primera vez que vamos a preguntarnos quienes éramos cuando nos llamaron americanos y quiénes somos cuando argentinos nos llamamos.

¿Somos europeos?- Tantas caras cobrizas nos desmienten!

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¿Somos indígenas?-Sonrisas de desdén  de nuestras blondas damas nos dan acaso la única respuesta.

¿Mixtos?-Nadie quiere serlo y hay millares que ni americanos ni argentinos  querrían  ser llamados.

¿Somos Nación?- ¿Nación sin amalgama de materiales acumulados, sin ajuste ni cimientos?

¿Argentinos?-Hacia dónde y desde cuándo; bueno es darse cuenta de ello…

Es nuestro ánimo descender a las profundidades de la composición social de nuestras poblaciones y sí por medio del examen hablásemos que procedemos de distintos orígenes, apenas confundidos  en una masa común, subiríamos hasta las alturas lejanas de donde estas corrientes bajaron, para estimar su fuerza de impulsión…o los sedimentos que arrastran consigo”.

Inmigración, emociones y la formación de un país: Historias de quienes llegaron a la argentina entre los siglos XIX y XX

Es decir que en este breve enunciado la aguda inteligencia del sanjuanino nos muestra la complejidad del tema. Y que no se trata precisamente del cacareado crisol de razas, sino de una variada multitud reunida por la Historia en un territorio.

Pero curiosamente este intento de simplificación del tema también aparece, inesperadamente por cierto, en Juan Domingo Perón, que era autor en su juventud de un diccionario de habla araucana y que sin embargo en una de sus primeras presidencias se atreve a decir que en “la Argentina no existen los problemas raciales”. Y el que le contesta por carta pública y rápidamente, es nada menos que el Dr. Ramón Carrillo, famoso neurocirujano y sin duda el mejor especialista en Salud Pública que tuviera nuestro país, que fuera su ministro entre 1946 y 1954 y que le dice escuetamente: “Sr Presidente: En la República no existen los problemas raciales porque en nuestra Patria los dos únicos negros que quedan vivos son el portero del Congreso y yo, el resto sucumbió en las guerras de la Independencia,  y en la del Paraguay”…

Más allá que el Ministro tenía raíces brasileñas, Ramón Carrillo se refería a la invisibilización, que llega a nuestros días de nuestra también  indudable raíz africana y como Sarmiento previamente señalara, el conflicto sobre nuestro múltiple origen no zanjado nunca.

Lo más curioso que el Homo sapiens cuya antigüedad en la Tierra se remonta a los cuatro millones de años, antropólogica y arqueológicamente hablando, tiene su origen en el África austral, de allí su nombre de australopithecus.

O sea que todos somos africanos, nos guste o no.

Sin embargo las palabras de Sarmiento ilustran cabalmente que el tema para nada estaba resuelto en el siglo XIX y el invento que el único país blanco y europeo además de Canadá sería la Argentina, pertenece al siglo XX, que con tanta propiedad, nuestro gran poeta popular, Enrique Santos Discépolo denominara “Cambalache” en su tan famoso tango.

De selvas, indios y barcos

El único quizás que se atrevió a encarar el tema con la densidad deseada, fue Arturo Frondizi, en su tan breve presidencia: 1958-1962, signada por la proscripción del peronismo y una cantidad inaudita de planteos militares, que desembocarían en su destitución e inclusive en la barbarie de su detención, primero en Martín García, extraño destino que compartirtía, históricamente hablando, nada menos que con Hipólito Yrigoyen y Juan Domingo Perón y que luego concluiría en Bariloche.

Sus ideas de crecimiento e integración que compartiera con Rogelio Frigerio implicaban no solamente la idea de desarrollo económico en un país que dependía y depende sesenta años después de la exportación de sus materias primas, sino también de sus avanzadas ideas culturales, por ello el Presidente insistiría en la presencia de Bernardo Houssay al frente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, de Jorge Luis Borges en la Biblioteca Nacional y en la de Victoria Ocampo en la Academia de Letras, pese a que no pertenecían a su cercanía partidaria.

Si bien esto sí llegó a ocurrir en la práctica, sus deseos  de integración geográfica, no llegaron a plasmarse en un país que todavía, aquí y ahora, tiene afincado el 40 % de su población en el O,5 % de su superficie, cumpliendo el tétrico vaticinio de Leandro Alem en 1880, cuando asegurara que Buenos Aires sería la Cabeza de Goliat y el resto del territorio nacional, el cuerpo de David.

Así como tampoco, Raúl Alfonsín en su Presidencia, logró el sueño del traslado de la Capital al Sur Argentino.

De los barcos a los botes

E Integración también significa, aquí y ahora, dejar atrás la pobreza estructural que afecta al 40 % de nuestra población y al 60 % de nuestros niños.

O sea que, en el falso mito del país blanco y europeo, existe la incapacidad de resolver el enigma planteado por Sarmiento y el desafío concreto de plasmar en la realidad, que esta vasta geografía, la octava del mundo, sea una Nación desarrollada e integrada multidimensionalmente.

PM CP