OPINIóN
Psicología

Ganar el mundial: La necesidad de dejar de sufrir y empezar a celebrar

Hay conquistas personales, pero también están estas, las colectivas, las que pueden motorizar una selección de jugadores que representan un país, que en ese tiempo breve en el que dura un mundial, logran borrar las grietas y unificar a la gente.

Lionel Messi con la albiceleste
Lionel Messi con la albiceleste | cedoc

¿Por qué tanta euforia por ganar el mundial? Porque a partir del 86, el último y épico mundial conseguido, se vivió a la puerta de algunos éxitos para finalmente ser desalojados del paraíso de los aciertos. Porque luego se sufrieron las clasificaciones y los malos arbitrajes. Y porque padecimos el ocaso de Maradona, nuestro Dios del fútbol, cuando le fueron cortadas sus piernas y se acabó su eterno retorno.

Tenemos que ganar la final. Necesitamos una alegría. Sí, lo sé, es una alegría transitoria. ¿Pero no es acaso la transitoriedad la marca distintiva del ser humano, ser finitos y gozar de chispazos de luz en medio de una existencia oscura y misteriosa? La felicidad plena no es posible, por eso es tan valiosa cuando llega. 

Merecemos "Qatar" la felicidad

Hay conquistas personales, pero también están estas, las colectivas, las que pueden motorizar una selección de jugadores que representan un país, que en ese tiempo breve en el que dura un mundial, logran borrar las grietas y unificar a la gente. Hombres como guerreros de un juego en el que se condensan las pasiones de millones de hinchas vestidos con los mismos colores: Celeste y blanco, el color del cielo. Cielo donde, según dicen, habita Dios y quienes descansan en la eternidad, como mi vieja y el Diego.  

Para tantas personas desposeídas, que viven en la zona del descenso, debajo de la línea de pobreza, la copa del mundo significa una esperanza, arrimarse a cierta belleza, a lo posible en medio de un mundo de imposibilidades. Para tantas personas dañadas por la corrupción y la inoperancia de los políticos y las políticas, por las violencias sociales, por las ambiciones, pandemias y guerras, se necesita de la dicha que brinda el fútbol, con todas las metáforas que ofrece para aprender acerca de lo que significa vivir y jugarse en la vida.

Messi poseído por el espíritu de Maradona

Necesitamos más gambetas para esquivar a los emisarios del odio, potenciar nuestras posibilidades y tener un equipo en el que confiar. Necesitamos de un VAR que anule las injusticias y de un árbitro que no dude en sacarle tarjeta roja a los cucos del sufrimiento y a los rivales que fauleen con mala intención en los tobillos del amor y la dignidad. 

Necesitamos sensaciones placenteras, impedir que lo desagradable inunde nuestras vidas. Necesitamos soñar, pero también hacer realidad algunos sueños. La realidad viene doliendo demasiado, por eso tenemos que ganar el mundial, para que la alegría se expanda sobre el pueblo argentino que necesita, de una vez por todas, dejar de sufrir y empezar a celebrar.