OPINIóN
Psicología

La vida no tiene VAR

Argentina podría haber ganado por varios goles, pero no, la realidad de nuestros festejos fueron borrados por el VAR, ese invento mecánico, Dios artificial que nos impidió celebrar y que de ahora en adelante hará que todo festejo sea parcial.

Argentina cayó en su debut en Qatar 2022
Argentina cayó en su debut en Qatar 2022 | Telam

Cuanta más ilusión, mayor será la desilusión. El problema está en ilusionarnos; pero es inevitable, somos humanos. La vida carecería de sentido si solo fuera a condición de la cruda realidad. Hay que aprender de los efectos del arte y de la creatividad de la niñez. Quienes hacen arte, tanto como las niñas y los niños, transforman la realidad.

La vida suele ser diferente si graffiteamos la dura pared de la realidad. La selección argentina, antes de iniciarse el partido, nos ilusionaba, era la mejor, la candidata. Podía perder, pero solo vimos esa posibilidad cuando el partido concluyó y el techo aplastó nuestro sueño; y esa es, sin lugar a dudas, la gran enseñanza. Ahora hay que rearmarse. 

No hay que perder la esperanza, pero del mismo modo que con la ilusión, a mayor esperanza le puede sobrevenir una gran desesperanza. Tengamos esperanza, pero una esperanza activa, de búsqueda de sueños, de persecución de utopías, porque en el fútbol, como en la vida, lo mejor es no bajar los brazos, no rendirnos, luchar por lograr nuestros objetivos. Y volver a creer pero advertidos de que existen las eventualidades. La derrota y la frustración son hermanas que no queremos aceptar ni reconocer pero que son parte de nuestra familia, están en nuestro ADN. Si ganar fuera matemático, si tuviéramos la certeza del éxito, la pasión no duraría demasiado. Como el deseo, la pasión necesita de la incertidumbre, de lo que se nos fuga, para que salgamos a buscarlo con más intensidad.

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El VAR de los muñequitos: Argentina hizo 4 goles y perdió 2 a 1

Argentina podría haber ganado por varios goles, pero no, la realidad de nuestros festejos fueron borrados por el VAR, ese invento mecánico, Dios artificial que nos impidió celebrar y que de ahora en adelante hará que todo festejo sea parcial, en suspenso, hasta que “la razón superior” valide la realidad y determine su valor. 

Me pongo melancólico. En un pasado cercano el fútbol era otra cosa, más humano, con aciertos y desaciertos, con jueces justos y de los otros. Si la mano de Dios hubiese sido anulada por el VAR, el mito maradoniano hubiera perdido una de sus marcas más distintivas, la magia, la picardía criolla, la rebeldía ante la selección que representaba al país que nos robaron las Malvinas, que es mucho más grave que robar un gol. 

La vida no se escribe en un borrador, lo que vivimos no se puede borrar, lo hecho, hecho está. Una vida con VAR sería mucho más exacta, menos falible, pero no, lo que hacemos queda editado. Perder, sufrir, equivocarnos… Aún así, podemos aprender de los errores, de las faltas, de los goles errados, de las faltas cometidas. Sabiendo que en la vida, como en el fútbol, siempre puede haber una nueva oportunidad, aunque la realidad suela poner rivales difíciles y Dioses artificiales que se empecinan en corregir lo más incorregible que tenemos: nuestra humanidad fallida.