OPINIóN
Reality show

Gran Hermano y su cotidiana sobredosis de TV

Un experimento que aísla personas es, increíblemente, una radiografía de nuestra sociedad.

Gran Hermano 2022
Gran Hermano 2022 | Captura

Nunca me había “enganchado” con Gran Hermano. Chusmear qué hace un grupo numeroso de personas, obligadas a convivir en una casa sin contacto con el exterior, siempre me resultó poco atractivo.

Pero eso cambió en este 2022. Todo comenzó cuando la portavoz del Gobierno, Gabriela Cerruti, criticó públicamente a un participante (Walter), porque había acusado al presidente Alberto Fernández de corrupto. La declaración había sido escuchada por muy poca gente (nunca salió en las emisionesde Telefe), hasta que Cerruti la tomó de un tweet perdido de alguien que, a su vez, había recortado el video de la emisión 24 hs., que hace Pluto TV online.

Walter Alfa Santiago
Walter acusó a Alberto Fernández de haberle entregado "coimas".

Al responder la acusación, la portavoz la “instaló” en medios y redes sociales en forma masiva. Un sello inconfundible de la ineficaz Cerruti: hacer “relaciones públicas en contra”, dándole mucha notoriedad a temas que perjudican a su Gobierno (yo se los avisé cuando publiqué “Gabriela Cerruti y sus diez mandamientos”).

 

Vuelvo a Gran Hermano

Más allá que comencé a ver el reality para conocer a Alfa (tal el apodo del excéntrico Walter), después quedé atrapado por los idas y vueltas cotidianas de la casa. Chismes, romances, complots, conflictos por la comida y la limpieza, actitudes machistas, reacciones feministas, nominaciones y eliminaciones, me empezaron a resultar más y más atractivos.

No fui el único. Sacando los partidos del mundial de fútbol, Gran Hermano es lejos lo más visto en la televisión argentina y tiene gran repercusión en la calle, en medios tradicionales, en Twitter (donde muy a menudo es trending topic) y en otras redes sociales.

La Scaloneta, Cristina y Gran Hermano, los temas que más pasión generaron en redes sociales

Muy lejos de la todopoderosa televisión de los años 80, cuando el exquisito Gustavo Cerati compuso “Sobredosis de TV”, y del comienzo del milenio, cuando nació este reality…

¿Por qué este programa de tele vuelve a ser "central" en el debate público si la realidad argentina, mundial y comunicacional es tan distinta?

Sin ánimo de ser concluyente, creo que hay tres grandes razones:

  1. Durante la epidemia de coronavirus, nuestro país fue uno de los lugares donde más restricciones hubo a la circulación ciudadana y, por lo tanto, más tiempo tuvimos que “quedarnos en casa” (paradójicamente tuvimos uno de los índices de mortalidad más altos del mundo). Ese “quedarnos en casa”, hizo que todos, en mayor o menor medida, tuviésemos que afrontar el “síndrome Gran Hermano y, por eso, hoy sentimos más empatía y cercanía con esa gente que está “encerrada”.
  2. Salvo el tema político (que los participantes no tratan directamente o, al menos, no sale en las ediciones televisivas) todos las controversias públicas están allí representadas: diversidad sexual, conflictos generacionales, pobreza, bullying social, sensibilidad extrema, intensos, moderados y una larga lista de etcéteras.
  3. Hay una diferencia muy notoria entre lo que la casa percibe de sí misma y lo que la opinión pública percibe de la casa. A la hora de elegir quien debe abandonar el hogar, eso es muy notorio. Y hay un triste paralelo entre eso y lo que sucede con la mayoría de los dirigentes de nuestro país. Al igual que en la casa de Gran Hermano, los políticos muchas veces no registran lo que le pasa a los ciudadanos y suelen elaborar sus mensajes públicos en base a tres o cuatro temas que no interesan a nadie. Lo realmente increíble es que ellos... ¡No están encerrados!

Sobre este último punto, les dejo una reflexión final...

Así como cada dos años elegimos a nuestros representantes... ¿Qué pasaría si todos los domingos tuviésemos la posibilidad de votar para echar a uno de ellos?