Las políticas públicas pueden ser diferenciadas en dos: las transversales a toda la sociedad y aquellas con foco en determinados grupos sociales, cuya ejecución tiene un mayor grado de especificidad. Las políticas de género se encuentran en este último grupo y tienen el gran desafío de buscar la equidad social en su conjunto trabajando con un grupo meta-especifico. Que el Estado defina un conjunto de herramientas programáticas hacia las mujeres posiciona y le da relevancia a un problema sociocultural y económico que invisibilizó durante décadas.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) la pobreza rondaba el 40,1% en el primer semestre del 2023 y ya afectaba a 18,5 millones de personas, del cual el 9,3% estaba en situación de indigencia. Analizando hacia el interior de la sociedad se pueden tomar los datos de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y el Conicet, quienes concluyeron que las mujeres tienen un 65% más de probabilidades de ser pobres que los hombres.
Esta realidad no se puede escindir de lo esbozado por el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe, quien señaló que el promedio de horas semanales que dedican las mujeres argentinas de 15 años o más al trabajo doméstico no remunerado es de 33,2%, frente a las 17,6% de los hombres. Además, asumen en su gran mayoría la crianza de sus hijos e hijas y conviven con una realidad social que marca que seis de cada diez menores de 14 años son pobres . Más aún, según el Observatorio de Femicidios en Argentina “Adriana Marisel Zambrano”, durante el año 2023 hubo 334 víctimas de femicidios y trans/travesticidios, lo que generó que 416 hijos e hijas, de los cuales seis de cada diez son menores de edad, se quedaran sin madre.
Ante este escenario social, cabe preguntarse: ¿cómo no hacer foco específicamente en un grupo social que sufre constantemente las desigualdades socioculturales y económicas que se vienen reproduciendo hace años? ¿No hace a la eficacia del Estado el poder trabajar particularmente allí donde exista una desigualdad social y una vulneración marcada de derechos? ¿Realmente el Estado, la principal herramienta de transformación social, va a hacer oídos sordos a esta injusticia que sufrimos las mujeres?
En Aldeas Infantiles SOS no se nos hace esquiva esta realidad. Por ello, y en línea con los valores fundantes de la organización, expresamos nuestra preocupación por la falta de planes integrales destinados a prevenir las violencias y acompañar a las mujeres que sufren las desigualdades existentes. Creemos que toda intervención estatal debe tener una superación constante para poder transformar la realidad que nos aqueja, pero nunca puede ser interrumpida drásticamente.
La promoción y defensa de los derechos de las mujeres no pueden variar según los gobiernos de turno, deben ser una constante que se mantenga en el tiempo. Las políticas de género no son arbitrarias, sino necesarias. A las mujeres nos matan y somos víctimas del sistema desigual de género, necesitamos respuestas transformadoras e ingeniosas por parte del Estado para que esta situación se revierta definitivamente.
Todos los días del año trabajamos por una sociedad que se reconozca libre de toda injusticia y no creemos que sea una tarea aislada e individual, sino que debe ser colectiva y plural. Para ello, y para afrontar cientos de injusticias, estamos al servicio de la comunidad.
*Directora de Programas de Aldeas Infantiles SOS en Argentina.
