Horacio
Un adicto al trabajo con un currículum envidiable. Ese CV incluye un posgrado en la Universidad de Harvard y también conocer de primera mano dos cajas del estado nacional: ANSES y PAMI. Horacio es dueño de logros difíciles de transmitir al electorado, como la pesificación de la deuda de la Ciudad en 2017 pocos meses antes de la devaluación por el estallido de las LEBAC. Uno de sus más fuertes puntos en contra, la paralización de la extensión del Subte por primera vez en cien años, queda neutralizado por la inauguración de la autopista subterránea del Paseo del Bajo.
Horacio es quien verdaderamente gestionó la Ciudad en estos quince años y lo cierto es que, en un análisis más profundo, lo que consiguió que la capital del país cambie para bien fue que ejerció su autonomía a partir de 1996. Ciudad de México pasó por el mismo proceso en prácticamente el mismo período. Lamentablemente para el PRO, la transformación que llevó adelante la izquierda mexicana en el ex DF es una buena medida de comparación y nuestra nueva derecha pierde ante la impactante evolución de la capital del país hermano.
Horacio no tocó ni una coma de la Constitución redactada por los progres porteños hace veintiséis años y con esas exigencias gobernó. Debemos ubicar este hecho en el haber de una gestión que remató inmuebles del estado municipal como ninguno y obtuvo, en cada votación, los dos tercios en doble lectura para hacerlo. El PJ porteño, a través del secretario general del sindicato de encargados de edificios Víctor Santamaría y del actual vicejefe de gabinete Juan Manuel Olmos, le facilitó ese número en la legislatura. El Jefe de Gobierno también mantiene buena relación con los dueños del Grupo Indalo. Este hecho encierra un problema para Horacio porque puede ser atacado, en plena campaña, como “el candidato de C5N” o incluso como “el candidato de Pagina/12”. Es decir, lo que le funcionó hasta acá no le funciona de ahora en más.
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Un regimiento de consultoras lo intoxican con recetas demasiado parecidas al duranbarbismo que intoxicó al ex presidente Macri. Es decir, la poca autenticidad en las reacciones de Horacio es percibida por la opinión pública. Además, los medios lo protegen y así lo desentrenan. De esta manera es como los infinitos recursos con los que cuenta, y que su rival Patricia no tiene, también se le vuelven en contra.
Pero la situación que puede ser fulminante para Horacio es que él creció políticamente gracias a Mauricio Macri y a él todo le debe. Corremos el riesgo de terminar en un escenario parecido al actual: que el poder real quede fuera de Balcarce 50. Si Mauricio Macri se convierte en el titiritero del próximo gobierno estaríamos pasando de Alberto 1 a Alberto 2.
Patricia
A la presidenta del PRO no la amedrenta el origen de alcurnia de su rival Horacio, porque si él tiene dos apellidos, ella tiene tres: Bullrich Luro Pueyrredón. Pero igualmente su campaña sufre de un indisimulable complejo de inferioridad por otro motivo: la falta de recursos. Ese complejo de inferioridad intenta ser compensado con una dureza demasiado básica: casi todos los tuits de Patricia se redactan con signos de exclamación y en letras mayúsculas, sus declaraciones son maximalistas, violentas. “Vamos a mandar el ejército a Rosario”. “Que las 50.000 pymes industriales se conviertan en oficinas”. Además, las mentiras están a la orden del día, como cuando negó su pasado de montonera mientras almorzaba con Mirtha Legrand. Patricia no es ducha en economía y eso se notó feo cuando intentó explicar el plan de dolarización parcial de Carlos Melconián.
En síntesis, a medida Patricia crece en encuestas, el tufo a candidata poco seria también sube.
Aún así, la presidenta del PRO tiene un contundente punto a favor: es una setentista igual que la mayor figura política del país. Por años tuvo que convivir con la posibilidad de ser torturada y asesinada por las Fuerzas Armadas. Es decir, maneja el miedo. Ya en democracia, el ninguneo machirulo se sostuvo porque Patricia no creció a la sombra de ningún varón. Soportó los huevazos sindicales y los ataques periodísticos que Horacio desconoce. A diferencia de la mayoría de la clase política argentina, no fue ni es socia de la familia Moyano, de hecho, es enemiga de los sindicalistas más detestados por la opinión pública. No tiene coqueteos con Emilio Pérsico, ella objetó como ministra del PRO el acuerdo con el líder del ejército de planes sociales.
Otra ventaja en el prontuario de Patricia es que, a diferencia de los otros dos comandantes del PRO, los casos de corrupción brillan por su ausencia.
Pero el gran problema sigue ahí: Patricia se recuesta en la influencia y en la billetera del ex presidente para contrarrestar a Horacio. Aún cuando ella enfrentó a Macri en 2003 con un Horacio que iba de segundo, aún cuando, contra la voluntad de Macri, sostiene al diputado Gerardo Millman como jefe de campaña, queda la duda de si esta setentista podrá jubilar al fundador del PRO.
Si Patricia no puede desplazar a Mauricio estaríamos pasando de Alberto a Alberta.
Conclusión
El fracaso del Frente de Todos es multicausal, pero la causa número uno es que el poder real no se encuentra en la Casa Rosada. El proceso kirchnerista para cerrarle todos los caminos a Alberto, para vaciarlo de ministros propios y, finalmente, enmudecerlo duró hasta la renuncia de Matías Kulfas y Martín Guzmán. Recién ahí, con Alberto aplastado, fue posible generar alguito de racionalidad en la economía. Es falso que la racionalidad llegó porque se asomaron al abismo, hace una década que el abismo es lo primero que vemos cada mañana. En síntesis, la interna del PJ duró treinta meses y le hizo perder tiempo, recursos y energía al país.
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No debemos repetir esa situación con el PRO. Ya quienes asesoran a ese partido notan este reclamo y, pronto, sus adversarios también machacarán con esta desventaja.
Mauricio Macri jurará y perjurará que su aporte en el próximo gobierno será positivo, de apoyo, de consejo.
La pregunta, estimado lector, es si usted le cree.