Desde hoy, el Dr. Alberto Fernández goza de la custodia del Regimiento de Granaderos a Caballo creado por Don José de San Martín en 1812. Por la Constitución es el Comandante en Jefe de las tres FF.AA. Demás está recordarle que como consecuencia de la desidia gubernamental, por no decir algo más grave, a partir de la recuperación democrática en 1983 y especialmente desde los años 90, la Defensa Nacional fue dejando de disponer de un "instrumento militar" digno de tal nombre. (Ver diagnóstico de Adolfo Kouthussian en "PERFIL")
Siendo la política de defensa parte concurrente e instrumental de la política exterior, una condición necesaria, aunque no suficiente, para disuadir cualquier amenaza a la soberanía territorial, la vida, libertad y patrimonio de los argentinos, lo cierto es que los argentinos estamos virtualmente indefensos. Fue Max Weber quién remarcó que la burocracia armada que detenta el monopolio de la violencia legal y legítima, es en esencia el “corazón acorazado” de un Estado nacional. Entonces, no sólo carecemos de coraza defensiva, sino que hace mucho tiempo la Argentina está descorazonada.
Si compromisos políticos han obligado a designar para la conducir las FF.AA. a una figura del kirchnerismo de “paladar negro”, desplazado del eventual rol de presidir el bloque peronista unificado para garantizar el control nepotista de la vicepresidenta Cristina Kirchner sobre la bancada oficialista en Diputados, mientras controla personalmente a los correspondientes del Senado, debe advertirse que se corre el riesgo de más de lo mismo, la indefensión. Al contrario, si el nuevo ministro de Defensa fuera un reconocido experto, civil o militar, en ciencias geoestratégicas, la delicada tarea podría dejar de ser un "comodín" político, premio consuelo o trampolín de paso a una canonjía más apetitosa.
Agustín Rossi: "No vamos a ir a destruir a la oposición como hicieron con nosotros"
La designación de Agustín Rossi en el purgatorio castrense del gabinete nacional, obliga a hacerle algunas recomendaciones vista su anterior performance.
A- No dormirse en las ceremonias militares, pésimo ejemplo para los jóvenes de las escuelas de formación, sobre quienes caerían severas sanciones si se durmieran en las guardias, aulas, adiestramiento o efemérides patrias.
B- La conducción de las FF.AA. implica mucho más que la decisión de su reequipamiento. Esto es la de incentivar a sus integrantes con una conducta ejemplar, en tanto hombres y mujeres dispuestos a morir en defensa de la patria y sus semejantes. Ello depende de la capacidad, equilibrio y conocimientos de quien ocupa la cúspide del mando político militar. Sobre todo, cuando la experiencia indica que las leyes para rearmar a las fuerzas nunca se cumplen.
C- Dejar de perseguir oficiales descendientes o parientes de jefes de la última dictadura. La culpabilidad probada por delitos de lesa humanidad que un número determinado de ellos cometieron, criminalidad difícil de verificar en el caso de muchos procesados que cumplen largas prisiones preventivas, incluso destacados héroes de Malvinas, no se transmite por el ADN. Reincorporar a quienes perdieron su carrera por "portación de apellido" sería un acto de justicia, a la vista del intenso recambio generacional y cultural de los últimos 40 años.
D- Estudiar profundamente la vida del "Padre de la Patria", su ejemplaridad en la conducción militar y en su humanismo filantrópico. Si el actual ministro de Defensa tuviese la sabiduría de intentar imitarlo, podría ayudarlo, a pesar de su escaso currículum en conocimientos especializados y experiencias de campo en la profesión de las armas, a ganar la subordinación consentida de cuadros y tropa. No meramente la obediencia indebida por obsecuencia acomodaticia, temor al poder o connivencia dolosa. Esa sería otra Argentina.
*Sociólogo. Ex teniente de Artillería (1965-70)