La declaración de la Independencia de las Provincias Unidas de Sudamérica, 9 el julio de 1816 fue la culminación de un extenso proceso revolucionario en la región que, si bien empezó el 25 mayo de 1810, no se redujo a esa fecha.
Desde entonces el territorio de lo que antes era el Virreinato del Río de la Plata se vio afectado por profundos cambios e inestabilidad dados por un movimiento revolucionario. Empezó con el cambio del gobierno virreinal y la formación de una nueva autoridad representativa local, pero que aún juraba por el rey de España, Fernando VII, quien permaneció preso de Napoleón Bonaparte. El movimiento se fue radicalizando gradualmente como consecuencia de la guerra iniciada contra aquellas regiones del ex virreinato que rechazan el nuevo gobierno.
La continuidad de la guerra en sus diferentes frentes y la acefalía real en que seguía España, permitió a los revolucionarios radicalizarse hasta empezar a hablar recién en 1812 de la conveniencia de la independencia. Fue un cambio discursivo y conceptual que llevó a la caída del Primer Triunvirato.
25 de mayo 1810: minuto a minuto cómo asumió la Primera Junta
Con la formación del Segundo Triunvirato, el nuevo gobierno levantó las banderas de Independencia y Constitución, por lo que convocó a la Asamblea del Año XIII para que realizara tales fines. Sin embargo, pese a la importancia de muchas de sus medidas, la entidad no acabó por concretar ninguno de los dos objetivos. ¿Por qué?
El cambio de contexto europeo cambió las prioridades. Con el retroceso de Napoleón, Fernando VII regresó al trono. Se intentó negociar con el rey, pero éste no aceptó ninguna posibilidad. Dispuso el envío de una fuerza militar para reconquistar todos los territorios americanos que permanecían en revolución. Entre 1814 y 1815, todas las colonias españolas cayeron bajo el control del rey, salvo el espacio rioplatense.
Manuel Belgrano, un diplomático argentino en Londres
En el peor de los escenarios posibles para el movimiento revolucionario, se reunió el Congreso de Tucumán. Luego de escuchar la experiencia diplomática de Manuel Belgrano, recién regresado de Europa y con la presión que ejercía por José de San Martín a través de sus diputados cuyanos, creció la idea de la independencia. Declararla, le daría un estatus diferente al territorio. Se podría combatir a Fernando VII como un Estado proclamado soberano, y no como una colonia rebelde. No había más espacio para negociar. San Martín tenía su plan continental, estaba dispuesto a cruzar los Andes para iniciarlo, pero necesitaba el apoyo político y económico del poder central.
San Martín, el héroe correntino que vivió la primera devastación de su patria salvaje
El Congreso de Tucumán, declaró entonces la Independencia de las Provincias Unidas, con diputados que representaban gran parte del actual territorio argentino y de regiones del Alto Perú.
Al poco tiempo de la declaración, el Congreso dio un manifiesto donde expresó “fin de la revolución, principio del orden”. Se esperaba que la independencia consolidara los objetivos del movimiento revolucionario, y terminara con el período de inestabilidad y guerra que había representado. San Martín inició su campaña y trascendió las fronteras rioplatenses llevando la independencia a otras regiones.
Sin embargo, la desunión y las tensiones internas crecieron. De hecho, no todos los territorios rioplatenses asistieron a Tucumán; Paraguay y la Liga de los Pueblos Libres (Banda Oriental, Santa Fe y Entre Ríos) no formaron parte de la declaración.
El Congreso apresuró una Constitución en 1819 que debía dar el orden jurídico pretendido. Pero su carácter centralista y corporativo acabaron por acelerar la situación y advinó la crisis de 1820, cuando dejó de existir un poder central en el territorio.
Muchas décadas pasarían hasta que pudiera surgir un nuevo orden constitucional. Pero eso pudo ser realidad en la medida de que la independencia era un hecho. Había sido promovida y jurada por aquellos congresistas guiados por sus principios e ideales, en un contexto absolutamente adverso para ellos.