Si es cierto que las grandes ideas están en el aire, el mejor ejemplo es la génesis del Himno Nacional Argentino, que el 11 de mayo de 2023 cumple 210 años.
El 24 de mayo de 1812, Vicente López y Planes (criollo de pura cepa, capitán del Regimiento de los Patricios durante las Invasiones Inglesas, tan enemigo de Cornelio Saavedra como del fusilamiento del virrey Liniers y gestor del Primer Triunvirato) fue a ver una ópera de Luis Ambrosio Morante. Se llamaba El 25 de mayo o el Himno de la Libertad (para algún estudioso, inspirada en La Marsellesa o El Canto de la Libertad, pieza estrenada en París, 1792) y se representaba en el Coliseo Provisional de Buenos Aires, frente a la Iglesia de la Merced.
La obra cerraba con un himno escrito nada menos que por el murcitano Blas Parera Moret, compositor, organista y director orquestal del teatro.
Día del Himno Nacional: de marcha a canto de hinchadas
Apenas cerró el telón, un brote de envidia e inspiración corrió por las venas del abogado López y Planes y esa misma noche, al llegar a su casa escribió una estrofa. Su idea, desde luego, era componer el mismo una pieza musical que le daría fama de aquí a la eternidad.
Con aceitados contactos entre “la casta” de los revolucionarios de mayo, Vicente López y Planes convenció al Triunvirato que lo que le estaba faltando a la nación en ciernes era su propia heráldica musical, una composición romántica, bella, rimbombante, una “marsellesa aporteñada” que narrara la gesta de los flamantes libertarios. Y como a manejo dialéctico pocos podían superarle, dos meses más tarde, en un oficio del 22 de julio los triunviros sugerían al Cabildo porteño que ordenasen componer “la marcha de la patria”, para que fuera ejecutada y entonada al inicio de cada función teatral (poco original, el hombre) y cada día hábil, cuando concluyera la jornada escolar. Y la melodía debía escucharse de pie y en posición firme, por revestir la jerarquía de símbolo patrio.
Al año siguiente, durante la Asamblea General del Año XIII (tan célebre en su época como lo es hoy el Pacto de San José de Costa Rica, remitente ineludible de cuanto tema imaginemos, ya que no dejó tela sin cortar), la sugerencia fue una orden y el 11 de mayo de 1813, los asambleístas decretaron su composición.
Veinticuatro horas más tarde, Blas Parera Moret –nobleza obliga- recibió el encargo gracias a la sugerencia de López y Planes y el español, que ya lo tenía bastante cocinado gracias a la precuela de “El 25 de mayo”, entregó la partitura al día siguiente, a cambio de $200. La había escrito en una noche.
La verdadera historia de Mariquita Sánchez de Thompson revelada en una obra
Vicente López y Planes también la tenía clara, ya que con algunas frases más completó sus primeros versos; y de la obra “original” del pobre Luis Ambrosio Morante, autor del himno inspirador, ya nadie se acordaba.
La tradición repite que fue la patricia María Josepha Petrona de Todos los Santos Sánchez de Velasco y Trillo, más conocida como Mariquita Sánchez de Thompson, la primera voz que lo presentó en sociedad –es decir, en la sociedad de su propio living en la Quinta Los Ombúes de San Isidro, actual Sede del Museo, Biblioteca y Archivo Histórico Municipal de San Isidro.
Ese encuentro habría tenido lugar el 14 de mayo de 1813. Y si bien nadie le negará el beneficio del mito, precisamente a una de las fundadoras de la Sociedad de Damas de Beneficencia de Buenos Aires, la primera institución que se ocupó de educar a las jovencitas porteñas en colegios y orfanatos, parece que ese hecho tuvo lugar el 25 de mayo de 1813 y que la primera “presentación pública del himno fue el 28 de mayo antes del comienzo de una función teatral, como lo había deseado López y Planes.
La prisión de Mariquita Sánchez de Thompson por dentro
Sea como haya sido, lo cierto es que tenemos Canción Patriótica Nacional –tal fue su título original- gracias a esa concatenación de talentos. Es de 1847 la primera referencia escrita de la composición como Himno Nacional Argentino y de 1860, la versión orquestal con más armonías, gracias al músico Juan Pedro Esnaola.
El Himno original era más extenso que el actual y hubo en su época una fuerte presión diplomática para retirar de la canción patria las frases antimonárquicas, antiespañolas (“tigres sedientos de sangre”, antibritánicas (“el vil invasor”) e independentistas ("se levanta a la faz de la Tierra una nueva y gloriosa Nación") y pro francesas (“ved en trono a la noble igualdad”) ya que Gran Bretaña era el aliado de España contra la invasión napoleónica francesa.
El Himno Nacional fue víctima de la censura
Dando órdenes, como era su estilo, la versión final del himno la impuso Julio Argentino Roca, en 1900, cuando dispuso que “en las fiestas oficiales o públicas, así como en los colegios y escuelas del Estado, solo se cantarán la primera y la última cuarteta y el coro de la Canción Nacional sancionada por la Asamblea General el 11 de mayo de 1813."
En cuanto a Blas Parera, incómodo e inseguro por su origen español, en 1818 abandonó Buenos Aires y se instaló en su tierra de origen. Nunca más regresó y murió en Barcelona.
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