OPINIóN

Innovar o fracasar: la encrucijada de los maestros

“La enseñanza es la inversión estratégica por excelencia, y la educación, el camino más seguro hacia la movilidad social” sostiene la autor y desarrolla porqué, en definitiva, todos los problemas son en definitiva problemas de educación.

Flavio Buccino sobre el voucher educativo: “Las escuelas privadas reciben triple subsidio del Estado”
Flavio Buccino sobre el voucher educativo: “Las escuelas privadas reciben triple subsidio del Estado” | CEDOC

Hoy, como cada 11 de septiembre, recordamos a Domingo Faustino Sarmiento, pero sobre todo celebramos a quienes, con vocación, paciencia y esfuerzo cotidiano, sostienen una de las tareas más trascendentales para cualquier sociedad: formar a las nuevas generaciones.

Más que nunca, entendemos que todos los problemas son, en el fondo, problemas de educación. En un mundo de cambios vertiginosos, hablar del rol de los maestros es hablar de un oficio que no solo transmite conocimientos, sino que también moldea personas y prepara a los jóvenes para enfrentar un futuro cada vez más complejo.

En este sentido, los docentes enfrentan un doble desafío. Por un lado, cargan con la herencia de un sistema educativo arcaico que durante décadas priorizó la homogeneización y la burocracia antes que la libertad de enseñar según las necesidades de cada alumno.

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Por otro, deben adaptarse a una época marcada por la inteligencia artificial, la robótica y la biotecnología, donde el crecimiento exponencial de la tecnología exige formar estudiantes capaces no solo de aprender contenidos, sino de desarrollar pensamiento crítico, creatividad y resiliencia.

La incorporación de herramientas digitales ha transformado la enseñanza. Facilitan el acceso a la información y permiten individualizar el aprendizaje, pero también exigen un cambio profundo en el rol del docente. Lo mismo ocurre con nuevas pedagogías como el Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP), que pone a los alumnos en el centro del proceso, invitándolos a investigar, diseñar y resolver problemas concretos, mientras el maestro acompaña, orienta y abre espacio para la creatividad y la autonomía.

Este cambio ya se refleja en distintas experiencias internacionales. En Finlandia, pionera en innovación educativa, el ABP se utiliza para integrar materias y desarrollar competencias transversales: los estudiantes construyen prototipos, hacen investigaciones de campo y presentan soluciones a problemas comunitarios. Allí, los maestros son profesionales altamente calificados y bien remunerados, con una amplia autonomía para definir contenidos, metodologías y evaluaciones dentro de los lineamientos generales del currículo nacional, sin estar sometidos a controles burocráticos excesivos ni a evaluaciones estandarizadas masivas. Esto refuerza la confianza social en su criterio profesional.

En Singapur, por su parte, los docentes ocupan un lugar estratégico dentro de la política educativa. El ingreso al magisterio es altamente competitivo, solo acceden los mejores egresados de secundaria, y el Estado invierte de manera sostenida en su desarrollo profesional. Aunque el currículo nacional es estructurado, los maestros reciben capacitación continua y apoyo para aplicar metodologías innovadoras y llevar adelante proyectos en el aula, asumiendo un rol que combina la transmisión de conocimientos con la formación en valores y habilidades para la vida.

Domingo Faustino Sarmiento, polímata

En todos estos casos, la tecnología refuerza la innovación pedagógica: plataformas digitales, recursos interactivos y sistemas de monitoreo permiten personalizar el aprendizaje, ampliar las oportunidades de cada estudiante y consolidar el papel del docente como mediador entre el conocimiento y la experiencia.

En este escenario, el rol del docente deja de ser el de un mero transmisor de información para convertirse en guía, mentor y acompañante en el proceso de aprender a aprender. Su misión ya no se limita a enseñar contenidos, sino a brindar a cada estudiante las herramientas necesarias para desenvolverse en un mundo complejo y en permanente cambio.

Esto implica no solo el desarrollo de competencias cognitivas, sino también la formación integral de la persona, con especial énfasis en las habilidades socioemocionales —como la empatía, la resiliencia, la comunicación asertiva, la gestión de emociones y el trabajo en equipo—, que resultan fundamentales para afrontar desafíos, relacionarse efectivamente y alcanzar su máximo potencial en el futuro.

Este Día del Maestro, más que homenajes formales, necesitamos un compromiso real. Reconocer que la enseñanza es la inversión estratégica por excelencia implica darles a los docentes libertad y herramientas para innovar, recuperando la certeza de que la educación es el camino más seguro hacia la movilidad social. Porque cada vez que un maestro enciende en un alumno la curiosidad, la confianza y el deseo de aprender, no solo transmite conocimiento: siembra futuro.

*Coordinadora del departamento de desarrollo humano de la Fundación Libertad y Progreso.