OPINIóN
Pandemia y nuevos desafíos

Los cambios educativos de este 2020

El coronavirus cambió la forma de enseñar y aprender, pero a la vez sacó a la luz la necesidad que tiene el sistema educativo y los docentes de actualizarse para motivar a los alumnos.

Educación Virtual
Educación Virtual | Shutterstock

No hay dudas de que el año 2020 y su protagonista estrella, la pandemia del Covid-19, trajeron consigo una ola de grandes cambios y adaptaciones en todas las disciplinas que fueron esenciales para afrontar los desafíos que se nos presentaron durante el camino.

La educación fue y es uno de los sectores donde mayor impacto tuvieron los efectos nocivos del aislamiento y la incertidumbre en la toma de decisiones. De la noche a la mañana, alumnos, docentes y padres en casa, intentaron y aún intentan que el proceso siga su curso de alguna u otra manera.

Sin recaer en la lógica incierta en la cual se tomaron las decisiones desde el poder político respecto a la continuidad educativa, resoluciones sin información certera y bajo un terreno muy ambiguo y complejo, en esta oportunidad, me centraré en hablar acerca del futuro.

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La configuración actual del sistema educativo en Argentina se desenvuelve, en gran medida, bajo una dinámica de enseñanza-aprendizaje basada en la memorización de contenidos. ¿Cuántas veces hemos estudiado para un examen memorizando páginas y páginas de un libro, recordando una fórmula matemática o reconstruyendo en nuestra cabeza la estructura de un resumen que habíamos hecho para repasar?

Esta dinámica reiterada define al modelo educativo hace más de 30 años. Consta de un proceso estático y anclado en un estilo socrático de la educación antigua. A grandes rasgos, se describiría de esta manera: un docente (en calidad de maestro o sabio), parado frente a una clase explicando algún contenido, los alumnos copiando y escuchando con poca atención su sabiduría y, luego, un examen para medir cuánto de ello les ha quedado en la memoria. ¿Simple, no?

La configuración actual del sistema educativo en Argentina se desenvuelve, en gran medida, bajo una dinámica de enseñanza-aprendizaje basada en la memorización de contenidos

¿Realmente creemos que este modelo es el indicado para afrontar los desafíos del siglo XXI?, ¿La formación de las nuevas generaciones, futuras líderes del mundo del mañana, se encuentra limitada solamente a la memorización de un contenido obsoleto por sí mismo y a su posterior calificación mediante un examen añejo?

Una de las variables claves al analizar el impacto del 2020 en la educación es el grado de emocionalidad de los estudiantes. Al atentar contra el rol fundamental de la escuela hoy, como lo es la socialización, el impacto emocional de la pandemia en los pequeños y jóvenes ha acelerado el proceso de repensar cómo debemos concebir a la educación hacia el futuro.

El aumento en los niveles de abandono escolar, bajísimas tasas de conectividad a las clases (ya sea por falta de acceso a una computadora o por mera desorganización de los tiempos), tasas decrecientes de asistencia y tareas sin entregar multiplicadas por mil, son algunos de los puntos que, sumados al alto nivel de estrés de los adolescentes y sus familias en esta etapa, describen el año educativo.

Para los chicos, el 2020 fue una montaña rusa en lo que refiere a lo emocional. Se volvió muy complejo tomar definiciones claras para atravesar la crisis sin ser víctimas de la improvisación.

Ahora bien, si hay un aprendizaje que la contingencia actual dejó es que la educación y las instituciones argentinas -y me atrevería a decir en muchos países de Latinoamérica- necesitan comenzar un proceso de transformación.

Una de las variables claves al analizar el impacto del 2020 en la educación es el grado de emocionalidad de los estudiantes

Este proceso debe estar guiado, primero, por un cambio de foco del modelo pedagógico tradicional donde pasemos a priorizar el desarrollo de habilidades y competencias en lugar de meros contenidos. En segundo lugar, debe existir una transformación del rol del docente, dejando a ese maestro sabio a un lado, para convertirlo en un mentor o guía de los estudiantes en el camino hacia el futuro.

En este punto, lo interesante es que no todos los docentes son educadores. Un educador pasa gran parte de su tiempo diseñando y desarrollando propuestas de enseñanza creativas que permitan estimular la imaginación de los alumnos buscando captar su interés y su atención. Desde un educador, la concepción del proceso de enseñanza-aprendizaje es mucho más integral, que tan solo “bajar” un contenido específico y cumplir un horario para volver a casa o ir a otro colegio. Entonces, pregunto: ¿Estamos rodeados de docentes o de educadores?

Al igual que los educadores, y por supuesto, los equipos de conducción -y ni hablar del poder político y la sociedad en general-, los estudiantes también deben cumplir un rol protagónico en esta transformación. Como líderes, debemos empoderar a cada uno de ellos para que se conviertan en agentes de cambio.

El aumento en los niveles de abandono escolar, bajísimas tasas de conectividad a las clases, tasas decrecientes de asistencia y tareas sin entregar  son algunos de los puntos que, sumados al alto nivel de estrés de los adolescentes y sus familias  describen el año educativo

Si hay algo que me entristece escuchar cerrando este año es que el entusiasmo y la motivación por aprender se ha perdido. El solo hecho de notar la falta de interés por estudiar y por explorar y descubrir cosas nuevas atenta directamente contra el futuro que nos espera en los próximos años. ¿No sienten nada cuando digo esto?

Debemos hacer del proceso educativo una experiencia memorable. Debemos invitar a nuestros pequeños y jóvenes a involucrarse en un viaje de aprendizajes lúdicos y de imaginación pura, donde sus preferencias y sus capacidades sean las impulsoras del trabajo a desarrollar en cada aula, presencial o virtual. Mediante experiencias sensoriales e historias estremecedoras, y utilizando a las tecnologías exponenciales como un vehículo, lograremos captar la atención, sembrar el interés por aprender, recuperar la pasión por descubrir y empoderar a cada uno de ellos para construir, entre todos, el mejor de los futuros posibles.