Desde que el Gobierno Nacional decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio, escuchamos hablar y leemos experiencias de instituciones que convirtieron los procesos de educación presencial en enseñanza virtual o educación a distancia. ¿Pero se trata realmente de educación virtual o, más bien, podríamos referenciar esas experiencias como educación con uso de tecnología u educación en los hogares?
De acuerdo con la definición del Ministerio de Educación, de 2017, mediante la Resolución 2641-E, “se entiende por educación a distancia a la opción pedagógica y didáctica donde la relación docente-alumno se encuentra separada en el tiempo y/o en el espacio, durante todo o gran parte del proceso educativo, en el marco de una estrategia pedagógica integral que utiliza soportes materiales y recursos tecnológicos, tecnologías de la información y la comunicación, diseñados especialmente para que los/as alumnos/as alcancen los objetivos de la propuesta educativa. Asimismo, se entiende que quedan comprendidos en la denominación educación a distancia los estudios conocidos como educación semipresencial, educación asistida, educación abierta, educación virtual y cualquiera que reúna las características indicadas precedentemente”.
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En este tipo de educación, la relación docente-alumno, a la que deberíamos sumar la interacción de los estudiantes entre sí y con la institución educativa, se lleva a cabo separada en el tiempo y en el espacio, lo que se denomina relación asincrónica. Y está enmarcada dentro de una concepción pedagógica que contextualiza y crea el escenario que asegura el logro de esa comunicación efectiva. Ese escenario, además, está atravesado por un entramado tecnológico, administrativo/académico y pedagógico que anticipa y acompaña la relación y las prácticas docentes.
Las acciones de planificación institucional obedecen a distintas lógicas: psicológica y pedagógicas, en cuanto a la manera cómo aprenden los estudiantes, y práctica, en relación con la forma en que se organizan los estudiantes para el aprendizaje, como se disponen los dispositivos, los recursos y los espacios, para responder con las características, motivaciones, estilos y ritmos de los estudiantes. Para que estas estrategias acompañen el proceso de enseñanza y de aprendizaje, deben aplicarse teniendo en cuenta siempre una intencionalidad pedagógica. En educación virtual no es posible improvisar. Indefectiblemente requiere de anticipación, de planificación.
Además, la separación entre docente y alumnos en el tiempo y en el espacio, refiere a una vinculación mayormente asincrónica para lo cual, generalmente a través de aulas virtuales, se crean espacios de prácticas de enseñanza y de acciones de aprendizaje (materiales de estudio, foros de discusión, actividades variadas y evaluaciones), como organizadores previos que eximen la necesidad imperiosa e imprescindible de las comunicaciones sincrónicas, es decir del uso de videoconferencias.
En educación virtual no es posible improvisar. Indefectiblemente requiere de anticipación, de planificación
Convengamos que la relación sincrónica establecida en tiempo real tiene beneficios asociados con el carácter interactivo. Sin embargo, la asincronía que no requiere la participación simultánea de profesores y estudiantes expone otras ventajas como la flexibilidad en la elección de contenidos, los momentos y tiempos de estudio, las elecciones de apoyos alternativos, reflexión, etc. Esto no significa que no puedan ni deban proponerse recursos de comunicación sincrónica. Pero en la educación virtual no es el único medio ni el mejor, ni siquiera es imprescindible. En todo caso, para que adquieran relevancia y sentido, deberían estar entrelazadas con el resto de las propuestas de trabajo del aula virtual.
Los cursos o asignaturas impartidos con la modalidad a distancia deben contener un diálogo auténtico con el alumno, o mejor dicho una conversación didáctica guiada. Todo lo anterior se logra con el trabajo profesional de un equipo interdisciplinario, integrado por pedagogos, expertos en la disciplina y diseñadores multimediales. En educación virtual los materiales de estudio no se improvisan. Se planifican, diseñan y construyen desde destinos saberes. Su elaboración requiere de tiempo.
La tutoría es uno de los ejes centrales en un sistema virtual y no puede ser confundida con la imagen de un docente tradicional
Los docentes en la educación virtual suelen reconocerse como asesores, tutores, mentores porque, antes de ser profesores en el sentido tradicional de la educación presencial, son orientadores, apoyos, facilitadores de los aprendizajes de los estudiantes. En definitiva, la tutoría es uno de los ejes centrales en un sistema virtual y no puede ser confundida con la imagen de un docente tradicional. Es quien guía y acompaña en el proceso de construcción del conocimiento y análisis de la práctica que realizan los estudiantes.
La respuestas a la pregunta inicial, entonces, es clara: lo que se está haciendo mayoritariamente en este contexto de Covid-19 no es educación a distancia ni virtual, sino en todo caso educación con uso de tecnologías.
Todos lo sabemos. De manera urgente, forzada e intempestiva, las instituciones educativas debieron reconvertirse. No tuvieron opción. No pudieron elegir ni cómo ni cuándo. Fue inmediato. Y en todos los casos con uso de tecnologías. Con un esfuerzo y compromiso supremo de sus docentes, también héroes de estos tiempos de Covid-19. Tampoco pudieron elegir ni los estudiantes ni los docentes.
Y esta realidad no resultó gratis. Se está pagando un alto precio, traducido en estrés y en horas infinitas, por ejemplo para preparar una clase con tecnología o para entender el funcionamiento de una videoconferencia y la dinámica de comunicación a través de ella.
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Sin embargo, las instituciones educativas que fueron capaces de comprender el funcionamiento y las demandas de la sociedad, atravesada por la tecnología y los dispositivos digitales, son las mejores posicionadas para dar respuestas educacionales inmediatas.
Por ello, es factible que en la post pandemia se considere a la educación virtual y, por qué no, a la educación combinada presencial más virtual como posibilidad real para enseñar y aprender. No ya como opción sino con la certeza de todas sus potencialidades. Quizás, a pesar del dolor y el aislamiento podamos aprender esta lección.
*Directora académica de la Facultad de Estudios a Distancia y Educación Virtual (FEDEV) de la Universidad de Belgrano (UB) y académica de número de la Academia Nacional de Educación.