Sólo la mitad de las escuelas primarias urbanas de gestión estatal del país -unas 8.600- mantienen contacto diario con los alumnos durante la cuarentena. Y el 90% de ellas se comunican, al menos una vez por semana, con sus estudiantes, según una encuesta realizada a familias de las 24 jurisdicciones realizada por el Observatorio Argentinos por la Educación que abarca las conductas de los colegios desde que se suspendieron las clases presenciales el 13 de marzo y hasta principios de julio.
Pero hay otro dato que pinta más aún las diferencias y desigualdades que enfrentan los alumnos de primaria en el país: en cuatro de cada cinco escuelas no hay clases en vivo por videoconferencia; y el whatsapp y el correo electrónico son las formas preferidas por los docentes para enviar tareas a sus estudiantes, aunque se trate, en todos los casos relevados, de escuelas y familias “conectadas”.
El informe Frecuencia y fines del vínculo pedagógico en cuarentena, firmado por Mariano Narodowski, Víctor Volman y Federico Braga presenta los primeros resultados de una encuesta nacional orientada a relevar las prácticas de continuidad pedagógica en el contexto de la pandemia de coronavirus, que busca además documentar el vínculo entre las escuelas y las familias en esta situación.
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El 51% de quienes respondieron -otro dato llamativo indica que el 90% fueron las madres, lo que destaca una vez más que las tareas de cuidado y acompañamiento escolar siguen recayendo principalmente en ellas- indicó que los docentes mantienen una comunicación diaria con los alumnos durante la cuarentena.
También se observó que 9 de cada 10 escuelas se comunican al menos una vez por semana, mientras que en un 8,1% de las escuelas, la comunicación con las familias es cada dos semanas. “Esto llama la atención si se tiene en cuenta que tienen conectividad; resulta al menos preocupante”, explicó Nadorowski durante la presentación del informe.
En tres de cada cuatro escuelas (76,7%), la comunicación tiene como fin proponer actividades pedagógicas. En el 40,8% de los casos, las escuelas también se comunican para saber cómo están los alumnos e interesarse por la situación personal o familiar.
Con respecto a la forma de dar clase, cuatro de cada cinco escuelas (81,6%) utilizan solo actividades asincrónicas (descargar actividades y enviarlas, ver clases grabadas, etc.). En el 17,6% de los casos se combinan formas asincrónicas y sincrónicas (clases en vivo por videoconferencia).
Solo en el 17,2% de las escuelas se utilizan herramientas de comunicación que permiten dar clases sincrónicas por videoconferencia, como Zoom o Meet. En el 87,8% se envían tareas con plazos para que los alumnos resuelvan y envíen a los docentes. La descarga de tareas desde una plataforma, blog o página web (17,9%) y las clases grabadas (8,4%) son estrategias que se utilizan en menor proporción.
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“Resulta muy positiva la presencia de las escuelas en los hogares, ofreciendo tareas y contactos personales cotidianamente en la casi totalidad de los hogares conectados. Esto es particularmente destacable en la medida que hubo que actuar sin preparación. Los datos muestran una dedicación y un compromiso destacable”, afirmó el profesor de la Escuela de Gobierno de la UTDT, y agregó que “la forma exclusiva de contacto ha sido casi asincrónica, seguramente por las limitaciones de dispositivos y conectividad. Los contactos sincrónicos han sido pocos y complementarios”.
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“Los resultados que arroja la encuesta son interesantes para considerar el próximo escenario de presencialidad rotativa en las escuelas. En el tiempo transcurrido hubo un énfasis en el envío de tareas y se registra una interacción reducida de docentes con los niños y niñas. Esto plantea que en el retorno a la presencialidad el desafío será reponer ese ida y vuelta”, planteó Sandra Ziegler, investigadora de Flacso.
“La vuelta a la escuela abre la oportunidad de trabajar con grupos reducidos, superar formas repetitivas y carentes de sentido. Así como se dijo que en las formas online no se podía replicar la propuesta presencial anterior, la ‘nueva normalidad’ exige explorar otras formas de trabajo, y los datos de estos estudios brindan aportes para diseñar el trabajo próximo en las aulas”, agregó la experta.
“Todavía tenemos en el mundo dudas sobre los alcances efectivos de las clases exclusivamente virtuales o dadas a través de plataformas”, sumó Nadorowski durante la presentación. “Para los chicos no conectados, este tiempo sin clases presenciales -que aún no sabemos cómo ni cuándo se reimplementarán- podrá significar la pérdida de un ciclo lectivo completo”.
“Serán ellos y sus docentes quienes más tendrán problemas para readaptarse cuando finalmente se vuelva”, añadió. Ese déficit también existirá para los ‘conectados’, pero para quienes están sin conectividad será peor: lo es durante el aislamiento y lo será también en la pospandemia”, dijo.
Estos datos forman parte de una serie de cuatro informes referidos a la situación de familias y alumnos durante el aislamiento, elaborados a partir de los resultados de la encuesta. Los informes siguientes, que se publicarán en las próximas tres semanas, indagarán respecto a dispositivos y medios de comunicación para mantener el vínculo pedagógico, tiempo destinado a actividades escolares y acompañamiento de adultos, percepción respecto a los aprendizajes y conformidad con los docentes.
CFE / DS