En el reciente informe del Instituto de Estudios Laborales y Sociales (Idelas) de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES), surgen datos de relevancia para comprender el comportamiento de las variables relacionadas con el ámbito laboral en Argentina.
En principio, causa un gran impacto la observación de dos indicadores que muestran una amplia brecha: el primero de ellos es la relación de productividad entre el empleado asalariado registrado en comparación con el resto de los trabajadores, el segundo es el cruce de datos de los asalariados registrados del sector privado con los del sector público.
El trabajo demuestra que la brecha de productividad laboral entre el empleo asalariado privado registrado y el informal se mantiene relativamente constante durante todo ese tiempo con un leve crecimiento en 2022. Las únicas excepciones se dan durante el segundo semestre de 2020 y el segundo semestre de 2021, debido a la situación generada por la cuarentena y la salida de ésta.
La brecha entre los dos universos de trabajadores en el segundo semestre de 2022 asciende a 2,25, o sea que la productividad de los empleados asalariados registrados es un poco más del doble que la del resto de los trabajadores.
La magnitud del indicador refleja la importancia de la generación de puestos de trabajo genuinos, con salarios en blanco, en una etapa donde el índice de informalidad laboral se encuentra en crecimiento y el trabajo en blanco estancado. Hay que aclarar que, dentro del índice, los no asalariados incluyen a los trabajadores informales y a los cuentapropistas. Estos últimos vienen en franco crecimiento, siendo en muchos casos trabajadores que son contratados por un único empleador como monotributistas, de manera que no queden registrados como empleados en relación de dependencia.
Otro de los puntos destacados del trabajo es el análisis de la relación de productividad entre el asalariado registrado privado y el público
La brecha de productividad entre estos dos sectores es aún mayor a la señalada en el punto anterior, siendo este índice de 3,4, o sea casi tres veces y media más productivos.
Gran parte de este aumento obedece a la cantidad de empleados públicos que se incorporan año tras año, en muchos casos sin una justificación en términos de necesidades reales de trabajo.
El crecimiento de la tasa de empleo sucede en detrimento de su calidad, debido a que se viene dando un aumento relativo mayor de los trabajadores informales, los cuentapropistas y empleados del sector público, en los cuales los indicadores de productividad son significativamente menores a los de los trabajadores privados registrados.
Una Argentina competitiva requiere una mayor productividad. Como refleja el estudio, la misma debe darse por la vía del empleo privado y registrado. Es tarea de los gobiernos, tanto nacional como provinciales, generar el clima para que más empresas, tanto pequeñas, medianas o grandes, decidan invertir en el país. Para ello la generación de reglas de juego claras, la seguridad jurídica, y la reducción de la asfixiante carga tributaria, y en este caso en particular las cargas sociales, permitiría la incorporación de mayor cantidad de trabajadores al mercado formal y la transferencia de personas del sector público al privado, mejorando los índices promedio de productividad.
No es una tarea que se pueda realizar de un día para otro, requiere de consensos a futuro que trascienda la gestión de un gobierno en particular, pero que no puede demorar su inicio.
Los tiempos han cambiado significativamente y los nuevos modelos de negocio requieren una adecuación de las leyes y reglamentaciones, que faciliten la incorporación de trabajadores en formatos que no son iguales a los del siglo pasado. Retrasar estas modificaciones, nos resta competitividad a nivel internacional, desestimula la inversión de empresas ya instaladas, expulsa a empresas internacionales que encuentran mejores opciones en otros países y hace que el país no sea atractivo para nuevos emprendimientos.
*Decano de la Facultad de Ciencias Empresariales de UCES.