OPINIóN
Sucedió en San Telmo

La historia trágica de Margarita Oliden

Como era habitual en Buenos Aires, la joven de familia acomodada ya tenía un candidato elegido por la familia, cuando decidió escaparse por los túneles subterráneos porteños con el payador que la había enamorado. Cuál fue la reacción del padre.

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Casa de Margarita Oliden en Carlos Calvo 319. | CEDOC Perfil

Margarita Oliden fue una joven de familia acomodada en San Telmo, enamorada del payador Juan de la Cruz Cuello. Su padre, Nicolás Oliden, sargento de la Mazorca y hombre cercano al poder rosista, la obligó a casarse con Ciriaco Cuitiño, jefe de ese temible cuerpo de policía política.

En tiempos de Rosas, el vínculo con Cuitiño significaba consolidar alianzas, mantener el control y reafirmar la influencia pública del padre. Casarse con un jefe federal era más una estrategia de poder que una elección personal.

Margarita planeó huir por los túneles que corrían debajo de la ciudad, entre la Iglesia de San Pedro Telmo y la Antigua Tasca de los Cuchilleros, vivienda colonial que aún está en pie en Carlos Calvo 319.

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Buenos Aires, ciudad sitiada

Pero fue interceptada. Su padre, enfurecido por la desobediencia, la asesinó antes de que pudiera alcanzar la libertad.

El túnel fue para Margarita una salida desesperada del poder patriarcal. Un intento de huir de un destino impuesto. Una extendida leyenda urbana señala que su alma deambula por el lugar.

¿Pero qué sentido tenían esos pasadizos en la casa de los Oliden? ¿Eran una vía de escape, una ruta clandestina, o ambas cosas al mismo tiempo?

La historia de Margarita conmueve, pero también ilumina el submundo del contrabando como práctica estructural de una ciudad portuaria que, más que rebelde, era audazmente pragmática.

Buenos Aires había sigo el epicentro del contrabando durante el Virreinato del Río de la Plata y seguía siéndolo. El puerto se abría cada noche en sombras. La lejanía de la Corona española facilitaba “olvidos”.

Ingresaban encajes, aguardiente, marfiles, joyas, pólvora, imágenes religiosas y libros iluministas que encendían ideas peligrosas. También personas, ya que el tráfico de esclavos fue una de las industrias clandestinas más crueles y rentables del período.

La palabra contrabando viene del latín contra bannum, que literalmente significa “contra el bando” o “contra el edicto”. El bando era la orden real, la norma impuesta.

En el lugar donde vivió Juan Manuel de Rosas funciona el Museo del Sitio, con reliquias del 1800

Contrabando era, entonces, todo aquello que se realizaba a espaldas del poder legal. Pero también, en muchos casos, a favor de una economía paralela que sostenía a gran parte de la sociedad.

Los túneles eran el escenario perfecto para estas maniobras. Por allí no sólo escapaban enamorados o se rateaban los alumnos del Colegio Nacional Buenos Aires. También se deslizaban rollos de tela, manuscritos y cadenas.

La ciudad parece haber aprendido a convivir con la sombra y a manejar ciertas cosas por debajo del radar: la política de pasillo, los pactos discretos entre sectores, la letra chica de los contratos. En Buenos Aires, lo oculto no es sólo una herencia sino que es casi parte de su estructura, de su entraña.