Durante muchos años, la agricultura puso especial foco en el crecimiento y desarrollo de los cultivos sobre la superficie del suelo. Es decir, desde la siembra hasta la cosecha, el seguimiento del vigor, la producción de biomasa, la cobertura del suelo, la resistencia a estreses bióticos y abióticos, y su mitigación mediante el uso de diferentes herramientas fitosanitarias fueron importantísimos para lograr los niveles de productividad que alcanzamos en la actualidad.
Pero además del perfeccionamiento en las tecnologías convencionales, la novedad es el impresionante aumento del conocimiento y utilización del mundo microbiano, que acciona de manera incesante y permanente por debajo de la superficie del suelo.
Hoy, tenemos en claro que los microorganismos son responsables de la biodisponibilidad de nutrientes, que determinan la producción de nuestros lotes, mediante procesos como la amonificación, nitrificación y la solubilización de nutrientes como el fósforo, el azufre y el zinc, entre otros.
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Pero, además, contamos con una batería de instrumentos microbiológicos con los que intervenir en los diferentes ambientes agro-edafo-climáticos, para potenciar la productividad bajo un nuevo paradigma que eficientiza el manejo de la microbiota existente en los suelos se incorpora microorganismos útiles capaces de mejorar la performance de los cultivos mediante su inoculación.
Este cambio paradigmático que impulsa el uso de alternativas biológicas crece a un ritmo del 12% anual, según estudios de mercado de las microbiotecnologías, como los biofertilizantes, los bioestimulantes, los bioinsecticidas y los biofungicidas.
Además, se produce en un contexto de mayores certezas científico-tecnológicas, que se apoya en tres pilares:
- tecnologías de alta complejidad en biología molecular, que permiten la identificación y caracterización de microorganismos y el desarrollo de metodologías cualitativas y cuantitativas a nivel bioquímico que determinan los beneficios aportados;
- formulaciones microbianas que mejoran la supervivencia y mantienen las capacidades metabólicas y fisiológicas celulares aumentando los tiempos de preinoculación y facilitando el manejo a campo.
- compatibilidades mejoradas entre ingredientes químicos y biológicos, mediante el uso de distintos compuestos, que extienden la supervivencia celular y promueven la sinergia entre el mundo microbiológico y el fitosanitario.
- consecuencia, se potencia e impulsa con esta nueva aproximación tecnológica la productividad, sobre las bases del nuevo paradigma de producir conservando los recursos de los suelos, mitigando los efectos del cambio climático y articulando los beneficios de las herramientas microbiológicas con las fitosanitarias.
- verdadera revolución agrícola microbiológica se confirma con resultados concretos en los lotes de producción en diferentes ambientes de la región Pampeana, el NEA y el NOA, con el uso de tecnologías de última generación de inoculación en soja, como la fijación biológica de nitrógeno (FBN).
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Los beneficios de las microbiotecnologías no se reducen al uso de los inoculantes en el cultivo de soja, sino que se extienden a otras gramíneas y leguminosas, aportando en positivo a la implantación, vigor, crecimiento radicular y producción de biomasa. Mediante la utilización de inoculantes promotores del crecimiento vegetal (PGPR), favorecen los cultivos desde el momento mismo de su siembra y aseguran la uniformidad de emergencia y la implantación.
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Las inoculaciones con PGPR obtuvieron a campo resultados contundentes. Los beneficios de las inoculaciones microbianas se extienden, además, al biocontrol de diferentes patógenos de semillas y suelo en los primeros estadios fenológicos de los cultivos. Estos impactos, mediante uso de biofungicidas, tanto fúngicos como bacterianos, se pueden observar por ejemplo en el empleo de los hongos antagonistas como trichoderma, cuyos resultados a nivel de lote son realmente significativos.
Los datos indican que los beneficios obtenidos desde la perspectiva agronómica, económica, productiva y ambiental con el uso de las herramientas microbiológicas-inoculantes FBN, PGPR y biocontroladores- es clara y contundente.
En definitiva, el inteligente y planificado manejo de la microflora del suelo y de las herramientas microbiológicas de inoculación permite alcanzar los paradigmas perseguidos por la nueva agricultura: alta productividad, biodiversidad y rentabilidad con eficiente respeto medioambiental y mitigación del cambio climático.