Según “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2025”, un informe publicado recientemente por las cinco principales agencias de las Naciones Unidas que trabajan en el tema, el número de personas que enfrentan hambre a nivel mundial disminuyó de 688 millones en 2023 a 673 millones en 2024.
Pero el progreso no ha sido equitativo, con África experimentando un ligero aumento en el número de personas desnutridas, de 296 millones a 306 millones. Es preocupante que este patrón continúe: el informe estima que, incluso con la disminución del hambre mundial, 512 millones de personas seguirán desnutridas en 2030, casi el 60% de las cuales estarán en África.
Pero los responsables políticos del continente pueden evitar este desenlace. La estrategia más eficaz sería mejorar la productividad agrícola de África y mantener el progreso frente a fenómenos meteorológicos extremos como sequías e inundaciones. Esto requerirá que los gobiernos colaboren con la Unión Africana (UA) y las principales partes interesadas del sector agrícola, como universidades, instituciones de investigación, socios para el desarrollo, ONG, instituciones financieras y organizaciones filantrópicas.
Nuevo compromiso con la seguridad humana en África
Deberían centrarse en cinco áreas. En primer lugar, existe una necesidad urgente de movilizar inversiones para mejorar la salud del suelo y restaurar los paisajes degradados de África, que son una de las principales causas de la inseguridad alimentaria y el hambre. Hasta el 65% de las tierras cultivadas de África está degradada, y el continente pierde la asombrosa cifra de 4 000 millones de dólares en nutrientes del suelo cada año debido a la erosión. El cultivo continuo es especialmente perjudicial para la fertilidad del suelo y reduce el rendimiento de los cultivos en todo el continente.
Los líderes africanos están tomando consciencia de esta crisis. En 2024, la UA convocó una cumbre sobre fertilizantes y salud del suelo, que reunió a una amplia coalición de actores clave para debatir estrategias para mejorar la productividad agrícola de África. Quizás el resultado más importante de la cumbre fue un plan de acción para abordar la salud del suelo en todos los sectores agrícolas, con énfasis en el fomento de alianzas entre múltiples partes interesadas.

Inversiones en investigación y acceso a la tecnología
En segundo lugar, África debe aumentar la inversión en investigación y desarrollo agrícola para lograr aumentos sostenibles de la productividad. Actualmente, la mayoría de los países africanos destinan menos del 1% del PIB de su sector agrícola a I+D agrícola. Al aumentar esta proporción y movilizar capital del sector privado, los gobiernos africanos podrían impulsar innovaciones, desde variedades de cultivos resilientes al clima y de alto rendimiento hasta sistemas de alerta temprana para plagas y enfermedades.
En tercer lugar, los gobiernos africanos y todas las demás partes interesadas deben garantizar que los agricultores adopten las tecnologías existentes y futuras, como los sistemas de riego climáticamente inteligentes, la previsión meteorológica en tiempo real y las plataformas móviles que ofrecen formación, recomendaciones y apoyo oportunos. Varios países están empezando a reconocer que fomentar y facilitar la adopción de los últimos avances es esencial para mejorar la eficiencia y la resiliencia agrícola. Por ejemplo, a principios de este año, Botsuana lanzó su propio satélite, en parte para proporcionar datos agrícolas en tiempo real.
Para acelerar la adopción de estas innovaciones, los gobiernos deben hacer más que simplemente mejorar el acceso a ellas. También deben aumentar el apoyo financiero a los agricultores, colaborar con las universidades para brindar capacitación continua e invertir en infraestructura crítica como carreteras, electricidad y conectividad digital. Estas iniciativas empoderarían a los agricultores para que participen activamente en la transformación de la agricultura africana.

Inclusión de mujeres y jóvenes
En cuarto lugar, se debe prestar especial atención a las mujeres, quienes constituyen aproximadamente el 40% de la fuerza laboral agrícola de África, pero enfrentan barreras sistémicas que les impiden participar plena e igualitariamente en el sector. Los gobiernos podrían desarrollar programas de desarrollo de capacidades e implementar políticas que aborden algunos de los desafíos que enfrentan las agricultoras, como la propiedad limitada de la tierra, lo que contribuiría significativamente a impulsar el desarrollo rural y reducir el hambre en los hogares.
Por último, es necesario redoblar los esfuerzos para conectar con la creciente población juvenil africana, que se prevé que se duplique para 2050. Los jóvenes africanos poseen la energía, la creatividad y el impulso emprendedor necesarios para fortalecer la seguridad alimentaria, pero siguen siendo infrautilizados, en gran medida debido al limitado acceso a financiación y mentoría. Para reducir el hambre y crear las condiciones para el crecimiento económico a largo plazo, los gobiernos africanos, la UA y otras partes interesadas deben invertir en la próxima generación de líderes e innovadores agrícolas, proporcionándoles los recursos y la formación necesarios para alcanzar el éxito.
Revertir la alarmante tendencia al aumento del hambre en África exige medidas urgentes. La seguridad alimentaria comienza con un suelo sano y un crecimiento sostenible de la productividad, lo que requerirá la adopción de prácticas agrícolas regenerativas, la inversión en investigación agrícola y la adopción de nuevas tecnologías. Sin embargo, estos cambios deben ir acompañados de esfuerzos para empoderar a los agricultores, en particular a las mujeres, y liberar el potencial de la juventud africana. El continente ya tiene las semillas de una solución a su problema del hambre. Ahora solo necesita las condiciones adecuadas para cultivarlas.
*Profesora adjunta de Entomología y Estudios Afroamericanos en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign.
Project Syndicate