Se está debatiendo una vez más en el Senado de la Nación una ley que habilita el aborto legal. Ya sea que se apruebe o rechace la iniciativa –que divide incluso a los partidos políticos– la diferencia de votos será exigua.
No se debatirán en esta columna temas científicos ni éticos o ideologías ni creencias que ya han sido expuestos y difundidos por y en los medios, las comisiones del Congreso, las organizaciones civiles y hasta el seno mismo de las familias: sólo se propondrá, sin pretensión de originalidad en ello, que el aborto se dirima en votación en el próximo turno electoral. En última instancia, que lo que se apruebe o rechace en el Senado sea necesariamente avalado o no por el voto de todos los argentinos conforme al Artículo 40 de la Constitución Nacional.
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Como se recordará, nuestro país utilizó la figura de la “consulta no vinculante” en el Diferendo Limítrofe con Chile sobre el Canal de Beagle, por lo que bien podría hacerse una consulta popular en este sensible asunto el próximo octubre, aunque en este caso sería a posteriori de las votaciones del Honorable Congreso Nacional y con el aval de la Carta Magna de los argentinos.
Decenas de consultoras han medido cuál es la opinión general sobre el aborto de las personas de diversos ambientes sociales y en el contexto del país en su dimensión federal, con resultados que no parecen coincidir con el apretado resultado que se ha dado recientemente en la Cámara de Diputados o en el Senado de 2018. Es cierto que las encuestas son frecuentemente cuestionadas por sesgos y desaciertos; también que se ha detectado lo que podría denominarse ocultamiento de la opinión o “vergüenza” de los electores al ser interrogados. Sin embargo, los números arrojan diferencias sustanciales respecto de los propósitos políticos que llevan a discutir la cuestión del aborto por segunda vez en dos años, justamente por eso este asunto no debería ser una cuestión de legisladores y mayorías circunstanciales.
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Recientemente en el estado de California, EE.UU., se votó por sistema de participación directa la Proposición 16 que trataba un delicado asunto de lo que se denomina “acción afirmativa” o “discriminación afirmativa”. La elección sorprendió a gran parte de la sociedad por su inesperado resultado y contundencia. Lamentablemente, no se ha publicado mucho sobre este tema cuya difusión realizó el Mises Institute y el periodista independiente José Niño. La sorpresa californiana se debió a que el pueblo que habitual y mayoritariamente vota por el Partido Demócrata, decidió no apoyar sus políticas en el espinoso asunto puesto a consideración del soberano.
El aborto debe ser abordado en una consulta electoral que permita al Pueblo de la Nación decidir por SÍ o por NO para dar por terminado un asunto que divide artificialmente a una ciudadanía que por cierto ya tiene demasiadas fisuras naturales.