Formar opinión es un proceso vinculado al área del pensamiento sumamente importante para las personas. Sin embargo, es una actividad que requiere información y criterio para formular opiniones con mayor sensatez, diferenciando la opinión del dato crudo.
Cuando el proceso de formación de opinión y pensamiento crítico se convierte en opinología, se entra en un terreno de menor credibilidad y solvencia.
Su uso es común en el habla cotidiana, abordándolo de un modo más peyorativo para quienes emiten opiniones o juicios sobre diversos temas, incluso aquellos en los que no se tiene conocimiento o experiencia específica. Se utiliza habitualmente para describir a alguien que opina sobre todo, con frecuencia sin que se le pida o sin tener la autoridad para hacerlo.
Si bien no es una característica exclusiva de un sector cultural o geográfico, llama la atención que en Argentina existe una tendencia a encontrar opinólogos en diversos ámbitos. Y es que la opinión, bien o mal fundada, es muy valorada e influyente en sociedades actuales.
El fenómeno del "opinólogo" puede estar relacionado con el efecto Dunning-Kruger, un sesgo cognitivo en el que las personas con baja competencia en un área tienden a sobreestimar sus habilidades, mientras que las personas altamente competentes pueden subestimarlas.
En ocasiones, intercambiar opiniones libremente de manera casual y a modo de generar vínculo o entretenerse resulta indoloro. Pero en ámbitos, como el laboral, la figura del "opinólogo" puede ser más problemática ya que sus intervenciones pueden retrasar decisiones y obstaculizar el alcance de objetivos. En esos casos, es recomendable definir roles claros, limitar las reuniones a personas relevantes y asegurarse de que las opiniones se basen en datos y conocimiento.
El opinólogo generalista
Reconocido como el “sabelo-todo”, es aquel que opina sobre todo tipo de temas, sin profundizar en ninguno. Muestra una opinión fundada en cada área, aunque no tenga formación ni experiencia en ellas. Sus fuentes de información son variadas, aunque en su mayoría, no están validadas.En el intercambio, muestra dificultades para escuchar, sin aceptar otros puntos de vista, con modo dominante y poco receptivo. Este perfil es uno de los más “peligrosos” en el ámbito laboral, principalmente cuando se ve interpelado a ocupar figuras de liderazgo.
El opinólogo opositor
Podría también ser nominado en forma coloquial como “contreras”, lleva la opinión contraria a la opinión mayoritaria, aunque no tenga argumentos sólidos. Si bien siempre es favorable contar con miradas contrarias que quiebren las creencias reinantes e inviten a repensar, será importante analizar fuentes y datos sólidos que favorezcan la entidad y apoyatura de sus argumentos.
El opinólogo moralista
Se trata de aquellas personas que opinan sobre temas éticos y morales, imponiendo su visión personal como la correcta, les encanta hablar sobre lo quehicieron “bien o “mal” los otros.
Elaboran escenarios discursivos e hipotéticos acerca de las acciones “correctas” y los desvíos observados, sin una mirada auto-evaluatoria. Son los famosos protagonistas del “radio-pasillo” en ámbitos laborales. Son inevitables pero se recomienda dosificar intensidad.
El opinólogo “bien-intencionado”
Es aquel que quiere ayudar y, desde una genuina preocupación, cree contar con buenas soluciones para ofrecer a su interlocutor. A menudo, sus consejos provienen de experiencias personales, que extiende como casos aplicables a modo universal. Muchas veces, su sentido bien-intencionado, puede brindar calidez y comodidad en el intercambio, solo se recomienda tomar con cautela las intervenciones, reconociéndolas como solo una mirada posible ante la situación abordada.
Todas las personas ocupamos algún rol opinólogo en distintas oportunidades. La opinión resulta importante, tanto a modo de escucha, como en el proceso de formación de juicio crítico. El desafío está en diferenciar opinión de dato, así como cuál es el nivel de instrucción-conocimiento-experiencia del opinólogo, dependiendo del uso que queramos dar a las opiniones.