OPINIóN
Análisis

Milani liberado: su pasado y presente como miembro del Ejército

Como sucedió desde su llegada al máximo puesto del Ejército y con su salida, lo sucedido hoy estuvo marcado por una fuerte polémica.

César Milani.
César Milani. | cedoc perfil

Pasadas las 20 horas de este viernes, el ex jefe del Ejército Cesar Milani fue liberado de manera efectiva. En una escandalosa resolución, fue absuelto en el marco del juicio que se le seguía por delitos de lesa humanidad ocurridos durante la última dictadura cívico-militar. Milani, quien estuvo al frente del Ejército durante el kirchnerismo, estaba detenido desde febrero de 2017 y el Tribunal Oral Federal de La Rioja ordenó su inmediata liberación. La fiscalía y las dos querellas - la de una de las víctimas y la de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación- habían pedido para él entre 18 y 20 años de prisión. La decisión causó indignación dado el nivel de prueba que se había evidenciado en el caso y será apelada ante la Cámara de Casación Federal, donde podría ser revertida. Como sucedió desde su llegada al máximo puesto del Ejército y con su salida, lo sucedido hoy estuvo marcado por una fuerte polémica.

Milani estaba acusado y fue absuelto por los secuestros y torturas contra Pedro y Ramón Olivera, padre e hijo, ocurridos en 1977. Por entonces él era subteniente y cumplía servicios en el Batallón 141. Mientras que Pedro falleció en 1999, su hijo Ramón estuvo en el lugar y fue testigo además de querellante en el juicio.

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Ex Jefe del Ejército de Cristina Fernández de Kirchner, Milani enfrenta otros cargos por delitos de Lesa Humanidad. Por los que será juzgado en breve en la provincia de Tucumán. Al tiempo que en su futuro también tiene un juicio por posible enriquecimiento ilícito y una posible indagatoria ante la sospecha de que armó a medida una licitación en la compra de puentes modulares por cerca de USD 1,5 millones para beneficiar a la firma Acrow.

Porque Milani no puede justificar su pasado, pero tampoco su presente. Así lo consideró la justicia cuando lo mandó a juicio por posible enriquecimiento ilícito. Con sueldo de militar y sin poder acreditar cómo logró comprarla, Milani adquirió una casa en La Horqueta, San Isidro, valuada en casi medio millón de dólares, pero declarada en poco más de un millón de pesos. Ni siquiera podía acreditar cómo hubiera cubierto ese monto de acuerdo a sus declaraciones juradas.

Tampoco pudo explicar por qué su firma está en el formulario apócrifo de la deserción del conscripto Alberto Ledo, cuando estaba bajo su órbita en la última dictadura. Por eso deberá rendir explicaciones ante la justicia en breve.

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Son precisamente esas acusaciones sobre los hechos de la dictadura los que exponen una de las mayores contradicciones del propio kirchnerismo. Todas encarnadas en la figura del propio Milani. El kirchnerismo que hizo de la lucha por los Derechos Humanos uno de sus principales pilares de gestión y derogó las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, que permitieron la reapertura de los denominados juicios de la Verdad, eligió a Milani para condecorarlo con la Jefatura del Ejército. Lo hizo a pesar de las sospechas que ya había sobre su rol durante los años de dictadura.

Esa decisión fue a pesar de la impugnación del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). Era 2013 y Milani solicitó al CELS formular un descargo ante la impugnación, por lo que el organismo le envió un cuestionario con los puntos que consideró necesarios sean aclarados respecto a su rol dentro del aparato represivo del terrorismo de Estado. Poco después, tras recibir esa declaración, el CELS ratificó su impugnación tras considerar que las respuestas de Milani no disiparon el cuestionamiento anterior. “Por el contrario, agregan elementos que hacen inconveniente su ascenso y su permanencia como jefe de Estado Mayor del Ejército y son contradictorias con fallos de la justicia que tienen autoridad de cosa juzgada y con la información pública disponible sobre aquellos años”, sostuvieron desde el organismo. La presentación fue enviada al entonces presidente de la Cámara de Senadores de la Nación, Amado Boudou, y a los jefes de bloque de las distintas fuerzas políticas. Pero Milani consiguió la aprobación y a pesar de las sospechas se convirtió en Jefe del Ejército.

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Si su llegada fue polémica, su salida no lo fue menos. Pidió su retiro aduciendo cuestiones personales. Pero lo sobrevolaban las esquirlas de su pasado. Sin embargo, en todo momento contó con el respaldo de CFK, detrás del que había versiones sobre que Milani puso en marcha mecanismos de inteligencia alternativos a los de la Inteligencia local. Acaso la única forma de interpretar por qué desde el corazón del kirchnerismo se promovió su llegada con una foja de servicio tan escandolosa en un gobierno que pretendió erigirse en el paladín de los Derechos Humanos, pero terminó con uno de sus hombres en el banquillo de los acusados por los mismos delitos que ellos perseguían.

CD EA