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OPINION

Milei, la lógica de la desmesura y la obsesión por globalizar su imagen

Ejerce una manera innovadora de gobernar, lo que no necesariamente es un elogio. El desborde, como método. "Diplomacia anraquista" y la "lógica del supehéroe".

Santiago Abascal y Javier Milei durante la cumbre de Vox.
Santiago Abascal y Javier Milei durante la cumbre de Vox. | reuters

¿Habrá llegado la hora de aceptar que Javier Milei es la puerta de entrada a una era política diferente de lo que se conoció hasta ahora en la Argentina o el libertario es sólo una anomalía temporal? Al cabo de casi 170 días de gestión, el Presidente exhibe al mundo una manera innovadora de gobernar, lo que no necesariamente es un elogio. Esa “introducción de novedades” parece estar relacionada con la desmesura como método. El show realizado el miércoles pasado en el Luna Park representa la última y más paradigmática muestra de ello.

La presentación de su último libro fue sólo la excusa para lo que realmente lo motivaba a llenar el mítico estadio porteño: cantar con una banda, según él mismo confesó a la feligresía que soportó una amanzadora de horas para verlo. También, claro, para continuar con su cruzada ideológica, una suerte de tarea de evangelización que se ha propuesto contra “los zurdos”. Un abanico que para el Presidente es muy amplio y que incluye a comunistas, socialistas y todo lo que huela a cierta progresía.

A combatir a los zurdos activamente llamó Milei desde el escenario del Luna, en un encuentro con ciertas reminiscencias a los que lideraban aquellas “iglesias electrónicas” que aparecieron en los años 80, primero en ámbitos multitudinarios y que luego pasaron a ser un fenómenos de la televisión y la radio, donde la figura descollante era el Pastor. Ahora, el libertario le pide a su rebaño que dé la “batalla cultural”, entendida como la pelea para revertir la impronta que para él ha dejado en la sociedad sobre todo el peronismo/kirchnerismo. Y lo plantea como algo necesario para tener éxito en el verdadero objetivo de máxima de su gobierno: encauzar la economía, dar previsibilidad, atraer inversiones privadas. Porque esa es, en definitiva, su materia, su supuesta zona de conocimiento en tanto que es el primer mandatario de profesión economista.

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El Presidente exhibe al mundo una manera innovadora de gobernar, lo que no necesariamente es un elogio.

Milei se percibe a si mismo como una figura global, ya no en un contexto latinoamericano. En palabras suyas: “Juego en otra liga”. Dice perseguir la misión de abrirle los ojos a occidente para “salvarlo” del avance de las izquierdas, algo que no se evidencia en buena parte del mundo. Todo lo contrario. Acaso por eso el libertario asoma como un presidente que no está en la diaria de la gestión. ¿Traza las grandes líneas? Si. Pero delega detalles cansadores en los de abajo, personajes con otro estatus. En Luis Caputo, Sandra Petovello, Patricia Bullrich, Guillermo Francos y ahora, en lo referido a la cuestión política, en su hermana Karina. Su agenda clave, la que tal vez más lo movilice, es la extra argentina. Se vio con el incidente diplomático con España, donde ha quedado prácticamente en el centro de la campaña electoral para las elecciones europeas por su pelea con el presidente del gobierno, Pedro Sánchez. No es un país cualquiera para la Argentina: más allá de las ligazones familiares que media nación tiene con esa tierra, España fue el principal inversor aquí durante la década del 90, la de la re-conversión económica que tanto reivindica La Libertad Avanza, y hoy es la segunda nación con más interesesempresariales.

El duelo con Sánchez probablemente ha provocado que cierta lupa transnacional se pose más en Milei y que aumente la dimensión de su figura en términos de repercusión. Eso llegó luego de otros gestos, como la sintonía sin fisuras con el ucraniano Zelenski en su guerra con Rusia (recordar el día de su asunción), el alineamiento con Israel en medio del conflicto por el ataque de Hamas y el estrellato que le regaló el magnate Elon Musk después del par de visitas que le hizo, quien llegó a usar su propia Red X para aconsejar a los capitales que vengan a invertir a la Argentina, entre otros momentos de su todavía novel presidencia.

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La estelaridad de Milei en la reciente portada de la revista estadounidense Time seguramente actuó para él como la ratificación de su éxito fronteras afuera. Un camino que el filósofo y sociólogo Marcos Novaro definió ante este cronista como la “anarco diplomacia”: una vinculación del presidente argentino, en tanto cabeza de su gobierno, más con las personas que con los Estados.

Novaro señala la tendencia de Milei a subyugarse con los grandes empresarios globales, las personas que mueven los mercados, un elenco en el que por supuesto Musk es icónico. Ahora bien, ¿será ese tipo de ligazón finalmente redituable para la Argentina?

Muchas voces se permiten dudar. “Lo notable es que por ahora Milei se está saliendo con la suya en medio de una ola de polarización política en el mundo; no es que este método no le funciona”, subraya Novaro.

La sinceridad brutal de Milei, que a veces raya el insulto contra terceros, lo define en su rol de nuevo líder y le ha servido para esculpir el perfil disruptivo en base al relato hacia adentro de Argentina de la lucha contra “la casta”. El politólogo Luis Tonelli define a ese método como “la lógica del superhéroe”, básicamente porque él lucha “contra el mal”.

Que en este caso sería la política tradicional, ciertas corporaciones. Y hay un dato no menor: el Presidente se ha hecho un experto en construir el volumen, el tamaño, de la casta. Se encarga de transmitir la idea de que cada vez es más grande porque traza la línea: “Todo lo que no soy yo es la casta”.

Si bien en el pasado otros dirigentes han utilizado esta metodología binaria (el kirchnerismo por ejemplo) lo novedoso de Milei es que el se sirve muy eficazmente de herramientas que redefinen la política de estos tiempos. Básicamente, la virtualidad. “El Presidente tal vez sea el creador de contenidos más importante de Argentina y el influencer número uno”, abunda Tonelli.

Eso explica el fenómeno Milei en gran parte, aún desde una visión crítica porque desdeña la idea de que la política es sinónimo de consensos. El libertario no es muy afecto a eso aún cuando necesita del diálogo legislativo para conseguir herramientas para gobernar. Si antes la actividad política se definía por la territorialidad, la organización (partidos, jerarquías) y el oficio para ganar elecciones, Milei parece haber introducido la idea de que lo virtual es el nuevo ítem más importante.

En ese mundo inmaterial, él se mueve como pez en el agua y desde ahí se vincula con la gente. Con la política real interactúan por ejemplo el ministro Francos o Karina, nueva encargada de armar una estructura partidaria propia real para que el oficialismo se presente en las próximas elecciones sin tener que pedir prestado ningún sello de goma.

Por cierto, un baño de realismo a la vieja usanza para un presidente que supuestamente pretende romper moldes establecidos.