En la actualidad, la mayoría de las personas sólo usan un puñado de las aplicaciones que tienen instaladas. Y cuando “deben” bajarse una app, sea para recibir un beneficio o descuento, se hace cada vez más molesto.
En este contexto, nos proponemos profundizar sobre el tema desde los dos puntos de vista: la empresa que lanza la app y el usuario al que la destina.
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Hoy, nuestros celulares están llenos de aplicaciones que ocupan espacio y andan mal; Usuarios y contraseñas que quedan en el olvido (y en el peor de los casos, que se filtran por malas prácticas de seguridad); apps que piden ubicación y no lo necesitan, que no se sabe qué hacen con los datos de los usuarios y que, finalmente, terminan llenando el teléfono de notificaciones inútiles.
Esta situación, de agotamiento de la demanda, se da en un contexto de un "boom"; de oferta de aplicaciones, potenciada por una carrera sin sentido de competencia entre las empresas, donde “sacar una app” parece ser la prioridad.
Se ha llegado a un punto donde hasta para poder pagar el estacionamiento del shopping con QR es necesario bajar una aplicación.
Excepciones y fracasos en el mundo de las apps
En algunos casos, tener una app se justifica. Ya sea por complejidad, seguridad, frecuencia de uso o necesidad de utilizar funciones propias del teléfono como la cámara, micrófono, notificaciones, ubicación, etc.

Pero esto no sucede en la mayoría de los casos. Es así como, por un sesgo de supervivencia, se conocen sólo las aplicaciones que se usan a menudo y que sobrevivieron en el tiempo.
Por eso, lanzar una nueva app es una pésima idea en el 99% de los casos. Emprender ya de por sí tiene una tasa de éxito bajísima.
Se estima que 9 de cada 10 startups (empresas emergentes) se funden en los primeros 3 años. Si la propuesta de valor además se materializa a través de una app, es un signo de alarma.
Hacer una app es muy costoso, no sólo en términos de inversión económica, sino en el nivel de investigación y conocimiento de los usuarios que se debe tener para que la aplicación tenga sentido para sus destinatarios. Lo que se conoce como "experiencia de
usuario (UX)"-
Ahora, hacerla bien no es suficiente. Lograr que efectivamente la gente se descargue una app es complejo y costoso, en especial si se espera que la gente la use voluntariamente porque realmente encuentra valor en ella. Instagram, X (Twitter), YouTube y1 WhatsApp
son algunos casos de éxito.
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Por otro lado, obligar a la gente a descargarse una aplicación (como por ejemplo para acceder al gimnasio) no sólo no es una buena práctica, sino que no es un motivo suficiente para decir que se logró la adhesión de los usuarios de manera genuina.
Hay que hacerla para IOS (sistema operativo Iphone) y para Android, y debe cumplir muchas reglas. Hay que pagar para publicarlas y mantenerlas actualizadas. Hay que invertir en su mantenimiento y desarrollo. Y nadie se la va a bajar.
La posibilidad de empoderar lo conocido, en lugar de sacar una nueva app
Hay otra opción: WhatsApp. Es cierto, es una app, pero ya la tenemos y es omnipresente. Sólo se debe “desarrollar” la lógica detrás de la App (el backend), y conectarse a WhatsApp para que los usuarios interactúen a través de un chat.
WhatsApp ya está instalado en todos los teléfonos. En realidad, en un 98% de los teléfonos de todo Latinoamérica. Y, sinceramente, es difícil conocer a alguien de ese 2% restante.

WhatsApp se usa tanto en Android como en Iphone. La usan tanto personas de clase alta, como de media o baja. La usan tanto jóvenes como ancianos. De hecho, es una de las pocas aplicaciones que las personas mayores manejan de forma autónoma.
Las personas ya saben cómo usarla. Es más, un estudio revela que el 70% de las personas prefieren comunicarse con las empresas a través de ese medio.
Hoy existen herramientas que permiten integrarse de forma rápida, prácticamente sin necesidad de escribir código, para poder probar esta hipótesis con la menor inversión posible.
Además, hay modelos de inteligencia artificial (IA) muy económicos, que permiten que los usuarios no deban enfrentarse a un menú con botones, sino que puedan “conversar con nuestra app”.
Actualmente, ya se hacen transferencias bancarias vía WhatsApp y hasta se sacan pasajes de avión con ese medio. Ni hablar de todas las empresas que lo usan como su principal canal de atención y ventas, dado que es el método más confiable para que los usuarios tomen decisiones de compra.
En definitiva, la unificación en Whatsapp de los distintos servicios que hoy brindan múltiples aplicaciones parece ser la opción más factible de cara al futuro, en una reconversión del mercado hacia un equilibrio más lógico entre la oferta que brindan las
compañías y la verdadera necesidad de los usuarios.
(*) Axel Gualda es ingeniero industrial, director de UTN Labs y fundador Gualda Training y de Chatty, empresa de mensajería para venta por WhatsApp especializada en IA y atribución de anuncios.