Los canales de televisión y las plataformas de streaming ya no compiten entre sí. El rival a vencer es TikTok, que con sus videos verticales de pocos segundos dejó de ser una rareza adolescente para convertirse en una amenaza real al formato tradicional de entretenimiento.
Su lógica ya se replica en los catálogos de YouTube, Twitch y Netflix, que ajustaron sus productos para intentar sostener la atención de un público cada vez más impaciente.
La transformación no es menor. El formato vertical, scroll infinito, contenido ultra breve y guionado por algoritmos se impone como el nuevo estándar de consumo. Y no se trata solo de una cuestión de forma: nuevas generaciones de creadores, tramas, géneros y formas de vincularse con la audiencia surgen en paralelo a este fenómeno.
Lo que antes ocupaba el horario central de la televisión ahora entra en un clip de 30 segundos que se puede ver mientras se espera el colectivo.
En el último año, Twitch anunció que sus transmisiones podrán hacerse en vertical, algo impensado hasta hace poco para una plataforma pensada para la PC. La empresa explicó que quienes miren desde el celular podrán cambiar entre el modo vertical y horizontal simplemente girando el teléfono. Con eso buscan mejorar la experiencia móvil y adaptarse al estándar impuesto por TikTok.
No es un capricho. Las transmisiones en vertical dejaron de ser marginales y ya generan ingresos millonarios. Según estimaciones privadas, este tipo de contenidos moverá US$ 77.000 millones en ventas para 2027. Twitch, propiedad de Amazon, probó en los últimos años herramientas como Inspire y Discovery, aunque todavía queda detrás de TikTok en horas de visionado. Aun así, mantiene la ventaja en cantidad de horas de streaming.
Por su parte, YouTube shorts avanza fuerte. Con 1.500 millones de usuarios y 70.000 millones de visualizaciones diarias, la plataforma vertical de YouTube intenta consolidarse como la alternativa natural en caso de que TikTok enfrente problemas legales en EE.UU., algo que aún no está resuelto.
Netflix, por su parte, también rediseñó su aplicación incorporando videos en formato vertical para recomendar contenido, una decisión que marca un giro en su estrategia visual. La empresa reconoció que su plataforma fue pensada para series y películas, pero que ahora busca adaptarse a nuevas formas de mirar.
Con una valuación de US$ 550.000 millones, Netflix quedó apenas por encima de YouTube (US$ 520.000 millones) en el ranking de visionado en TV. Según la jefa de producto, Eunice Kim, buscan una experiencia más flexible y actual. Ya no alcanza con tener el mejor catálogo: hay que encontrar formas de mostrarlo que compitan con el flujo inagotable del feed de TikTok.
Etética tiktoker
Lo que está pasando va más allá del formato o del negocio. El cambio de hábitos en las audiencias es profundo. Ver una película de dos horas o una serie de seis capítulos se volvió un lujo. Cada vez más personas eligen mirar videos cortos, ya sea por entretenimiento o para evitar el compromiso que implica seguir una historia larga.
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El periodista Andrew Wallenstein, de Variety, confesó que TikTok desplazó a la TV en su día a día. Dijo que los programas y películas quedaron en segundo plano frente a los clips seleccionados por el algoritmo.
La razón no es solo la brevedad, sino la capacidad que tiene la plataforma de replicar, con otra lógica, la experiencia colectiva de la televisión.
Con cada meme compartido o video remixado, TikTok logra algo que parecía perdido: la sensación de ver algo que millones ven al mismo tiempo, de sentirse parte de una conversación cultural. Una fuerza unificadora que la televisión supo tener y que hoy reaparece bajo otro formato.
Una de las áreas donde más se nota este cambio es la comedia. Mientras en las grillas de TV se apagan los programas de humor y en las plataformas escasean las series cómicas, TikTok se llenó de sketches, parodias, memes y desafíos virales.
Uno de los casos más interesantes es el de The Group Chat, una serie hecha por la tiktoker Sydney Jo. Ella sola interpreta a todos los personajes de un grupo de amigas que planean una salida nocturna. El primer episodio superó 28 millones de visualizaciones y su cuenta ya tiene más de 1,3 millones de seguidores.
El secreto está en que, sin grandes recursos, logra reflejar con precisión los códigos, tensiones y chistes internos de cualquier chat de amigas. Cada mini episodio termina con un cliff hanger y da pie a teorías, comentarios y reacciones de sus fans, que interactúan y hasta proponen giros en la trama.
La estética lo-fi y la espontaneidad se volvieron una marca. Muchos usuarios comentan que no sienten la necesidad de “volver a ver televisión real”.
Más serialización, más verticalidad
El contenido corto tiende a volverse más narrativo y serializado. Ya hay apps como ReelShort que publican microseries con guiones breves diseñados para ver en pocos minutos. La clave es mantener al espectador enganchado al próximo episodio, como antes lo hacían las novelas.
Uno de los ejemplos más exitosos de serie nativa es Skibidi Toilet, que nació en YouTube y hoy se reconoce como la primera serie realmente corta pensada para streaming. Cada episodio es breve, delirante y juega con la cultura del meme.
Este tipo de producciones podrían empezar a formar parte de los catálogos oficiales de las plataformas. Las pantallas verticales ya no son una rareza: podrían convertirse en el nuevo estándar. Mientras tanto, lo que antes llamábamos “televisión” empieza a mutar. Y aunque todavía queden defensores del formato largo, todo indica que la regla de oro será otra: mantener la atención por segundos, no por horas.