OPINIóN
Elecciones 2019

La lista del súper electoral

El autor se refiere a las herramientas imprescindibles para llegar al electorado indeciso.

Indecisión
¿De qué forma vamos a llegar a ese votante que nos falta? | Imagen de PublicDomainPictures en Pixabay.

Cuando solemos ir a hacer las compras familiares en el supermercado muchos nos anotamos con qué productos debemos contar para que todo salga bien y tengamos nuestras necesidades básicas satisfechas. Tener todo lo que nos hace falta es la base obligatoria para atravesar un período de tiempo sin imprevistos. También, si podemos darnos algunos lujos, nos aseguramos un mayor confort y calidad de vida con algunos productos. Si no llevamos la listita a la góndola probablemente nos olvidemos de algo y tengamos que salir a comprarlo a último momento: ojo, tal vez lo paguemos más caro. Atención, comprar de más también puede significar que tengamos productos similares en el stock y se echen a perder los sobrantes, ya pagos.

Convirtamos este procedimiento en un manual básico de campaña política.

La listita sería nuestro diagnóstico. ¿Qué nos falta? Análisis de coyuntura. ¿Cómo llegamos a saber que nos falta? Investigación. ¿Cómo planeamos cubrirlo? Con todos los productos disponibles que brinda la consultoría política. ¿Cómo vamos a utilizar todo lo que compremos? Con estrategia para maximizar lo adquirido. ¿Cómo los maximizaremos? Planteándonos escenarios y necesidades a corto, mediano y largo. ¿Cómo nos plantearemos esas necesidades? Analizando tendencias. Estandarizando patrones de demanda y de consumo.

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Bueno, los shoppings de recursos para campañas políticas existen en formato multimarca y boutique, todo lo necesario e inventado hasta el momento está al alcance de quien lo necesite. Hay consumidores (partidos) organizados que consiguen mejores herramientas y un asesoramiento más profesional y también hay quienes confían en su intuición y supuesta sabiduría, actúan como compradores más emocionales o se arreglan con “lo que tenemos”. Hay quienes tienen sus unidades de compras y uso de los productos articuladas y también están quienes manotean los recursos que van apareciendo, los apilan y van rapiñando en base a urgencias. Pero todos tienen algo en común: esto está al alcance de las manos.

Algo muy común en las campañas es la sobreabundancia de encuestas y encuestadores. También es habitual la contratación de varios profesionales del tema por parte de las distintas fuerzas en competencia. Algo profesional suele ser confiar sólo en uno. Los estudios de opinión van atados a la estrategia electoral. Y lo que importa en una encuesta es cómo está hecha, se hacen para tener un panorama general pero por sobre todo para alcanzar un objetivo específico que falta cubrir y para salir a buscar eso que no tenés.

Hay una decena de mecanismos para obtener panoramas cuanti y cualitativos de opinión, lo básico es que puedan responder a pocos interrogantes muy simples: ¿Que siente el votante? ¿Que le tengo que comunicar? ¿Cuál es el segmento al que le debo llegar? ¿De qué forma voy a lograrlo? y ¿En qué momento voy a hacerlo? Y siempre, pero siempre, mirar la curva, las tendencias, la película completa y nunca la foto. En esta campaña se debe mirar a ese universo inestable, volátil, viscoso que es el indeciso.

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Me interesa ahondar un poco sobre uno de esos interrogantes. ¿De qué forma vamos a llegar a ese votante que nos falta?

Hasta aquí en la campaña se vieron dos espacios con dos formas totalmente contrapuestas para lograrlo. Desde el comienzo de la carrera presidencial y la posibilidad de utilizar recursos para lograr visibilidad un espacio optó por el bombardeo de contenido atomizado en la figura principal y lo más abarcativo posible, es decir, que lo vean todos y lo más que se pueda, incluso al límite de cansar con un mismo mensaje una y otra y otra vez. Otro de los competidores fuertes, más confiado en su experiencia y en lo que en la jerga se llama “La Ferretería digital” busca más bien que cada tornillo entre en el agujero que hay que tapar. No hay desesperación por mostrar cosas que ya saben todos, hay preocupación por cómo llegar con una promesa de solución a quien tiene un problema. Inteligencia de datos y segmentación. Otra característica hasta aquí ha sido el paradigma entre: cerrar filas con un mensaje claro y uniforme que orgánica e inorgánicamente se amplificará hacia los dudosos versus un esquema de apertura de conversación menos ordenada con la premisa de “esto es malo, no hay duda que fuimos mejores, ustedes lo saben”.

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Más de un consultor de los más serios acordarían con esta máxima: “la mejor forma de convencer a alguien de que haga algo que uno quiere es personalmente, hablarle de la forma más directa posible y sin intermediarios”. Obviamente es imposible hacerlo presencialmente votante por votante, por eso el arma más potente de comunicación política que existe en este momento es la que se hace con tecnología y en forma directa. Poner el contenido que el votante busca frente a sus ojos de la forma más efectiva comprobada: su celular. Y hablar directo, que no te lo cuente un intermediario. Ser oyente activo de las redes y actuar en consecuencia.

Resumiendo. En esta campaña tendrá más posibilidades de ampliar su base electoral quienes sepan adónde apuntar para conseguir esos votos que faltan (Investigación y Estrategia), quienes tengan un mensaje lo más personalizado y puedan segmentarlo y aquellos que cuenten con la mayor precisión para asestar esa canasta que los acercará al triunfo.

CP