A principios de diciembre de 2019, se identificó un grupo de casos de neumonía de causa desconocida en Wuhan, una ciudad en la República Popular de China. La investigación reveló que estos casos son el resultado de la infección con un coronavirus recientemente identificado, denominado COVID-19.
Los coronavirus son una familia de virus que provocan infecciones de tipo respiratorio en animales y humanos. Lo más frecuente es que causen un resfriado leve con tos, mucosidad nasal, dolor de garganta, fiebre y dificultad respiratoria leve. Las poblaciones más vulnerables son: Mayores de 65 años, personas que viven en hogares de ancianos o centros de atención, personas con enfermedad de pulmón o asma severa, personas con problemas de corazón severos, personas inmunocomprometidas en general, personas obesas (IMC mayor a 40), personas diabéticas, con fallas renales o enfermedad de hígado y personas embarazadas y púerperas (aunque al día de hoy no se informó un riesgo aumentado en este grupo de mujeres).
El coronavirus y la oportunidad de hacernos la pregunta justa
Ahora, ¿qué sucede con COVID-19 que lo hace tan peligroso? Que poco se sabe de su forma de propagación y cómo van a ser los efectos de su acción en las poblaciones en general, siendo de especial cuidado en las poblaciones de riesgo por sus efectos sumamente amenazantes. Hasta ahora sabemos que los síntomas pueden aparecer entre 2-14 días luego de la exposición al virus y los mismos pueden ser: Fiebre, tos y dificultad para respirar. Como todas las personas somos diferentes, podemos padecer este contagio de distintas maneras, es por esto tan relevante que ante cualquier consulta, acudamos a nuestro agente de salud.
Las formas de evitar el contagio son sencillas y se aplican a toda la población: lavado frecuente de manos (la duración es la de 2 “feliz cumpleaños” seguidos), si no hay agua y jabón usar un sanitizante que contenga alcohol al 60%, evitar toser o estornudar en la mano (en el codo preferentemente) y no tomar contacto con personas, manteniendo una distancia de 1-2 metros aproximadamente (de aquí la cuarentena, ya podría decirse, mundial).
Contagio y consumo en tiempos de coronavirus
¿Cuál es el riesgo para las mujeres embarazadas de infectarse con COVID-19? ¿Es más fácil para las mujeres embarazadas enfermarse?
Si se infectan, ¿estarán más enfermos que otras personas? Actualmente no sabemos si las mujeres embarazadas tienen una mayor probabilidad de enfermarse por COVID-19 que el público en general ni si tienen más probabilidades de tener una enfermedad grave como resultado. Las mujeres embarazadas experimentan cambios en sus cuerpos que pueden aumentar el riesgo de algunas infecciones. Con los virus de la misma familia que COVID-19 y otras infecciones respiratorias virales, como la influenza, las mujeres han tenido un mayor riesgo de desarrollar enfermedades graves.
Según David A. Schwartz y Ashley L. Graham: Existe un conocimiento limitado sobre las infecciones por coronavirus que ocurren durante el embarazo; lo que se sabe ha sido, en su mayor parte, el resultado de epidemias resultantes de dos enfermedades diferentes, el SARS (Síndrome respiratorio agudo grave) y el MERS (Síndrome respiratorio por coronavirus de Oriente Medio). Estas experiencias previas con infecciones por coronavirus en el embarazo indican que estos agentes son capaces de causar resultados clínicos adversos, incluida la enfermedad materna potencialmente mortal que en algunos casos requiere hospitalización, cuidados intensivos y asistencia respiratoria. No se sabe aún si durante el embarazo existe contagio vertical (entre la mamá y el bebé por el paso del virus a través de la placenta materna). El virus no fue hallado, aún, en líquido amniótico o leche materna.
No sabemos si las madres con COVID-19 pueden transmitir el virus a través de la leche materna con seguridad; lo que sí sabemos es que el amamantar brinda protección contra muchas enfermedades. Hay raras excepciones cuando no se recomienda lactar. Los especialistas no tienen una guía específica para la lactancia materna durante la infección con este virus. Fuera del entorno posparto inmediato, la leche materna es la mejor fuente de nutrición para la mayoría de los bebés.
La madre debe determinar si amamantará y cómo comenzar o continuar la lactancia materna, en coordinación con su familia y los proveedores de atención médica.
Una madre con COVID-19 confirmado o en estudio, sintomático, debe tomar todas las precauciones posibles para evitar transmitir el virus a su bebé, incluso lavarse las manos antes de tocar al neonato y usar barbijo especial, mientras se alimenta con el pecho.
Si se extrae leche materna con un extractor, la madre debe lavarse las manos antes de tocar las piezas de la bomba o la mamadera y seguir las recomendaciones para una limpieza adecuada después de cada uso. Si es posible, la mamá puede pedir a un tercero brindarle la leche extraída a su bebé.
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Además, quiero aclarar que también existe la posibilidad de que la mamá no se sienta físicamente apta para dar la teta, puede sentirse afiebrada, dolorida, cansada etc. con lo cual puede extraerse leche, pedir leche materna de banco o acudir, en última instancia, a leche artificial (recordemos la importancia de la leche materna como tejido vivo que se adapta a las necesidades biológicas de su cría). A medida que se vayan actualizando los datos, nos vamos a ir enterando sobre los procederes, mientras tanto, una vez más, le damos la mano derecha a la lactancia materna como alimento súper nutritivo y protector de nuestras crías.