Desde el lunes prima el desconcierto sobre la economía argentina. La esperanza de quienes creemos necesario un cambio rotundo en el rumbo del país se combina ahora con la preocupación sobre las condiciones en que se realizarán las elecciones presidenciales y eventualmente una posible transición en el mando del Estado.
La primera pregunta que debemos responder es qué pasó el lunes, cuando el precio del dólar subió de $42 a $60, la bolsa argentina anotó la segunda caída más importante de cualquier bolsa en la historia y el riesgo país de disparó al valor más alto desde la gran crisis financiera internacional de 2009.
Lo primero que llama la atención es que la suba del dólar se dio en un contexto de bajo volumen de operaciones. Ese día se hicieron transacciones de compra y venta de dólares en el mercado mayorista por 500 millones de dólares, menos que cualquier día de la semana pasada en el que se operaron entre 600 y 900 millones de dólares por día.Es decir, no hubo una demanda extraordinaria y mucho menos una corrida cambiaria.
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Por lo tanto el problema vino por el lado de la oferta. La incertidumbre generada por la caída de acciones y bonos y la expectativa de devaluación hicieron que ese día nadie venda dólares. El gobierno y el Banco Central podrían haber sostenido el tipo de cambio con una intervención leve mientras el mercado se acomodaba en el transcurso de la semana. Pero no, la abstención permitió que en pocas horas el dólar duba 15 pesos.
Esta actitud irresponsable sólo se terminó de comprender cuando el Presidente Macri realizó una conferencia de prensa a minutos del cierre del mercado, culpando al triunfo electoral de Alberto Fernández y al kirchnerismo por la devaluación en base a una supuesta desconfianza de “el mundo”. La devaluación del lunes se entiende así como una estrategia político-electoral, con un gobierno dispuesto a ponerse de sombrero el país con tal de hacer daño a su rival electoral.
La estrategia política de hacer uso del caos salió mal. El discurso del presidente no fue creíble y la sociedad reaccionó de un modo sumamente responsable, por lo que el gobierno tuvo que dar marcha atrás. El Banco Central comenzó a intervenir y Macri salió a pedir perdón y tomar medidas de “alivio”. Hoy el dólar parece haber alcanzado un valor de referencia alrededor de los $60. Es fundamental que el gobierno asuma una actitud prudente y no juegue con la inestabilidad cambiaria en la próxima campaña electoral, para evitar nuevas variaciones bruscas.
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Las medidas paliativas anunciadas por el gobierno no lograrán compensar el deterioro social que arrastra el país. No serán suficientes para recuperar lo que perderá de poder adquisitivo el salario y la asignación universal por hijo a causa de la devaluación, ni para desafixiar a las Pymes que tras esta semana enfrentan mayores tasas de interés y menores ventas. A su vez, tampoco compensan las ganancias extraordinarias de quienes se beneficiaron con la devaluación, como los exportadores que vieron licuado el impuesto extraordinario establecido en forma nominal el año pasado. Para recuperar la estabilidad macroeconómica, comenzar a crecer nuevamente, generar empleo y mejorar los ingresos de las familias, se necesita cambiar el modelo económico. Tarea que, de confirmarse los pronósticos que arrojaron las PASO, emprenderá el próximo gobierno a partir del 10 de diciembre.
Itai Hagman: Economista director del Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas (OCEPP), candidato a Diputado Nacional - Frente de Todos.
Pablo Wahren: Economista miembro del Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas (OCEPP).
