El viernes 4 de junio de 1943 amaneció nuboso, narran las crónicas. Ese día se produjo el segundo golpe militar en la historia de nuestro país. A diferencia del primero, ocurrido en 1930, que derrocó al gobierno democrático del radical Hipólito Yrigoyen, éste vino a terminar con la llamada -en la época- “Década Infame”, caracterizada por el control de las elecciones (fraude patriótico, diría Manuel Fresco, gobernador de Buenos Aires, apodado “El Mussolini criollo”), la corrupción y la represión de sectores del movimiento obrero y de la oposición política.
Las Fuerzas Armadas en su conjunto coincidieron que esa situación debía terminar. Las declaraciones del poderoso empresario azucarero Robustiano Patrón Costas -candidato del oficialismo y seguro triunfador en las futuras elecciones- en favor de los Aliados (Estados Unidos, la Unión Soviética, Francia, Gran Bretaña) en la Segunda Guerra Mundial, terminó de inclinar la balanza para el lado del golpe.
Ese viernes brumoso, decíamos, tras algunos enfrentamientos en la Escuela de Mecánica de la Armada, el Presidente Ramón S. Castillo dio un paso al costado.
Por qué se conmemora el Día de la Lealtad Peronista
Entre las diversas facciones que participaron del golpe se encontraba una logia del Ejército, compuesta por una veintena de coroneles y tenientes coroneles: el GOU (Grupo de Oficiales Unidos o Grupo de Obra y Unificación). ¿Quién era uno de los miembros de este grupo? El entonces coronel Juan Domingo Perón.
Luego del efímero gobierno de Arturo Rawson (menos de tres días), asumió Pedro Pablo Ramírez que aplicó una fuerte política represiva hacia los partidos políticos, el movimiento obrero y las universidades. Como frutilla del postre, para la Navidad de 1943, estableció la enseñanza religiosa obligatoria en las escuelas públicas y creó la Policía Federal Argentina.
Meses después, cuando decidió romper relaciones con los países del Eje (Alemania nazi, la Italia de Mussolini y el Japón de Hirohito), tuvo que renunciar para que veamos el impacto que tenía el escenario internacional sobre la política doméstica, impacto hoy impensable.
Tras la salida de Ramírez, asumió Edelmiro J. Farrell, cuyo secretario era el coronel Perón. Éste solicitó que lo pusieran al frente de una raquítica dependencia del Estado: el Departamento Nacional del Trabajo (DNT), creado en 1907 por el gobierno oligárquico, que contaba con una ínfima asignación presupuestaria. ¿Por qué elegiría esa oscura dependencia? Acá, creemos, aparece el genio político de Perón. Cuando los otros sectores del gobierno militar pedían palos para la clase trabajadora, Perón procuró el dialogo, incluso con los comunistas, en ese entonces con cierto predicamento entre las masas obreras.
Mitos, leyendas y verdades del 17 de octubre de 1945
Menos de un mes después, el DNT se transformó en la Secretaría de Trabajo y Previsión. Esa fue la plataforma desde la cual Perón construyó su poder político. ¿Fue fácil? En absoluto. Inicialmente, un sector importante de los trabajadores no miró con simpatía al coronel, que había recorrido Alemania, España e Italia en los años 30’ (gobernadas por feroces dictadores) y que era parte de un gobierno fuertemente autoritario.
Perón, con gran habilidad política y el acceso a recursos estatales pudo cumplir lo que prometió desde la Secretaría: así, las mejoras en el mundo laboral fueron notorias e innegables (convenios colectivos, aumentos salariales, tribunales del trabajo, vacaciones, etc.). Y digámoslo claramente; si no, nunca comprendemos el apoyo dado a Perón: las condiciones de vida de los y las trabajadores y trabajadoras eran malas, los salarios paupérrimos, vivían hacinados y los patrones hacían sentir todo su poder en las fábricas.
El resto de la historia es conocido: las políticas sociales de Perón (sumado a su romance con Eva, una hija natural de orígenes humildes), enojaron a un sector del Ejército que lo destituyó de sus cargos y lo envió preso a la Isla Martín García. Días después, el 17 de octubre de 1945, de manera espontánea, miles y miles de trabajadores y trabajadoras salieron a la calle a reclamar por su libertad, que se consiguió horas después. Esa noche, Perón anunció su renuncia al gobierno y la postulación a las elecciones presidenciales que se llevarían a cabo en febrero de 1946. Esa noche, había nacido el peronismo.
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