OPINIóN
Asunción presidencial

Alberto Fernández entre Alfonsín y Cristina

El discurso republicano del presidente va a quedar sepultado bajo el meme del día: el gesto transfigurado de Cristina Fernandez ante el saludo cordial de Macri.

Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri
Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri. | Hugo Villalobos / NA

Quizá este fue el discurso de asunción de mayor expectativa en décadas ya que en los anteriores, con diferentes grados de certidumbre, se sabía de antemano el perfil del nuevo gobierno. Pero hoy aún después del mismo siguen vigentes muchos interrogantes sobre el rumbo del gobierno.

Alberto Fernández salió de su casa en mangas de camisa manejando su auto con la ventanilla baja y saludando. En una clara imitación del estilo “forzadamente” descontracturado de Néstor Kirchner.

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La primera sorpresa de la ceremonia fue el retorno de la locutora militante que anunciaba la llegada de “el presidente de la unidad de los argentinos Alberto Fernández" y de Cristina Fernández de Kirchner que se mostraba ostensiblemente incómoda entre otras cosas porque ya no la presentaban como “La presidenta de los cuarenta millones de argentinos”.  

Por eso quizá mientras Alberto juró visiblemente emocionado, Cristina lo hizo contrariada y con un "Dios, la Patria y como siempre el pueblo me lo demanden", recordando su alegato de Comodoro Py. Mientras intentaba correrse lo más lejos posible de Macri.

Por su parte Macri se mostró correcto todo el tiempo. Soportó estoico la marcha peronista, que como de costumbre se les complica de la segunda estrofa en adelante, y hasta sonrió en varios momentos. A punto tal que el presidente saliente abrazó a Alberto tras colocarle la banda y le deseó "buena suerte" al oído incluyendo un "te va a ir bien".

Alberto comenzó la “lectura” de su discurso. Algo que desde el kirchnerismo le reprocharon a Mauricio durante cuatro años pero que hoy no pareció molestar a nadie. Lo leyó bajo la atenta mirada de Cristina que se focalizó directamente sobre el texto del mismo, por sobre el hombro del flamante presidente.

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El comienzo fue excelente, de marcado tono conciliador, sorprendiendo hasta a los propios que no sabían si aplaudir o no y generaba cada vez mayor malestar en la vicepresidenta.

Más allá de algunas inexactitudes que podrían ser "justificadas" en su intento de bajarse la vara fue una alocución conciliadora incluyendo el tendido de un puente para acercar posiciones con Brasil que llevó a la ex presidenta a tomar agua para pasar el mal trago.

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De repente todo cambió cuando comenzó a abordar el tema de la justicia. Fue como barajar y dar de nuevo en la mitad de la mano. Quienes estaban serios hasta el momento comenzaron a esbozar sonrisas cada vez más amplias. Cristina, Máximo, hasta Lorenzetti.

Hubo claramente dos discursos, uno moderado, republicano, de cuidado de las instituciones que aburrió a los legisladores Kirchneristas que parecían a punto de dormirse en sus bancas. El discurso más Alfonsinista. El otro comenzó con la proclamación de la libertad para los procesados sin condena que, así como fue enunciado, debería beneficiar no sólo a los funcionarios kirchneristas sino también a los militares imputados por su actuación durante la dictadura y que paradójicamente cerró con un Nunca más.

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Ahí sí comenzaron las aclamaciones, los aplausos y los vítores de toda la bancada oficialista. Quedó marcado por los gestos y la ovaciones una línea que dividía las dos presidencias. La de Alberto que manejará la economía y la de Cristina que se encargará de la justicia.

Antes de comenzar la ceremonia escribí en Twitter: “El grado de fanatismo de los discursos de hoy determinará la extensión de la luna de miel de Alberto”. La intención del presidente fue más que loable y por momentos exitosa, sin embargo, lamentablemente todo el esfuerzo republicano de Alberto Fernandez va a quedar sepultado bajo el meme del día que sin duda va a ser el gesto transfigurado de Cristina Fernandez ante el saludo cordial de Macri.