No es herencia lo que Macri le deja a Alberto Fernández. Le deja un país más abajo de la línea de flotación. El país más rico del cono sur, atrapado en el barro de la estanflación. El país que más alimentos produce, en crisis alimentaria. La pobreza disparada, el peso devaluado, una deuda gigante que se fugó en una timba financiera que raya en el absurdo, y que condicionó la soberanía del país al FMI. Los argentinos tuvieron que sufrir y mucho. No solo la violencia simbólica de la inflación y la cesantía -la economía se detuvo en argentina-, sino que también tarifazos, que subieron el precio de los servicios hasta en 300%.
Por qué el abuso explota en Chile y no en Argentina. Tal vez, porque en Argentina hay lo que no hubo en Chile, que es, precisamente, la existencia de un contrato social al que apelar, encarnado en la idea de Perón, encarnado a su vez en la candidatura de Alberto Fernández.
Esta idea de contrato le permitirá a Fernández enfrentar esta crisis, a partir de la estabilización de los elementos que conforman el lugar de lo político. El primero, la unión de los argentinos. Si Fernández fue capaz de unir al peronismo, será capaz también de unir a la Argentina. Ese cuerpo fragmentado simbólicamente, que es el de Perón, en diferentes movimientos y partidos, se reunió de nuevo tras la figura de Alberto. El siguiente paso será usar ese impulso para transformar la grieta que inventó el periodismo, en las diferencias propias de la política.
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El segundo es la idea del cambio. El partido político del expresidente Macri, llamado cambiemos, transformó la idea del cambio político en una marca publicitaria. Fernández tendrá el desafío de reconstruir el sentido del cambio a través de devolver a la política su dimensión de proyecto político. La política se hace desde las bases, la militancia y la historia. Y Fernández es consciente que él toma la posta del peronismo progresista de Néstor y de Cristina Kirchner, y que con ese testimonio tendrá que, de nuevo, volver a poner de pie y en marcha a la Argentina.
El tercero, probablemente el más urgente, llenar el vacío de poder que el mundo internacional siente que quedó, luego de la derrota de Macri en las elecciones primarias de agosto de este año, y del rol de candidato que desde entonces el ahora expresidente asumió, olvidándose de su propia presidencia. Y de nuevo, el peronismo, como proyecto político y como contrato social, le servirá a Fernández como respaldo simbólico para generar lo que los mercados y acreedores internacionales necesitan sentir: certeza.
Alberto Fernández enfrenta la reacción de los mercados desde antes de asumir
Fernández ganó en las elecciones argentinas y deberá reconstruir el orden institucional y el bienestar de su pueblo. Lo hará haciendo amanecer de nuevo el contrato social y el proyecto político e histórico en el que ha militado desde su primera juventud, y lo hará haciendo lo que el mejor sabe hacer. Política.