La sociedad advierte y experimenta cotidianamente que la participación ciudadana en los asuntos públicos presenta caminos diferentes de los tradicionales y que muchas de las nuevas alternativas se organizan bajo la forma de movimientos sociales o políticos.
Asimismo, los partidos políticos debieron adaptar sus mecanismos para buscar una relación diferente con la sociedad, objetivo que, por cierto, en muchos casos no lograron con demasiado éxito.
Por otra parte, se suma la aparición de nuevos tipos de liderazgo que utilizan la movilización de sus miembros para presentar demandas tanto a la sociedad como a las autoridades.
Esos grupos se organizan y configuran como movimientos que portan reclamos basados fundamentalmente en necesidades de carácter socioeconómico y, por lo general, identificados con una posición político-ideológica que los acerca a la condición de movimientos políticos. Especialmente, cuando adhieren de modo expreso a candidatos propuestos para ocupar cargos públicos electivos o a mecanismos de cooptación que se utilizan desde el poder.
Así es una marcha de los movimientos sociales por dentro
Cuando esos líderes logran visibilización suficiente para incidir en la opinión pública como en las decisiones gubernamentales o enfrentar a las elites, entonces, se convierten en interlocutores validados, que se ubican en espacios de negociación, tradicionalmente reservados a la arena propia de la acción política.
Así, se van generando nuevos tipos de movimiento que se expresan en torno a problemáticas relacionadas con conductas sociales sobre las que exigen cambios radicales, que requieren no sólo de cambios culturales, sino también de decisiones institucionales, como pueden ser las modificaciones en la legislación o la articulación de políticas públicas y el trabajo de entes gubernamentales.
Esta realidad muestra, también, de qué modo demandas de origen sociocultural exigen más temprano que tarde una acción de carácter político.
Los movimientos sociales marcharán contra el Gobierno el día de San Cayetano
Los movimientos sociales acompañan la historia humana desde hace más de dos siglos, asociados a grandes cambios generados tanto en los sistemas de producción como en las formas políticas. Sólo para mencionar algunos ejemplos significativos, basta recordar las históricas luchas de los trabajadores por sus derechos y los diversos movimientos asociados a conseguir el reconocimiento de los derechos civiles o a desterrar las diferencias sostenidas por diversos tipos de discriminación. Todos ellos necesitaron tanto de la capacidad de convocatoria como también de un grado de organización, mantenimiento y respeto de las normas establecidas para asegurar el orden de la convivencia.
No obstante, cuando la movilización se formaliza a la manera de ejércitos que se mueven en obediencia a una voz de mando, sobran ejemplos para mostrar cómo se complejizan las relaciones y desaparecen las individualidades, alimentando modelos de acción política sostenidos en liderazgos que utilizan la presión fuera de los límites reconocidos por la ley en las sociedades democráticas. Con el alto riesgo, además, de abrir caminos que conducen a autocracias, populismos de diversa orientación y diferentes formas de totalitarismo.
* Profesora de la carrera de Ciencia Política, Gobierno y Administración de la Universidad de Belgrano.