El 1ro. de febrero de 1917, la Marina Imperial alemana declaró la guerra sin restricciones. Los Uboot hundirían toda nave de cualquier nacionalidad que considerasen enemiga de Alemania. Esta fue la respuesta a las presiones de Estados Unidos, que finalmente, ante la actitud desafiante de Alemania, entró en la guerra. Esta guerra sin restricciones también afectó a la Argentina, a pesar de su neutralidad. Sin embargo, Hipólito Irigoyen (a diferencia de su par brasilero), y a pesar de la presión popular, no abandonó la posición adoptada desde principio de la guerra.
En 1915, Alemania declaró que en toda el área que rodeaba las islas británicas, las naves de cualquier nacionalidad podían ser hundido. Los alemanes cumplieron su amenaza, y el 7 de mayo de 1915, hundieron al Lusitania, que era una nave británica, y que además llevaba armas (argumento que usó Alemania para justificar el ataque).
Entre las 1.200 víctimas, 128 eran norteamericanos (entre ellos el magnate William Henry Vanderbilt). El gobierno de Thomas Woodrow Wilson envió una nota al gobierno del káiser demandando el inmediato cese de ataques a naves mercantes. Alemania se vio obligada a cesar la guerra submarina.
Pasado los meses de una terrible guerra de trincheras, el alto mando alemán, con Paul von Hindenburg a la cabeza, decidió que solo un ataque irrestricto de submarinos podría aislar a las islas británicas, y presionarlas a la rendición. En una entrevista de los oficiales con el káiser, éste mostró su apoyo al plan, en contra de la opinión del canciller Theobald von Bethmann Hollweg. Sin embargo, von Bethmann Hollweg puso en marcha el operativo, aunque temía la hostilidad norteamericana, y el 1ero. de febrero declaró la guerra submarina total. “Vamos a pelear hasta el final”, anunció a la comunidad internacional. Ese día, los 150 Uboot con los que contaban los alemanes infestaron los mares del mundo. De acá al final de la guerra, hundieron 5.000 barcos (aún de naciones no beligerantes), de casi 13 millones de toneladas. El plan alemán era aislar a Gran Bretaña del mundo, y vencerlos por el hambre. En el primer mes se hundieron naves por el equivalente de 500.000 toneladas, para fines de marzo, 860.000 (casi el 25 % de la flota británica), 600.000 en mayo, y 700.000 en junio. Para entonces Alemania solo había perdido 9 submarinos.
El 1ro. de febrero de 1917, la Marina Imperial alemana declaró la guerra sin restricciones. Los Uboot hundirían toda nave de cualquier nacionalidad que considerasen enemiga de Alemania.
Ante esta agresión, el presidente Wilson declaró la guerra al káiser y determinó que, de allí en más, las naves mercantes debían ser escoltadas. Cuando el contralmirante norteamericano William Sims llegó a Londres, se encontró con un panorama desolador: Si Alemania continuaba hundiendo naves a este ritmo, Inglaterra no estaría en condiciones de continuar la guerra.
También Brasil declaró la guerra cuando varios de sus barcos fueron torpedeados, cosa que Argentina no hizo.
Sin embargo, como el sistema de escolta (o convoy) demostró ser efectivo, y el ritmo de hundimientos disminuyó, mientras las pérdidas de los Uboots alemanes ascendió a 10 naves por mes.
A fines de noviembre, los aliados organizaron una ofensiva con la intención de frenar la guerra submarina y para fines de 1918, Alemania había perdido 61 submarinos. La respuesta lógica ante la defensa de los convoy, hubiese sido que varios Uboot atacasen en grupo, como depredadores. En mayo 18 se ensayó esta táctica, usando seis submarinos. El resultado fue pírrico, porque los aliados perdieron tres naves, mientras los alemanes, dos Uboot. Este fracaso desalentó la táctica de atacar en grupo. La nueva estrategia alemana era llevar la guerra a la costa norteamericana.
Varios U151 partieron de Kiel con la misión de atacar la costa americana, desde New York a Nueva Escocia. El 2 de junio de 1918 pasó a la historia como el “Domingo negro”, porque seis barcos americanos fueron hundidos. Al final, U 151 volvió a Kiel después de 94 días de crucero, y recorrer 18.600 Km, habiendo hundido 23 barcos de 61.000 toneladas y sembrado minas que hundieron otras cuatro naves.
Antes del fin de la guerra, con la intención de crear una barrera infranqueable en el Mar del Norte, los aliados sembraron 70.000 minas, ocasionando el hundimiento de seis submarinos alemanes.
Envalentonados por el éxito de la campaña, Alemania envió otro Uboot, aunque ya la marina americana estaba en alerta y los resultados de estas incursiones no fueron las mismas. Sin embargo, uno de ellos llegó hasta Cape Cod, y atacó la ciudad de Orleans. Fue el primer ataque a tierra americana, después de la incursión de Pancho Villa.
Antes del fin de la guerra, con la intención de crear una barrera infranqueable en el Mar del Norte, los aliados sembraron 70.000 minas, ocasionando el hundimiento de seis submarinos alemanes. La persecución de la marina americana fue implacable, y para fin del ’18, se habían hundido 69 Uboot… El peor año para la Marina alemana.
Cuando el káiser se vio obligado a aceptar la derrota por las violentas protestas dentro de Alemania, que bloquearon la capacidad industrial bélica, los Aliados insistieron que era esencial para la firma del armisticio, que todos los submarinos se entregasen para ser destruidos.
Más de 160 Uboot atacaron en Harwick y sus tripulantes enviados inmediatamente a Alemania.
Para el fin de la contienda, 29 comandantes de Uboot fueron condecorados con la más alta distinción, la medalla Pour le Mérite. Doce tripulaciones recibieron la Goldene Militar – Verdienst kreutz por coraje. El más exitoso de los capitanes de submarinos, fue Lothar von Arnauld. Con su nave, Le Periere había hundido 189 naves mercantes.
A lo largo del conflicto murieron 515 oficiales y casi 5.000 combatientes.
La guerra irrestricta sembró el terror en los mares, a punto tal de pretender prohibir el accionar de los submarinos en las guerras, propuesta que jamás llegó a concretarse.